Se trata de las llamadas de tela en embudo, que para producir su veneno emplean diferentes estrategias, como modificaciones en su comportamiento u organismo, para compensar su entorno o distintas amenazas
Las arañas australianas de tela en embudo son especies icónicas, caracterizadas por ser las arañas más venenosas del mundo. Según los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés), la picadura de estos arácnidos son “potencialmente mortales, en especial en los niños”. Su residencia original es el sudeste de Australia, alrededor de Sídney, pero también fueron hallados especímenes en Europa, Nueva Zelanda, y Chile. Incluso, se detectaron algunos individuos en otros países, tras ser elegidas como “mascotas exóticas”.
Sin embargo, la ciencia puso la lupa sobre estos artrópodos por otros aspectos que, de igual manera, se relacionan con su veneno. Es que esta sustancia es altamente valorada como bioinsecticidas terapéuticos y naturales, potencialmente ocultos en sus moléculas de veneno. Aunque numerosos enfoques estructurales bioquímicos y moleculares han tratado de determinar los factores que impulsan la complejidad del veneno, no han considerado el comportamiento, la fisiología y las condiciones ambientales colectivamente, que pueden desempeñar un papel en la evolución, la complejidad y la función de los componentes del veneno en las redes de embudo.
Dicho de otro modo: los científicos lograron determinar que el ritmo cardíaco o, bien, la postura defensiva -entre otros aspectos- podría influir en la composición de su veneno. Y como esta sustancia es ampliamente utilizada en pesticidas orgánicos y medicamentos, comprender cómo se modifica su composición, podría generar un nuevo panorama ante sus posibles aplicaciones, como puede ser un potencial uso para la salud. Incluso, colaboraría en la comprensión del comportamiento del veneno y advertirse nuevas aplicaciones.
Es más, según la investigación de un grupo de científicos dirigido por Linda Hernández Durán, del Instituto Australiano de Salud y Medicina Tropical de la Universidad James Cook, publicada en la revista PLOS ONE, el veneno “variable” de estas arañas podría ofrecer información sobre sus posibles usos en la salud humana, ya que “poseen venenos muy complejos que tienen propiedades bioinsecticidas terapéuticas y naturales. Comprender la producción de estos venenos es un paso crucial para desbloquear sus aplicaciones potenciales”, indicó la experta.
Cómo fue el estudio
El equipo a su cargo recolectó muestras de cuatro especies diferentes de arañas de tela en embudo: Border Ranges (Hadronyche valida), Darling Downs (Hadronyche infensa), Southern tree-dwelling (Hadronyche cerberea) y Sydney funnel-web (Atrax robustus). En el proceso de su investigación las sometieron a varias pruebas, incluyendo pincharlas con pinzas y estimularlas con bocanadas de aire.
Para obtener más información, los especialistas monitorearon el comportamiento de las arañas y midieron su frecuencia cardíaca usando un monitor láser como indicador de la tasa metabólica. Luego recolectaron y analizaron el veneno de las arañas usando un espectrómetro de masas.
Hernández Duran explicó que el estudio “reveló variaciones en la composición del veneno entre ciertas arañas, dependiendo de factores como la actitud defensiva y la frecuencia cardíaca”. “Por ejemplo, la red de embudo de Border Ranges exhibió asociaciones entre los componentes del veneno, la frecuencia cardíaca y la actitud defensiva, a diferencia de las otras especies probadas. Esto sugiere que las asociaciones específicas pueden ser propias de la especie”, continuó.
La producción de veneno
El estudio también destacó los costos metabólicos asociados con el uso de veneno y los comportamientos agresivos en las arañas. Hernández Duran sugirió que “las arañas pueden emplear diferentes estrategias de comportamiento para compensar estos costos”. “Los hallazgos indican que las arañas pueden aumentar su tasa metabólica cuando usan veneno y reducir su movimiento cuando enfrentan amenazas”, describió la experta.
Según los hallazgos del equipo de trabajo liderado por la especialistas, se logró establecer una conexión entre el comportamiento, la fisiología y la composición del veneno en las arañas de telaraña en embudo. El estudio proporciona información valiosa sobre el papel ecológico del veneno y sienta las bases para una mayor exploración y comprensión de sus posibles aplicaciones.
La función ecológica de los venenos en las arañas de tela en embudo australianas está influenciada por diferentes fenotipos de comportamiento que también pueden verse afectados directa o indirectamente por rasgos fisiológicos y morfológicos. Este es el primer estudio que evalúa las asociaciones sinérgicas entre los rasgos conductuales, fisiológicos y morfológicos de las arañas migalomorfas (arañas de tela en embudo) utilizando técnicas estadísticas multivariadas innovadoras.
“Mostramos por primera vez cómo los componentes específicos del veneno están asociados con variables fisiológicas y de comportamiento particulares y demostramos que estas relaciones dependen del contexto”, afirmó Hernández Duran.
Y concluyó: “En resumen, con el equipo hemos realizado un estudio sobre las arañas venenosas de tela en embudo, descubriendo variaciones en la composición del veneno en función de diferentes circunstancias. Estos hallazgos ofrecen información importante sobre el vínculo entre el comportamiento, la fisiología y la composición del veneno, lo que podría allanar el camino para futuras aplicaciones en la salud humana”. El grupo de trabajo también incluyó a David Thomas Wilson, Mohamed Salih y Tasmin Lee Rymer.
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