Investigaciones realizadas por científicos de España, Uruguay y Nueva Zelanda advirtieron rastros contaminantes en distintos puntos del continente blanco. Cómo habrían llegado estos compuestos a esta lejana zona, según los expertos
Suele creerse que la Antártida es la última gran zona virgen de la Tierra. Sin embargo, a pesar de la lejanía y el entorno hostil, con aproximadamente el 99,7% de la superficie cubierta permanentemente por hielo, las actividades de los seres humanos, que alteran el ambiente y lo contaminan, ya comenzaron desplegarse por el continente blanco.
Un equipo de científicos de España descubrió nicotina y antidepresivos entre los contaminantes derivados de la actividad humana presentes en aguas interiores y litorales de la Antártida. Mientras que investigadores uruguayos publicaron el primer registro de plásticos primarios, que son denominados como “pellets” y se usan por la industria para fabricar otros productos como botellas y envases; y expertos de Nueva Zelanda advirtieron microplásticos sobre toda la nieve fresca.
Cuáles fueron las últimas investigaciones y qué detectaron
Desde nicotina hasta antidepresivos
El trabajo realizado por expertos españoles, que fue publicado en la revista especializada Journal of Hazardous Materials, midió una serie de contaminantes orgánicos antropogénicos de preocupación emergente, tanto en aguas dulces como en aguas marinas costeras. “La presencia humana, vinculada a la investigación, el turismo y las actividades pesqueras, ha aumentado notablemente en los últimos 65 años y, con eso, el impacto antropogénico sobre la Antártida, que incluye la contaminación química de los ambientes prístinos antárticos”, señalaron los expertos.
Asimismo, tras evaluar muestras que provenían de diversas fuentes: arroyos, lagunas, manantiales e incluso agua marina costera, además de zonas afectadas por actividades humanas, como las bases, los campamentos y el turismo, y de áreas sin aparente presencia humana o animal, los científicos lograron identificar productos farmacéuticos. Entre los que enumeraron: los analgésicos acetaminofeno, diclofenac e ibuprofeno, el regulador de colesterol y triglicéridos en sangre bezafibrato, el diurético hidroclorotiazida, el antibiótico claritromicina, y los antidepresivos citalopram y venlafaxina. Incluso, hallaron nicotina y cafeína, filtro UV benzofenona 1 y el producto industrial anticorrosivo tolitriazol.
Miren López de Alda, investigadora científica del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua en Barcelona y responsable del análisis de estos contaminantes, destacó que “la nicotina y el citalopram no se habían estudiado antes en la Antártida”. Siendo que el primero puede ser conocido popularmente, mientras que el segundo es un tipo de inhibidor selectivos de la recaptación de serotonina y se lo indica en algunos casos de personas con depresión.
El resto de sustancias se incluyeron en el estudio, pero el mismo u otros grupos de investigación ya los había detectado antes y, según los resultados previos obtenidos, presentaban un riesgo toxicológico moderado o alto para los organismos acuáticos, aclaró la investigadora. Además, los expertos caracterizaron fisicoquímicamente las aguas investigadas y determinaron sus componentes y el contenido de contaminantes inorgánicos.
“Los indicadores de actividad biológica como amonio, nitrato, nitrito y fosfato no muestran una correlación significativa entre ellos ni con el grado de actividad humana o biológica”, afirmó Luis Moreno Merino, científico titular del Instituto Geológico y Minero de España. Y añadió: “Se observó una relación entre las concentraciones totales de contaminantes orgánicos y las individuales de claritromicina, nicotina y venlafaxina con el grado de impacto humano, lo cual confirma que las actividades humanas que se llevan a cabo en la Antártida son responsables de la dispersión de este tipo de contaminantes en sus aguas”.
“Los resultados del trabajo evidenciaron que las actividades humanas aportan contaminantes que, por su naturaleza, su persistencia y su capacidad de dispersión, suponen una amenaza potencial para el ambiente antártico. Además, las áreas libres de hielo, de donde proceden la mayoría de las muestras estudiadas, presentan una particular situación hidrogeológica y son especialmente relevantes por tratarse de ecosistemas frágiles y que contienen gran riqueza y diversidad biológica”, dijo Jerónimo López, profesor emérito de la Universidad Autónoma de Madrid y uno de los coautores del artículo.
Plásticos y microplásticos sobre las nieves más “prístinas” del planeta
Investigadores de Nueva Zelanda encontraron microplásticos en la nieve fresca en todo el quinto continente, un territorio con el que los humanos no interactúan. Los trozos extremadamente pequeños de escombros plásticos se encontraron en 19 sitios de prueba, lo que sugiere que algunos habían sido transportados por el aire durante miles de millas. Sin embargo, los científicos también señalaron la presencia de estaciones de investigación internacionales cercanas como otra fuente potencial.
Asimismo, indicaron que se encontraron 13 tipos diferentes de plástico, siendo el más común el PET (tereftalto de polietileno), habitualmente utilizado para hacer botellas de refrescos y ropa. Las concentraciones más altas se encontraron junto a las bases científicas de la isla Ross: la base Scott y la estación McMurdo, la estación más grande de Antártida.
Tampoco se pudo descartar la presencia de partículas microplásticas en el aire, lo que tendría el potencial de influir en el clima al acelerar el derretimiento de la nieve y el hielo, agregaron los investigadores de la Universidad de Canterbury en Nueva Zelanda. Los microplásticos también se han relacionado con efectos ambientales adversos al limitar el crecimiento, la reproducción y las funciones biológicas generales en los organismos, así como las implicaciones potencialmente negativas para los seres humanos.
El estudio, publicado en la revista científica The Cryosphere, mostró un promedio de 29 partículas microplásticas por litro de muestras de nieve derretida, lo que es más alto que las concentraciones marinas reportadas anteriormente en el mar de Ross. Los investigadores examinaron las posibles fuentes de microplásticos y dijeron que, aunque los modelos atmosféricos sugirieron que los microplásticos pueden haber viajado miles de millas a través del aire, es igualmente probable que la presencia de humanos en la Antártida haya establecido una “huella” microplástica.
Natasha Gardiner, asesora medioambiental de la misión Antártica de Nueva Zelanda, dijo que la investigación de la universidad tiene un “enorme valor”. Los hallazgos permitirían a las partes del Tratado Antártico, cuyos 12 países incluyen al Reino Unido, “tomar decisiones basadas en pruebas con respecto a la necesidad urgente de reducir la contaminación por plásticos en el futuro”, dijo Gardiner.
En tanto, hace un año, investigadores uruguayos publicaron el primer registro de plásticos primarios en la Antártida, los cuales son denominados como “pellets” y son utilizados por la industria para fabricar otros productos como botellas y envases. Se trata de un tipo de microplásticos de hasta cinco milímetros, fabricado especialmente de ese tamaño para ser utilizado por la industria en la construcción de todo tipo de productos. Por otro lado están los plásticos secundarios, generados a partir de la fragmentación de otros más grandes.
Ante esta situación, diseñaron un muestreo sistemático en una playa y constataron que la presencia de estos plásticos era grande y, en mayo de 2022, publicaron en una revista científica “Pellets varados en la Península Fildes (Isla Rey Jorge, Antártida): nueva evidencia de conectividad en el océano Austral”, artículo con el hallazgo y en el cual citan como coautores a Gissell Lacerot, Florencia Rossi, Germán Azcune y Andrés Pérez-Parada —integrantes del CURE de Rocha y de Maldonado— y a Javier Lienzi, del Centro de Investigación y Conservación Marina.
Con esta publicación, los científicos compartieron al mundo una noticia desalentadora, sin precedentes y que retrata la magnitud de la contaminación a nivel mundial. Estos plásticos primarios ya habían sido encontrados por dos grupos de científicos aunque en menor cantidad y flotando. En este caso el hallazgo estaba depositado en la costa y en grandes cantidades.
Según explicaron los científicos, la presencia de plásticos primarios en los océanos se debe a las fábricas que los producen y se ubican cerca de ríos, como también producto de barcos que los transportan. Mientras que otra discusión que se analizó es si la corriente circumpolar oficiaba de barrera infranqueable para el ingreso de plásticos a la Antártida. Con este descubrimiento se suma evidencia a que existen “ciertas aperturas” en la comunicación de las aguas oceánicas “a nivel superficial”.
infobae.com
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