Los atroces homicidios pusieron de nuevo sobre la mesa los eternos conflictos que azotan la zona y la falta de protección de los activistas.
Los eternos conflictos que azotan la Amazonía y la falta de protección de los activistas salieron de nuevo a la luz hace un año con los atroces asesinatos del indigenista Bruno Pereira, de 41 años, y el periodista británico Dom Phillips, de 57, en el Valle de Javarí, en la frontera con Perú y Colombia, una de las zonas de mayor peligro en la selva brasileña.
Pereira y Phillips, ambos profesionales muy respetados, fueron vistos por última vez el 5 de junio de 2022 cuando salieron de la aldea de Sao Rafael hacia la ciudad de Atalaia do Norte.
Los 11 días que pasaron hasta que fueron localizados supusieron una auténtica agonía para las familias que, en medio de las tensiones con el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro, exigían desesperadas mayor celeridad en las búsquedas, mientras el caso adquiría una destacada repercusión internacional.
A los trabajos de búsqueda se unieron grupos de indígenas, muchos amigos y compañeros de Pereira hasta que, finalmente, sus restos fueron tristemente encontrados en una zona de difícil acceso en el río Itaquai. Habían sido disparados por la espalda y descuartizados, quemados y enterrados en las profundidades de la selva.
En el momento de los crímenes, el indigenista mostraba a su colega, Phillips –que trabajaba en un libro sobre la Amazonía–, su labor con las patrullas de la Unión de los Pueblos Indígena del Valle de Javari (Univaja), con quienes colaboraba desde que abandonó la Fundación Nacional del Indio (Funai), organismo que se encarga de la protección de los indígenas, luego de que esta fuese desmantelada y militarizada por el gobierno de Bolsonaro.
“Actividades delictivas”
El Valle de Javari es una de las selvas más densas del planeta. Tiene 8,5 millones de hectáreas demarcadas y representa la segunda mayor reserva indígena del país después de la Yanomami, que cuenta con más de 9,4 millones de hectáreas. En esta región habitan más de 6.000 indígenas de siete etnias conocidas y alrededor de 20 grupos no contactados.
Su geografía lo convierte en un refugio perfecto para misioneros evangélicos y en centro de diversas actividades delictivas, como la caza ilegal o la pesca –en concreto, del pirarucú, uno de los mayores peces de agua dulce del mundo y protegido desde 1980– y de las tracajás, unas tortugas muy codiciadas.
Pereira, padre de tres hijos y considerado uno de los más importantes indigenistas de su generación, luchó durante años contra estas actividades ilegales en territorio indígena y se convirtió en una figura incómoda. Ya antes de su muerte había sido amenazado en varias ocasiones.
Su caso no fue aislado. Según informe de la ONG Global Wirness de 2022 sobre violencia rural, Brasil es el país con mayor número de asesinatos documentados por la organización desde 2012, con 342 ataques letales. Alrededor de un tercio de los asesinatos fueron contra indígenas o afrodescendientes, y más del 85 % ocurrieron en la Amazonía brasileña.
“Los asesinatos de alto perfil del periodista británico Dom Philipps y del experto indígena Bruno Pereira (…) son un claro indicio del ataque contra los indígenas y quienes intentan protegerlos“, destaca la ONG.
En las investigaciones, la Policía concluyó que Rubens Villar Coelho, alias ‘Colombia’, y que lideraba la pesca ilegal en el Valle de Javari, fue el autor intelectual de los crímenes. Tras ser detenido, pasó a régimen de arresto domiciliario.
‘Colombia’ habría ordenado el asesinato al pescador Amarildo da Costa Oliveira, quien confesó los homicidios, ayudó a localizar los cuerpos y actualmente se encuentra en una prisión de máxima seguridad. También se metió en la cárcel a Edvaldo da Costa Oliveira, hermano de Amarildo, quien ayudó a ocultar los cadáveres.
Marcelo Xavier, quien en el momento de los asesinatos estaba al frente de la Funai, fue acusado de contribuir indirectamente con los homicidios al no tomar medidas para hacer frente a los criminales de la zona.
“Tú serás la próxima”
Las Fuerzas de Seguridad lanzaron el pasado mes de febrero una megaoperación contra las bandas criminales y la minería ilegal en el Valle de Javari. Sin embargo, los indígenas afirman que las medidas desplegadas son insuficientes para cohibir el abanico de crímenes ambientales en la Amazonía, que incluye también la deforestación, la invasión de tierras, el comercio de madera y el robo de animales silvestres para su comercio.
En noviembre, en una carta abierta, indígenas de la etnia Kanamari denunciaron que habían sido amenazados por pescadores ilegales. Uno de ellos llegó a apuntar con un arma en el pecho a un indígena y le dijo que “las muertes en el Valle do Javari no terminarían hasta que los principales líderes fuesen asesinados”.
Los indígenas relataron que una importante lideresa se acercó para mediar y uno de ellos le espetó: “Me voy a quitar la máscara para que me veas el rostro y te aviso que por actitudes así, Bruno y Dom fueron asesinados por nuestro equipo y tú serás la próxima. No te mato ahora porque hay muchos niños delante“, afirmó.
En un video publicado en las redes sociales, Eliésio Marubo, abogado y representante de Univaja, aseveró que no han obtenido la respuesta que hubiesen querido por parte de las autoridades.
Marubo alertó que los indígenas de la zona se enfrentan a los mismos problemas que tenían cuando fueron asesinados Pereira y Phillips. “El Valle do Javari sigue a merced del crimen organizado“, lamentó.
Por su parte, Beto Marubo, presidente de Univaja, escribió: “Días tensos con mucha ansiedad, llanto atrapado. Un año después del gran cambio en nuestras vidas, seguimos en la misma situación, solo que más vulnerables”.
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