Candela Francisco se consagró en La Habana y ahora clasificó para el Mundial que se disputará en Azerbaiyán. Cómo fueron sus inicios en una escuela de Pilar y el talento que le descubrieron los profesores. Cuántas jugadas puede anticipar y el placer de lograr una combinación perfecta en una jugada.
En la serie Gambito de Dama (Netflix), la protagonista Anya Taylor Joy intenta abrirse camino en el mundo del ajedrez en la década del 60, momento en que los tableros estaban dominados sólo por hombres. Beth Harmon arranca a jugar en el sótano de un orfanato y con el tiempo pelea por convertirse en la mejor del mundo. En la historia, se transmite toda la pasión y lo que se juega mientras se mueven las piezas en esa batalla. Es más, la chica antes de cada partida veía en el techo de su habitación a los caballos, alfiles y peones moverse. Así imaginaba jugadas y forma de derrotar a su oponente.
Argentina tiene su propia chica que podría protagonizar Gambito de Dama. Candela Francisco Guecamburu tiene 16 años y este año sorprendió a todo el mundo de este deporte al consagrarse campeona de América de ajedrez en un torneo disputado en La Habana, Cuba.
Ahora nos volvimos a ilusionar
Con el triunfo en Cuba, Candela ya entró el grupo de los mejores ajedrecistas del mundo. Tiene el título de Gran Maestra Femenina. En tanto, ya es considerada la mejor de Argentina, que hasta ahora lideraba Carolina Luján, de 38 años.
Además, clasificó para la Copa del Mundo que se disputará en Bakú, capital de Azerbaiyán. Allí, enfrentará a las mejores del mundo de países con mucha tradición como Rusia o Estados Unidos.
Son 22 horas de viaje en avión la que separan a Candela de su sueño mundialista. Además, necesita ayuda para poder costear el viaje. El intendente de Pilar, Federico Achaval, prometió pagar los pasajes para llegar hasta el otro lado del planeta, al igual que lo hizo para el torneo continental que se organizó en Cuba.
Pero, ¿cómo arrancó todo? Candela tenía 9 años y vivía en Pilar. Hasta ahí una nena más que iba al colegio, vivía con sus padres, dos perros y una gata.
Hasta que una tarde, tomó esa decisión que le cambiaría la vida para siempre. Si Candela fuera la protagonista de Gambito de Dama, se vería en un paneo ese momento en que sus ojos de nena se abren al mundo del ajedrez. Cómo en su cabeza empezó a hacer diagonales el alfil o como la torre empezó a correr de punta a punta del tablero.
Las primeras movidas en el tablero
“Empecé a jugar cuando tenía 9 años. En ese momento, mis papás ayudaban en un comedor de niños, en Villa Rosa, Pilar los sábados por la mañana –recuerda Candela en diálogo con Infobae-. Durante ese tiempo me anoté para realizar alguna actividad recreativa cerca de casa. Descubrí que en un shopping de Pilar daban clases de ajedrez todos los sábados en ese horario. Me llevaba y me iba a buscar mi abuela, porque mis papás estaban en el comedor”.
La nena volvió de esa primera clase donde apenas había empezado a entender que había piezas negras y blancas. Y que había que defender al rey del ataque del oponente. “Al terminar mis papás me preguntaron si me había gustado y si quería volver. Yo les respondí que sí”, explica de manera simple Candela.
Así, Candela esperaba cada sábado para volver a su clase de ajedrez. Avanzar con los conocimientos. Mientras tanto, podemos imaginar cómo volaba su cabeza mientras estaba acostada en su cama. Al igual que Beth Harmon, quizás la nena movía los caballos y peones. Y ya imaginaba las primeras jugadas que le enseñaba el profesor.
“Luego de un par de meses de clases, el profesor pide hablar con mi mamá y le dice que tenía condiciones”, cuenta Candela.
Toda la familia siempre estuvo detrás del sueño de la nena ajedrecista. “A través de mi abuelo encontramos que había una escuela municipal de ajedrez en Pilar. Entonces empecé a ir con mis queridos profes Raúl Pérez y Boris Pápez – relata la chica-. Al tiempo el profesor nos comenta que había un torneo en Villaguay, Entre Ríos y decidimos ir”
Ese primer torneo tiene una anécdota que Cande siempre recuerda. Antes de empezar estaba muy nerviosa y habla con su mamá. “Le digo ´ no sé jugar con las piezas negras´ y ella me contesta, ´¿no es lo mismo?´”. Hubo un silencio y Candela siguió adelante. “Cuestión que termina el torneo y quedé tercera. Después me enteré que era el Nacional, el torneo más importante de Argentina”. La chica había jugado con frescura e incencia y había quedado entre las tres mejores de su categoría de todo el país con apenas unos meses de clases.
Una promesa que crece
Candela se mete cada vez más dentro del tablero de ajedrez. Al año siguiente sale campeona del Torneo Nacional de Argentina invicta con 9 de 9 puntos. Cuando lo ve en perspectiva, la ahora adolescente evalúa que en sus comienzos “tenía pocos conocimientos del juego”. Sin embargo, en sus pocos años dentro de este deporte suma ya 8 medallas nacionales y 8 internacionales.
La mayoría de los mortales que no juegan al ajedrez muchas veces se preguntan qué mecanismos se combinan en las cabezas de los grandes jugadores. ¿Cómo ven el tablero? ¿Cuánto pueden anticipar las jugadas?
Jorge Luis Borges escribió el soneto Ajedrez. En uno de sus fragmentos dio su versión de quién mueve las piezas en el tablero.
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.
No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.
“La cantidad de jugadas que puedo ver por anticipado depende mucho de la posición. Es que cuando vas a analizar una posición, definís las jugadas de tu rival que considerás posibles –intenta explicar Candela como se mueven sus pensamientos cuando juega-. Y luego a cada una de esas las dividís en variantes y así en forma sucesiva”.
Cómo piensa una campeona de ajedrez
La campeona explica que entrena mucho este tipo de cálculos de probabilidades de movimientos. “Hay líneas que puedo considerar hasta 10 posibles jugadas y otras 5, pero con muchas opciones en el medio”.
Y si en el fútbol existió un gol de Diego Maradona a los ingleses en el Mundial 86, en el ajedrez también existe la satisfacción de esa jugada casi perfecta. Como una obra de arte de movimientos de piezas que se mueven casi sin que el jugador tenga que usar sus manos.
“Hay jugadas que me sentí realmente bien al hacerlas. O porque eran muy difíciles o por una gran combinación. La mejor sensación es cuando te das cuenta de eso en plena partida. Es como una satisfacción que te viene por dentro”, explica Candela.
Además de estudiar para el ajedrez, Candela tiene su tiempo libre para descansar. Hasta hace poco iba a clases de tenis. Le gusta además andar en bicicleta por el barrio y salir a caminar con sus padres por el centro de Pilar.
“En mi vida, mi prioridad es Dios. Soy cristiana y voy a la iglesia tres veces por semana. Estudio el secundario a distancia en el SEADEA del Ejército argentino. Igual me quedaron amigas de mi colegio anterior de acá de Pilar”, sostiene la joven ajedrecista.
Candela lleva ya unos 6 años entre los tableros de ajedrez. “Creo que mi formación en este juego me ayuda a tomar buenas decisiones. Un error puede llevar a grandes problemas, al igual que en una partida. También pensar muy bien lo que voy a hacer. El juego y la vida tienen en común que todo lo que uno hace tiene consecuencias´. Pueden ser positivas o negativas, por eso es importante pensar bien para tomar una buena decisión¨. Así en el tablero como en cada paso de su corta vida, Candela piensa bien antes de avanzar. Elige el movimiento y calcula el resto de las variables. Todo eso sucede en su cabeza de adolescente de 16 años de Pilar.
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