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Vie. Nov 22nd, 2024
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Según los autores de "Generación Invisible", el edadismo es uno de los grandes problemas de nuestra era. Las búsquedas laborales son un ejemplo de eso. (Getty)

El libro “Generación Invisible” reflexiona sobre quienes tienen entre 40 y 60 años, demasiado jóvenes para ser viejos y demasiado grandes para pertenecer a la juventud. Sus autores, Tomás Balmaceda y Miriam De Paoli, invitan a convivir con la incertidumbre sobre el futuro.

Clasificar a la población en generaciones puede ser una tentación irrefrenable. En algunas aproximaciones especulativas, el juego consiste en asignar características de la personalidad a millones de personas que, objetivamente, apenas comparten una edad similar. Este sendero nos dirige sin mayor reflexión a la versión “astrológica” del análisis generacional.

Los baby boomers son ansiosos y revolucionarios. Los millennials son rebeldes y no prestan atención. La generación Z odia la política y son difíciles de encasillar. O quizás no. La verdad es que estoy inventando, pero mi rigor científico es similar al de varias imposturas que se publican y venden como pan caliente.

Miriam De Paoli y Tomás Balmaceda eligen un camino completamente diferente. Su objetivo es comprender un fenómeno generacional que es palpable, y que tiene características identificables. En lugar de categorizar las generaciones como personalidades al estilo de los signos del zodíaco, los autores estudian sus propiedades desde una perspectiva científica. Los elementos comunes dejan de centrarse en las preferencias individuales, y permiten enteder las consecuencias de contingencias sociales, económicas y políticas que terminan afectando a cada grupo de manera diferente.

El foco del libro es la Generación Invisible, esa que ha estado opacada por las “guerras” entre los baby boomers, nacidos en la segunda posguerra (1946 a 1965), y los millennials, nacidos entre 1980 y 1995. Los invisibles son (somos) esos del medio, los que hoy tienen (tenemos) entre 40 y 60 años. Los autores argumentan convincentemente que los Invisibles no tienen, a diferencia de otras generaciones, tiempo suficiente para adaptarse a un mundo que cambia a la velocidad de la luz.

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Miriam los define sin medias tintas: “Somos unicornios generacionales, animales casi mitológicos que estamos envejeciendo con características únicas y sin posibilidad de mirar a las generaciones anteriores en búsqueda de guía o inspiración”. Aumento en la expectativa de vida, maternidad tardía, divorcio vincular, cambio climático. Todo los (nos) agarra a mitad de camino.

“Vos y yo somos parte de una generación invisible”, se dijeron en su primer encuentro personal los autores, dando inspiración al proyecto editorial. Miriam De Paoli (MDP) nació en Brasil y se desarrolló en el mundo de las comunicaciones y la enseñanza en varios países del continente. Instalada desde hace más de dos décadas en Argentina, fundó No Pausa, un comunidad que se propuso difundir información acerca de la menopausia y el climaterio en toda América Latina. Tomás Balmaceda (TB), un inquieto por naturaleza, es el complemento ideal para una lectura curiosa y a la vez profunda. Tomás es Doctor en Filosofía de la UBA, docente, apasionado de la comunicación en todas sus formas, y va casi por la decena de libros publicados sobre los temas más diversos. Charlamos con ellos sobre algunos de los temas que rodean Generación Invisible.

-La separación en generaciones es una construcción algo arbitraria, dado que en la práctica existe un continuo. ¿Cuáles son los aspectos o los sucesos que permiten dividir el análisis en generaciones diferentes?

TB: -Nosotros somos escépticos del concepto de generación como una manera fiable de entender a la sociedad. Sentimos que son más bien un punto de partida para el análisis de la nueva longevidad pero sin creer que estamos frente a silos cerrados que definen por completo quiénes somos. En muchos sentidos son como los barrios: para un porteño es claro que Almagro y Chacarita son sitios distintos pero hay muchas cuadras que no es fácil saber a dónde pertenecen, los límites son difusos. Pensar a las generaciones simplemente como guías nos permite ver una creciente y profunda separación entre el mundo “de los jóvenes” y “el de los viejos”, una consecuencia del edadismo sistemático arraigado desde hace décadas en nuestra sociedad. Este enfrentamiento, que simplifica conflictos e invisibiliza a aquellos que no están en estos dos bandos, permea en las verdaderas discusiones urgentes de nuestros tiempos, como los conflictos vinculados con el cambio climático, el bienestar de las personas, la salud mental, las identidades de género y los problemas de desigualdad entre poblaciones minorizadas.

-Las quejas de los mayores respecto de las cualidades de las nuevas generaciones parecen repetirse una y otra vez a lo largo de la historia, en general con exageraciones y predicciones fallidas. ¿Están cambiando estas actitudes ahora que estamos más al tanto de este “sesgo”?

MDP: -¡Sin dudas! No hay nada nuevo en el choque entre generaciones. En el siglo V a.C. Platón escribió con amargura: “¿Qué está ocurriendo con nuestros jóvenes? Faltan el respeto a sus mayores, desobedecen a sus padres. Desdeñan la ley. Se rebelan en las calles inflamados de ideas descabelladas. Su moral está decayendo. ¿Qué va a ser de ellos?”. A lo largo de la historia cada generación parece entrar en tensión con la anterior y con la siguiente. Sin embargo, poco a poco estamos descubriendo que el discurso de las generaciones como facciones enfrentadas puede ser muy perjudicial porque consolida un tono que tiñe las discusiones que se están dando alrededor del mundo sobre temas sensibles y las entorpecen al presentar segmentos ficcionales de la sociedad en supuesta pugna y dejando fuera de la conversación a otras personas. No sólo eso, sino que muchas veces se crean estereotipos que son inherentemente contradictorios, como cuando se presenta que los millennials son narcisistas y frágiles a la vez que anticapitalistas y defensores del medio ambiente y las minorías.

Las reformas de los sistemas jubilatorios y el cambio en la pirámide poblacional son temas centrales en distintos países del mundo.
Las reformas de los sistemas jubilatorios y el cambio en la pirámide poblacional son temas centrales en distintos países del mundo.

-¿Cambió la lógica de poder entre generaciones? En el pasado los niños “se callaban cuando hablaban los grandes”, pero hoy pareciera que los padres se cuidan de hablar ante los hijos.

TB: -Hace poco mi amiga Miriam Molero me dijo algo que me pareció muy razonable: los invisibles crecimos soñando con ser más grandes para poder lograr muchas cosas pero llegamos a la adultez en un mundo que valora la juventud por encima de todo. Esto nos muestra que nuestras actitudes con respecto a la edad son construcciones culturales que pueden volver a ser pensadas.

-El libro insiste bastante en los problemas de discriminación y “edadismo”. ¿Cuánto se ha avanzado en estos temas, cuánto queda por avanzar?

TB: -Para nosotros el envejecimiento es el gran tabú de nuestro tiempo y el edadismo, entendido como el cambio de actitudes y acciones a partir de la edad percibida en el otro, es un tipo de opresión que no está suficientemente explorado. Hablamos mucho de sexismo, homolesbotransodio y otros tipos de marginaciones pero nunca ponemos hincapié en cómo el edadismo es una discriminación hacia nosotros mismos, algo que está presente en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Aún no nos volvimos concientes de que estamos en un presente en el que viviremos muchos más años de lo esperado y eso revolucionará todo. De hecho, con Miriam creemos que dentro del edadismo se esconden muchísimas oportunidades, tanto de aprendizaje como netamente económicas. Desde nuestro trabajo con LongData, la consultora que creamos con Milagros Kirpach, estamos ayudando activamente a compañías y organismos de la región a descubrir las oportunidades de negocios que están disponibles para quienes sepan ver.

El libro registra de manera manifiesta y cruda los problemas económicos concretos que esta generación deberá resolver. Los invisibles se enfrentan a un deterioro secular de los sistemas jubilatorios, a un aumento de la inseguridad económica, y han sufrido (agrego yo) las mayores catástrofes macroeconómicas posibles (con la única excepción de la Gran Depresión, cuyos protagonistas ya casi no están entre nosotros).

-Un desafío no menor de la generación invisible es el de sostenibilidad económica. Por un lado, predomina la informalidad y hay cierta resistencia a modificar los regímenes jubilatorios, con las implicancias presupuestarias que esto tiene. Por el otro, los mayores en edad de jubilarse parecen tener intenciones de generar nuevos recursos. ¿Cómo creés que saldrá ese partido?

MDP: -Se trata de una problemática urgente que está poniendo en crisis a gobiernos en Europa y que comienza a debatirse en Estados Unidos, pero que aquí aún sólo se ha tocado en su superficie. Debería ser uno de los temas más importantes en la próxima campaña presidencial y el motivo de imaginar una política de Estado: discutir cómo serán los retiros de las personas que en veinte años estarán en edad de jubilarse en un escenario de continuo envejecimiento y transformación de la pirámide poblacional. Este debate no puede obviar las condiciones propias de nuestro país y poner como uno de sus objetivos el cuidado de los ciudadanos, pero eso no sucederá si no hay una voluntad política de discutir estos temas.

-El libro es una investigación sociológica mayúscula, pero se presentan esencialmente sus contenidos cualitativos. ¿Existen encuestas cuantitativas que permitan extender el análisis a partir de datos estadísticos?

MDP: -Nuestro libro, en realidad, nació de un estudio cuantitativo. Con Tomás y otros colegas nos propusimos en 2021 entender el nuevo envejecimiento de América Latina y desarrollamos Tsunami LATAM, el estudio de longevidad más grande del mundo, que analizó 23 mil encuestas en siete países de la región.

Tomás Balmaceda y Miriam De Paoli, autores de "Generación Invisible".
Tomás Balmaceda y Miriam De Paoli, autores de “Generación Invisible”.

Uno de los propósitos de Generación Invisible es arrimarse al lector. Hacerlo sentir, sobre todo si se trata de un “invisible”, que este libro es para él o ella, que los autores entienden sus dificultades, sus ansiedades y sus deseos. En todo momento hay una intención de comprender la posición que ocupan en la sociedad, y de reconocer las problemáticas que enfrentan, en especial la relacionada con la discriminación por edad. Hay, en este sentido, una complementariedad con el acercamiento de Sebastián Campanario en su libro Revolución Senior, con un estilo optimista pero también reflexivo.

Los invisibles parecen obligados a “aprender viviendo”, pero es difícil asegurar que esta lógica no se vaya a repetir en generaciones posteriores. Quizás la nueva norma sea que nuestro entorno ya no contenga pistas claras para una planificación tranquila de nuestra economía, para la formación de una familia “tradicional”, o para asegurar el futuro de nuestros descendientes. Y en lugar de un mundo “resuelto” como el que asumen las películas futuristas, nuestro porvenir podría terminar siendo no mucho más ni mucho menos que pura incertidumbre.

 


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