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La decisión se tomó a miles de kilómetros del foco original, pero responde a una misma preocupación compartida por gobiernos y autoridades sanitarias de todo el mundo: contener a tiempo una de las enfermedades animales más devastadoras y difíciles de erradicar. Colombia anunció la suspensión temporal de las importaciones de productos porcinos procedentes de España, incluido el jamón, tras la confirmación de un brote de peste porcina africana en jabalíes detectados en la región de Cataluña, una medida preventiva que busca blindar su territorio frente a un virus que no conoce fronteras y para el cual aún no existe vacuna.
El hallazgo que encendió las alarmas se produjo el pasado 26 de noviembre, cuando científicos de los servicios veterinarios de la Generalitat de Cataluña localizaron dos jabalíes silvestres muertos en las inmediaciones del campus de la Universidad Autónoma de Barcelona, en la zona de Bellaterra. Los análisis posteriores confirmaron la presencia del virus de la peste porcina africana, marcando el reingreso de esta enfermedad a España y activando de inmediato protocolos de emergencia tanto a nivel nacional como internacional.
La reacción no se hizo esperar. Las autoridades catalanas ampliaron las zonas de restricción hasta abarcar 91 municipios considerados de riesgo, reforzaron la señalización en espacios naturales y endurecieron las medidas de bioseguridad, incluyendo la obligatoriedad de sistemas de desinfección de vehículos en establecimientos comerciales, restaurantes y centros deportivos situados dentro del perímetro afectado. Agentes Rurales intensificaron los controles de acceso al medio natural, conscientes de que el movimiento descontrolado de personas, animales o vehículos puede acelerar la propagación del virus.
Desde Bogotá, la respuesta fue igualmente contundente. Aunque la peste porcina africana no representa un riesgo para la salud humana, su impacto económico puede ser devastador para la industria porcina. Con ese criterio, Colombia optó por cerrar de manera preventiva la puerta a las importaciones procedentes de España, al tiempo que reforzó los controles sanitarios en puertos, aeropuertos y pasos fronterizos. La prioridad, según fuentes oficiales, es proteger la producción nacional y evitar la entrada de un patógeno que ha causado pérdidas millonarias en decenas de países.
La peste porcina africana, descrita por primera vez en 1921, es una enfermedad viral altamente contagiosa que afecta tanto a cerdos domésticos como a jabalíes. Su tasa de mortalidad puede alcanzar niveles cercanos al 100 %, y su resistencia en el medio ambiente la convierte en un enemigo particularmente difícil de combatir. Actualmente, el virus se encuentra presente en al menos 35 países de Europa, Asia, África y América, y ha alterado de forma profunda los mercados internacionales de carne porcina.
El caso español ha vuelto a poner en evidencia la fragilidad de las cadenas sanitarias globales en un mundo interconectado. Un brote localizado en un entorno natural puede desencadenar decisiones comerciales y sanitarias a miles de kilómetros de distancia, como ha ocurrido con Colombia. La suspensión de importaciones no implica un señalamiento directo a la industria española, sino una reacción preventiva alineada con las recomendaciones de los organismos internacionales de sanidad animal.
Mientras España concentra sus esfuerzos en contener el brote y evitar que se extienda a explotaciones porcinas, países importadores observan con cautela la evolución de la situación. La experiencia reciente demuestra que, frente a la peste porcina africana, la rapidez y la prevención son las únicas herramientas eficaces disponibles. En ese contexto, la medida adoptada por Colombia se inscribe en una estrategia global de contención que busca evitar que un virus silencioso, pero devastador, siga avanzando sin control.
carloscastaneda@prensaamercosur.org
