
El 8 de diciembre marca el principio emocional y espiritual de la temporada decembrina para gran parte del mundo iberoamericano. Este día, que se celebra con misas y peregrinaciones, también inaugura las festividades navideñas, incluyendo el armado del arbolito y el pesebre. Detrás de esta fecha, late una historia antigua y polémica que combinó fe, política e identidad, e influyó en la estética visual que hoy conocemos en la bandera argentina.
¿Qué significa la Inmaculada Concepción?
La Inmaculada Concepción, fijada en el 8 de diciembre, no se refiere al nacimiento virginal de Jesús, sino a la concepción de María sin la mancha del pecado original en el seno de su madre, Ana, y su padre, Joaquín, según la tradición cristiana. Este hecho se considera la prehistoria del cristianismo, la purificación del linaje humano para la llegada de Dios a través de una mujer.
Historia y disputas teológicas
La creencia en la Concepción Inmaculada de María circuló durante siglos. Las Iglesias orientales la celebraban ya en el primer milenio; en Occidente, su expansión fue más lenta y generó disputas. Pero la fecha, el 8 de diciembre, se consolidó en la liturgia medieval y terminó adoptándose universalmente.En el siglo XIV, la devoción enfrentó una fuerte polémica. El papa Juan XXII, pontífice entre 1316 y 1334, emitió documentos que restringieron e incluso prohibieron la predicación a favor de la Inmaculada Concepción. La teología dominante, influida por San Agustín y sostenida por la escuela dominica, argumentaba que todos los seres humanos, incluida María, necesitaban ser redimidos por Cristo.La posición contraria, defendida por el mundo franciscano, postulaba que María había sido preservada del pecado en virtud de los méritos anticipados de Cristo. Este debate escaló del plano teológico al político y cultural. Universidades europeas, especialmente en España, tomaron partido, y aunque hubo una prohibición papal, el fervor devocional no logró frenar la marea. En España, particularmente, la Inmaculada creció como un fenómeno identitario y patrio.
La Inmaculada y la monarquía Borbónica
Los Borbones, al ascender al trono español en el siglo XVIII, encontraron en la Inmaculada Concepción un elemento que les permitía conectar tradición, política y religiosidad. Los reyes borbones, sobre todo Carlos III, se erigieron como defensores apasionados del privilegio mariano. La causa de la Inmaculada se transformó en una bandera cultural frente al protestantismo europeo y los debates internos de la Iglesia.España obtuvo un privilegio litúrgico especial: el derecho a celebrar la fiesta con la máxima solemnidad, lo que reforzó el carácter “nacional” de la conmemoración. La patrona de España es la Inmaculada Concepción. El arte barroco español, con artistas como Murillo, consolidó una iconografía reconocible: la Inmaculada vestida de blanco y celeste. Estos colores se vincularon a la Casa de Borbón y se convirtieron en la estética visual que la monarquía impulsó para representar el dogma, funcionando como un código político y un gesto identitario.
La Inmaculada en América y el Río de la Plata
La imaginería de la Inmaculada llegó a América con los barcos, misioneros, comerciantes y funcionarios de la corona, estableciéndose en pinturas, estandartes y esculturas. La devoción popular encontró en las colonias un terreno fértil, convirtiéndose en una advocación central en el Virreinato del Río de la Plata. Fue protectora de ciudades, patrona de cofradías, inspiración de capillas y motivo permanente de festividades. Su estética celeste y blanca comenzó a impregnar el espacio público colonial, con el celeste simbolizando el cielo y lo divino, y el blanco la pureza de María.
Colores Patrios: el celeste y blanco de la bandera argentina
Para fines del siglo XVIII y principios del XIX, los colores celeste y blanco ya poseían una poderosa fuerza emocional en el Río de la Plata. Estaban presentes en imágenes religiosas, estandartes de cofradías y ornamentos litúrgicos. Es en este terreno donde muchos historiadores sugieren el vínculo más sugestivo —aunque no estrictamente documental— entre el simbolismo mariano y la bandera argentina.Cuando Manuel Belgrano adoptó los colores celeste y blanco en 1812, estos ya estaban arraigados en la cultura visual del Río de la Plata, en gran parte debido a la iconografía de la Inmaculada. Belgrano, formado en España e inmerso en el clima cultural borbónico, no podía desconocer esta tradición. Los colores elegidos para la escarapela y luego para la bandera no eran simplemente tonos agradables o neutrales: eran colores cargados de sentido, que llegaron desde Europa pero que ya habían echado raíces en América. El paso del celeste y blanco de lo religioso a lo patriótico no fue un acto deliberado de transferencia simbólica, sino un proceso cultural más profundo y extendido. El pueblo reconoció esos colores como propios. La devoción a la Inmaculada siguió creciendo en un país que avanzaba hacia la secularización, y su estética se mantuvo intacta, sirviendo como un puente entre tradición e identidad nacional.
8 de diciembre: tradición y dogma
En América Latina, el 8 de diciembre adquirió con el correr del tiempo un significado adicional: marca el inicio espiritual de las fiestas decembrinas. En países como Argentina, Paraguay, Perú, Colombia, Nicaragua o Panamá, la fecha no es solo una solemnidad religiosa: es el pistoletazo simbólico de la Navidad. Es el día del arbolito, el día del pesebre, el inicio de las novenas, el arranque de las celebraciones comunitarias. En 1854, el papa Pío IX proclamó solemnemente el dogma de la Inmaculada Concepción mediante la bula “Ineffabilis Deus.” El documento estableció que “la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles”.Para ese entonces, la devoción ya llevaba siglos de práctica popular en España y en las colonias americanas, las cuales ya tenían naciones independientes. El dogma llegó tarde respecto del fervor popular, pero confirmó lo que para millones ya era una parte constitutiva de su vida cultural y espiritual. En Argentina, este dogma se sumó a una tradición ya profundamente consolidada, donde el celeste y blanco ya eran colores nacionales y marianos, coexistiendo la tradición religiosa y la identidad nacional.
Un símbolo colectivo
La estética de la Inmaculada —la mujer vestida de pureza blanca, envuelta por un manto celeste— terminó impregnando la sensibilidad de pueblos enteros. En España, esa estética se volvió lenguaje oficial; en América, se volvió tradición popular; y en Argentina, se volvió también identidad nacional. Incluso quienes no practican la fe católica reconocen los colores como parte del paisaje emocional que acompaña cada 8 de diciembre. El celeste y blanco no solo remiten a la bandera: remiten a una matriz cultural que comenzó en Europa, cruzó el Atlántico y se fusionó con las identidades locales.Hoy, las costumbres familiares del 8 de diciembre, como el armado del pesebre y el arbolito, hunden sus raíces en siglos de historia de conflictos teológicos, creatividad y apropiación cultural. La Inmaculada no solo sobrevivió a la prohibición de Juan XXII, sino que se volvió una de las devociones más extendidas del mundo. No solo encontró defensores en los Borbones, sino que se transformó en una causa que atravesó océanos. No solo impuso una estética religiosa, sino que regaló al Río de la Plata un par de colores que terminaron simbolizando todo un país.La fiesta del 8 de diciembre es hoy una de las tradiciones más estables de Iberoamérica, combinando fe, costumbre y comunidad. El celeste y blanco, que todas las miradas argentinas conocen desde la infancia, siguen recordando a aquella mujer del barroco español que, según la tradición, fue concebida sin pecado y vestida con los colores del cielo. Así, cada 8 de diciembre, el país se prepara para la Navidad bajo el aura de una historia que conectó reyes, papas, discusiones teológicas, navegaciones coloniales, pintores sevillanos y el nacimiento simbólico de una nación, donde la fe y la identidad lograron encontrarse, vestidas de celeste y blanco.
ElArgentino.ar
Fuente de esta noticia: https://elargentinodiario.com.ar/espectaculos/arte-cultura/08/12/2025/inmaculada-concepcion-la-historia-de-fe-y-politica-tras-el-celeste-y-blanco-argentino/
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