
“Que se quede el infinito sin estrellas
O que pierda el ancho mar su inmensidad
Pero el negro de tus ojos que no muera
Y el canela de tu piel se quede igual….
Bobby Capo
Las dulces notas de esa bella composición de Bobby Capó, interpretada por tantos, especialmente por el recordado trío Los Panchos, contrastan con las imágenes degradantes y terribles en las que los agentes de inmigración de los EEUU, un país de inmigrantes, detienen y agreden a personas de piel canela, indiferentemente de que se trate de jóvenes, mujeres, ancianos y niños en medio de esa ordalía de violencia racista en el país del norte y que inició como un ejercicio para detectar y expulsar a personas que no tuvieran bien definida su condición legal en el territorio de la gran nación americana, pero se ha convertido en un verdadero pogromo en contra particularmente de los hispanos, la más grande población migrante en los EEUU.
Por muchos años los habitantes de los países empobrecidos del sur han buscado la manera de ingresar a los EEUU en busca de mejores condiciones de vida, normas estables, respeto por su vida y sus derechos, mismos que no consiguen obtener en sus suelos patrios gobernados por camarillas corruptas y violentas, muchas veces sostenidas y financiadas por grandes empresarios de los EEUU.
Ahí están la United Fruit Company, su descendencia atroz, Chiquita Brands, empresas vinculadas desde hace muchas décadas a la violencia de estado y a la financiación de grupos paramilitares, el asesinato de líderes sociales y sindicales, condenada en buena hora en los EEUU por sus maquiavélicas acciones en América Latina. Y los ejemplos sobran…
La manera como la CIA apoyó y financió dictaduras criminales en toda Latino América, las decenas de invasiones militares que se han perpetrado desde los EEUU para derrocar gobiernos y asesinar dirigentes no afines con las políticas impuestas desde el norte.
Los latinoamericanos sabemos que, en nuestras tierras, la desobediencia a los dictados del orangután norteamericano se paga con el desprestigio, la insidia, la traición y la muerte. Sabemos que nuestras clases dirigentes y empresariales han obrado históricamente en función de los deseos e intereses de ese país.
Bien lo preveía con amargura el Libertador Simón Bolívar: «Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad«.
También nos lo advertía el gran Eduardo Galeano en el prólogo de su libro “Las venas abiertas de América Latina”, un doloroso recuento de todas las derrotas acumuladas, atrocidades y abusos de los EEUU y sus cipayos en los países del sur: “La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones. Éste ya no es el reino de las maravillas donde la realidad derrotaba a la fábula y la imaginación era humillada por los trofeos de la conquista, los yacimientos de oro y las montañas de plata. Pero la región sigue trabajando de sirvienta. Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como fuente y reserva del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan, consumiéndolos, mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos. Son mucho más altos los impuestos que cobran los compradores que los precios que reciben los vendedores; y al fin y al cabo, como declaró en julio de 1968 Covey T. Oliver, coordinador de la Alianza para el Progreso, «hablar de precios justos en la actualidad es un concepto medieval. Estamos en plena época de la libre comercialización…».
Cada cuatro años los latinoamericanos fijamos nuestra atención en los EEUU, podría ser que algún día llegue a esas tierras un gobierno que decida extender los beneficios del respeto por las normas, los derechos y la condición humana hacia estas tierras a las que llaman con cinismo “su patio trasero”, pero bien sean demócratas o republicanos las diferencias para nosotros no son tan relevantes.
Sin embargo, nunca como hoy habíamos tenido a un enemigo tan feroz y virulento, tan cínico y abusivo al mando de la otrora tierra de promisión. Desde su llegada al poder en segunda ocasión y luego de aprovechar la debilidad del gobierno de Biden, un político que lamentablemente no estuvo a la altura de las expectativas de gringos e hispanos, el señor Donald Trump se ha rodeado de los más abyectos racistas que parece haber cazado y reclutado en los propios sótanos del infierno.
Hoy el señor Trump quiere recuperar el brillo y la posición de ser la nación más poderosa del mundo a costa de nuestros recursos, de nuestra autonomía, de nuestras vidas.
Un tipo terriblemente cuestionado, condenado ´por una treintena de cargos que incluyen la violación y el soborno a testigos, un tipo que se ha saltado todas las talanqueras legales simplemente porque considera en su narcisismo y arrogancia que a eso le dan derecho sus miles de millones de dólares. Un tipo que intenta intimidar, sobornar, agredir a otros países que no se pliegan a sus caprichos imperiales, cuestionar sin pruebas, acusar y sancionar injustamente sólo porque tiene el poder de hacerlo, tal como lo hizo con Gustavo Petro, presidente de Colombia.
Un tipo que tiene la economía de su país postrada, la inflación galopante, la violencia policial desenfrenada, las relaciones comerciales de la otrora gran nación en franca decadencia. Un tipo que ha tratado de evitar la revelación de los archivos del caso Epstein, en el que al parecer se encuentra seriamente vinculado al abuso de jóvenes preadolescentes y adolescentes entre las que medraba como un sátiro en las orgiásticas fiestas en la isla del ya fallecido amigo suyo.
Que Trump es pedófilo, las evidencias parecen ser cada día más contundentes, que es supremacista y racista, su apoyo incondicional al asesino Netanyahu y a su genocidio en Palestina lo deja muy claro.
Pero hay un elemento más: Trump ha buscado poner fin a una guerra de blancos, ha mostrado una aparente compasión por los “miles de muertos”, tanto rusos como ucranianos en esas frías estepas, pero al mismo tiempo que despliega todo su arsenal diplomático y comercial tratando de acercar a las partes de esta sangriento guerra fratricida, despliega su arsenal naval, aeronáutico, misilístico y nuclear en el Caribe en aguas territoriales de Venezuela y Colombia, al tiempo que no duda en destruir sin fórmula de juicio embarcaciones ligeras bajo el supuesto de que son narcotraficantes.
No le importa un comino saber que una aventura bélica en nuestros países generaría un caos y una violencia irrefrenable que nos convertiría en una colcha sangriento de facciones, tal como lo hicieron en Libia, Irak, Afganistán: Al fin de cuentas tiene los cómplices criminales que le regalarán, a cambio de la masacre de nuestros pueblos, sus recursos.
Al fin de cuentas no morirán blanquitos sino esa subespecie infrahumana que ha intentado erradicar a las malas de los EEUU, los hispanos, la piel canela, los del idioma dulce que quiere prohibir en el norte.
Qué nos depara la continuidad del gobierno de este mequetrefe, nada bueno por lo visto. Qué puede pasar si lo destituyen y llega en su reemplazo el señor Vance, mismo que hace unos días manifestaba que la delincuencia y la violencia en Canadá está vinculada a la inmigración de gentes de piel canela, vaya uno a saberlo.
No es que no nos importe, por supuesto que nos importa, ´pero salvo propender por la unidad y neutralizar a los cipayos regalones, nada podemos hacer. Al fin de cuentas eso fue lo que los estadounidenses eligieron.
Por ahora sigamos recordando la linda letra de esa canción dedicada a nuestras bellas mujeres latinas, hoy les propongo que se la dediquemos a nuestra América Latina, una región tan llena de magia y dulzura como ellas.
“Me importas tú y tú y tú y solamente tú y tú y tú
Me importas tú y tú y tú y nadie más que tú
Ojos negros piel canela que me llegan a desesperar”
CARLOS FAJARDO
PARA PRENSA MERCOSUR
