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Es indudable, este año será clave para la izquierda mexicana: su candidato presidencial terminará definiendo el rumbo de la denominada ‘Cuarta Transformación’, el proyecto político del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Hasta el momento son cinco los aspirantes, cuatro de ellos militantes del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena); y el quinto, un diputado federal por el Partido del Trabajo (PT).

Si bien todos ellos se adscriben en la izquierda, son perfiles muy distintos entre sí. Cada uno, con sus respectivas trayectorias, enfrenta dificultades y retos que habrá de sortear con vistas a convertirse en el candidato que buscará dar continuidad al proceso de cambio iniciado en 2018.

Claudia Sheinbaum, la ‘favorita’ del presidente

Igual que varios sus compañeros de la ‘Cuarta Transformación’, y a pesar de sus responsabilidades a cuestas como jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum ha estado aprovechando los fines de semana para visitar diversas entidades de la República, lugares donde es poco conocida.

Además, en los últimos meses se han observado pintas en bardas en diversos estados del país, así como la contratación de anuncios espectaculares con la leyenda #EsClaudia, acompañada de la silueta de la jefa de Gobierno.

Desde la oposición se le ha acusado de actos anticipados de campaña. Sin embargo, Sheinbaum rechaza que sean ella y su equipo los responsables de la promoción de su imagen.

De acuerdo con su versión, se trata de muestras de apoyo “espontáneas”, pagadas con el dinero de sus simpatizantes.

Desde la oposición —e incluso también varios integrantes del oficialismo—, aseguran que la propaganda a favor de Sheinbaum se trata de una maniobra dirigida a resolver una de sus principales debilidades: su bajo nivel de popularidad en escala nacional.

Para resarcir este ‘talón de Aquiles’, la jefa de Gobierno además de realizar sus giras los fines de semana, ha buscado mantenerse muy cerca del presidente López Obrador, cuya aprobación permanece imbatible a más de cuatro años de Gobierno.

El presidente ha negado tener favoritismos. Sin embargo, la cercanía con la jefa de Gobierno de la capital del país es evidente. Una vez a la semana Sheinbaum acude al Palacio Nacional a una reunión en materia de seguridad donde participan López Obrador y su gabinete.

Nada garantiza que el alto nivel de respaldo popular del que goza López Obrador vaya a transferirse en automático a Sheinbaum.

En la marcha convocada por el mandatario a finales de noviembre del año pasado, del Ángel de la Independencia al Zócalo de la Ciudad de México, a Sheinbaum se le vio muy cerca del mandatario durante el recorrido de casi seis horas, codo a codo, sin despegarse.

Aunque hasta el momento se mantiene en los primeros lugares de las encuestas junto con Marcelo Ebrard, nada garantiza que el alto nivel de respaldo popular del que goza López Obrador vaya a transferirse en automático a quien gobierna la capital del país.

Marcelo Ebrard, la tercera es la vencida

En 2024 el actual canciller de México, y aprendiz político del fallecido Manuel Camacho Solís, buscará convertirse en candidato a la Presidencia de la República después de varios intentos fallidos.

Marcelo Ebrard asegura que es un cargo para el que se ha “preparado toda la vida”. Su pasión por la política la descubrió tan pronto egresó de El Colegio de México como licenciado en relaciones internacionales y, desde entonces, ha buscado involucrarse en la toma de decisiones.

Dos han sido los intentos previos de Ebrard. El primero, en la víspera de las elecciones presidenciales de 2012, cuando midió sus fuerzas frente a López Obrador a través de una encuesta.

El actual canciller recuerda que fue una encuesta “muy cerrada”, en la que López Obrador lo superó por pocos puntos.

Aunque pudo haberla impugnado, destaca, tomó la decisión, por convicción propia, de respetar los resultados: a ese acuerdo había llegado con el político tabasqueño.

Luego de desempeñarse como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, de 2006 a 2012, Ebrard quedó marginado de la arena política.

En ese momento se vio envuelto en un escándalo por fallas en la construcción de la Línea 12 del Metro, cuyas obras había iniciado su Gobierno, pero cuyos desperfectos quedaron al descubierto durante la administración de su sucesor, Miguel Ángel Mancera, actualmente senador por el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Uno y otro se achacaron responsabilidades por las fallas técnicas del megaproyecto de infraestructura.

La pugna escaló a tal punto que Ebrard llegó a denunciar “persecución política” en su contra.

En la elección intermedia de 2015 buscó perfilarse como candidato a diputado federal por Movimiento Ciudadano (MC) —hoy un partido político opositor al Gobierno del presidente López Obrador—, sin embargo, a la postre abandonó esta aspiración.

Su objetivo era crecer políticamente desde el Congreso para, luego, en 2018, volver a intentar ser candidato a la Presidencia.

Sin embargo, en medio de tensiones políticas, finalmente decidió mudarse a París hasta que López Obrador lo convocó para apoyar la campaña electoral que finalmente lo llevó a ganar la Presidencia.

Hoy al frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), Ebrard no pierde la oportunidad de lanzar mensajes a través de sus redes sociales con el ánimo de ganar simpatizantes.

En diciembre del año pasado, anunció que emprendería una gira para visitar 300 distritos electorales a lo largo y ancho del país con el objetivo de ganar la encuesta del oficialista Morena y convertirse finalmente en el abanderado presidencial de la izquierda.

Adán Augusto, la ‘mano derecha’ del presidente

Adán Augusto López Hernández, actualmente titular de la Secretaría de Gobernación (Segob), es uno de los hombres de mayor confianza del presidente y ha jugado un rol fundamental dentro del Gobierno.

Bien sea para apaciguar turbulencias políticas, negociar con la oposición o promover las iniciativas del presidente en el Congreso, Adán Augusto ha sido un hombre clave de la ‘Cuarta Transformación’.

No es solo que la Segob tenga entre sus responsabilidades garantizar la gobernabilidad, sino que ha desempeñado un papel estratégico como defensor, en diferentes ámbitos, del proyecto político del mandatario.

Su cercanía se remonta a la década de 1980, en los inicios de la carrera política de López Obrador, cuando comenzó a construir un liderazgo en el plano regional, desde el estado natal de ambos, Tabasco.

A Adán Augusto se le califica como incondicional de López Obrador. Razones sobran. López Hernández llegó a la Secretaría de Gobernación a pedido del presidente, cuando se desempeñaba como gobernador de Tabasco.

López Obrador lo llamó para darle una mayor cohesión a su Administración. La titular de Gobernación en aquel momento, Olga Sánchez Cordero, se había revelado como una funcionaria pública incapaz de estar a la altura de las circunstancias.

Desde que llegó al Palacio de Cobián, sede de la Secretaría de Gobernación, López Hernández ha demostrado ser un paladín del presidente.

Hasta ahora sus aspiraciones para convertirse en candidato a la Presidencia se han mantenido en un bajo perfil, evitando entrar en ‘dimes y diretes’ con integrantes del oficialismo. Con todo, poco a poco, su popularidad ha ido aumentando en las encuestas.

Hay quien piensa que Adán Augusto es una especie de ‘as bajo la manga’. Esto es, si alguno de los aspirantes con mayor popularidad llegara a sufrir un descalabro político en el camino, López Hernández sería entonces ungido como candidato presidencial.

Ricardo Monreal, lidiando eternamente con el ‘fuego amigo’

De los cinco que aspiran a convertirse en el candidato presidencial de la izquierda, Ricardo Monreal, actualmente senador de la República, es quien ha tenido más fricciones con el presidente.

De acuerdo con la versión del legislador morenista, el distanciamiento con el mandatario comenzó a partir de mediados de 2021.

Asegura que, por esas fechas, fue víctima de una “intriga palaciega”: le hicieron creer al presidente López Obrador que él había sido responsable de la debacle electoral del oficialismo en la capital del país.

Monreal rechaza esta acusación, asegura que el descalabro de Morena y sus aliados obedeció a la gestión de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Sheinbaum, y no a que él hubiera apoyado a los candidatos de la oposición.

Las fricciones entre Monreal y Sheinbaum comenzaron en 2018, cuando ambos compitieron para hacerse de la candidatura a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

En aquel momento, Monreal se inconformó con los resultados de la encuesta mandada a hacer por su partido; sostuvo que el ejercicio no había sido transparente, que no confiaba en los resultados.

En plena campaña electoral rumbo a la Presidencia, López Obrador conversó con Monreal y lo convenció de evitar una ruptura, ofreciéndole ser presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara Alta. Monreal aceptó.

Desde 2021, sin embargo, los desencuentros entre ambos no han cesado. Varias han sido las críticas de Monreal a las iniciativas enviadas por el mandatario al Congreso, incluso ha calificado varias de ellas como inconstitucionales.

Por otro lado, a Claudia Sheinbaum la llegó a acusar el año pasado de estar detrás de una campaña de desprestigio en su contra a través de redes sociales, de buscar derrotarlo a la mala.

Sin embargo, en la medida en que la encuesta para elegir al candidato se aproxima, en las últimas semanas Monreal ha mostrado un talante más conciliatorio, evitando contradecir al presidente y hasta halagando a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

Gerardo Fernández Noroña, por profundizar la transformación

El diputado federal Gerardo Fernández Noroña es el único aspirante a ser candidato por el movimiento progresista que no milita en el partido oficial. También es el único que no ha desempeñado funciones de Gobierno.

Sociólogo de formación marxista por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y ex vocero del PRD, el legislador por el Partido del Trabajo se dice listo para ganar la encuesta.

Asegura que sus propuestas son las únicas que buscan profundizar el proceso de transformación iniciado por el presidente. No son solo para dar continuidad como las de sus compañeros aspirantes, explica, sino para apretar el paso.

Fernández Noroña propone lanzar un programa nacional de vivienda, garantizar el derecho a la alimentación, así como recuperar la industria petrolera, carreteras, puertos, aeropuertos y todos los proyectos de infraestructura que fueron privatizados durante Gobiernos anteriores.

Otra de sus propuestas es llamar a un Congreso Constituyente, para que se redacte una nueva Constitución que restablezca los derechos de la Carta Magna de 1917, la que se promulgó después de la Revolución Mexicana.

Fernández Noroña asegura que, a diferencia de sus compañeros del movimiento progresista, él se mueve abajo, visitando los municipios más apartados, escuchando las demandas de la gente.

Aunque en el grueso de los sondeos las preferencias por Fernández Noroña no superan un 15 %, el diputado federal considera que hasta el momento se ha subestimado su arrastre popular.

En todas las encuestas realizadas a través de redes sociales, puntualiza, él aparece como puntero.

La ‘carta de presentación’ de Fernández Noroña es su papel en la Cámara de Diputados: votar a favor las iniciativas enviadas por el Ejecutivo federal, respaldo de las propuestas de sus compañeros de movimiento y posicionamientos combativos a la hora de debatir con los legisladores de la oposición.

¿Será la encuesta o el presidente quien tome la decisión?

De los cuatros adversarios de Sheinbaum dentro del movimiento progresista, tres de ellos han expresado que es ella la favorita del presidente: Ebrard, Monreal y Fernández Noroña.

Los tres señalaron que, en la carrera para hacerse de la candidatura presidencial, “no hay piso parejo”. El tercero de plano convocó al presidente López Obrador a “sacar las manos” de la competencia dentro del oficialismo.

Sin embargo, cada vez que es cuestionada sobre este evidente respaldo del presidente para convertirse en la candidata presidencial de la izquierda, Sheinbaum niega que haya un trato especial hacia ella.

Sobre cómo se terminará decidiendo quién será el candidato, persisten dos hipótesis en el debate público. La primera, que el presidente López Obrador está convencido de que el candidato será elegido por el pueblo de manera democrática.

Sobre esta hipótesis se argumenta que el mandatario, tan no desea involucrarse en el proceso de selección interna, que por eso promovió la competencia de forma adelantada, para que cada uno de los aspirantes tuviera la libertad de mover sus fichas.

Por otro lado, sin embargo, hay quien sostiene que la candidatura presidencial será una decisión tomada desde el Palacio Nacional. Que la insistencia de López Obrador y los directivos del partido oficialista en realizar una encuesta, no es sino el pretexto para evitar a toda costa que la candidatura se decida de forma abierta, tal como lo solicita Monreal.

En definitiva, vienen meses decisivos para la izquierda. No solo por la relevancia que amerita la selección de su candidato a la Presidencia, sino porque, en caso de ruptura o fisuras al interior, se podría llegar a poner en entredicho la continuidad del proceso de transformación más allá del 2024.

actualidad.rt.com


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