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Sáb. Nov 23rd, 2024
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Mientras el mundo apenas está comenzando a recuperarse de los estragos de la COVID-19, ya se enfrenta a una posible pandemia provocada por un patógeno mucho más mortífero.

Desde hace mucho tiempo, la gripe aviar —llamada más formalmente influenza aviar—ha estado atemorizando a los científicos. Este patógeno, sobre todo la cepa H5N1, no ha infectado con frecuencia a los seres humanos, pero cuando lo ha hecho, ha causado la muerte del 56 por ciento de quienes se sabe que la han contraído. No ha generado una pandemia gracias a la poca capacidad que tiene de pasar con facilidad de una persona a otra, si es que lo hace.

Pero las cosas están cambiando. El virus, que desde hace mucho ha sido causante de epidemias entre las aves de corral, cada vez infecta a más aves migratorias, lo cual permite que su propagación sea mayor, incluso entre varios mamíferos, y que se incremente el riesgo de que una nueva variante pueda pasar a los seres humanos y se propague entre personas.

Hace poco se informó con preocupación que una cepa mutante de H5N1 no solo estaba infectando a los visones en una granja peletera de España, sino que lo más probable era que se estuviera propagando entre ellos, algo sin precedentes entre los mamíferos. Y aún peor, las vías respiratorias superiores de los visones son extraordinariamente adecuadas para servir de vectores hacia los seres humanos, señaló Thomas Peacock, un virólogo que ha investigado sobre la gripe aviar.

El mundo debe actuar ya, antes de que la H5N1 tenga la oportunidad de provocar una pandemia demoledora.

Contamos con muchas de las herramientas que se requieren, entre ellas las vacunas. Lo que hace falta es que se perciba como algo apremiante y se actúe de inmediato.

La mejor defensa contra un nuevo y mortal patógeno es combatir con mucha determinación los primeros brotes, algo que primero requiere detectarlo con rapidez. Estados Unidos, la Organización Mundial de la Salud y las autoridades sanitarias de todo el mundo ya cuentan con redes de vigilancia para la influenza, pero muchos especialistas en gripe aviar señalaron que, no creían que las redes estuvieran funcionando lo suficientemente bien para la gran amenaza que representa. Esa vigilancia tendría que darle prioridad a la gente que trabaja en el sector avícola, pero también extenderse más allá de él.

Thijs Kuiken, experto en gripe aviar en el Centro Médico de la Universidad Erasmus en Roterdam, Países Bajos, comentó que también se debe investigar si no hay gripe aviar en las granjas de cerdos, otra especie susceptible de contraer influenza. Las personas que interactúan con aves y animales silvestres, así como con mascotas de especies susceptibles como los hurones, también presentan mayor peligro. Pero no basta con detectarla; para eliminarla se requiere un gran esfuerzo y una buena coordinación a nivel mundial.

Por desgracia, se tiene que clausurar las granjas de visones, aun cuando esto implique matarlos. De todas maneras, casi siempre los matan a los seis meses de edad con el fin de obtener sus pieles. Es difícil imaginar una mejor forma de incubar y propagar un virus letal que dejar que evolucione entre decenas de miles de animales hacinados cuyas vías respiratorias superiores se parecen a las nuestras. Cuando en 2020 el coronavirus se propagó en las granjas de visones danesas y entre estos animales se generaron nuevas variantes que luego infectaron a los seres humanos, los esfuerzos para salvar la industria fueron infructuosos debido a que resultó imposible controlar los brotes.

Cuando diversas cepas de influenza han infectado de manera simultánea a la misma persona, estas pueden intercambiar segmentos de genes y dar origen a cepas nuevas más contagiosas. Todo lo que se necesita para iniciar una pandemia es que alguna persona que trabaje en una granja de visones y tenga influenza también se contagie de H5N1.

Para evitar esto, debe haber una gran disponibilidad de pruebas rápidas de fácil accesibilidad a nivel global, sobre todo para los trabajadores de la industria avícola y las personas que manejan aves o fauna silvestre. Además, hay que aumentar con rapidez las posibilidades que tienen las pruebas en la actualidad. En Estados Unidos tenemos 91 laboratorios de salud pública que pueden realizar pruebas para la influenza H5. Los resultados positivos se envían a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, donde análisis posteriores pueden detectar la H5N1 en aproximadamente 48 horas. Pero debe haber en proceso planes para incrementar la cantidad de pruebas e instalaciones donde hacerlas en caso de que aumente la demanda.

Tal vez la noticia más alentadora es que hay varias vacunas para la H5N1 ya aprobadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés) cuya seguridad y respuesta inmune han sido investigadas.

El gobierno de Estados Unidos cuenta con una pequeña reserva de vacunas contra la H5N1, pero esta no sería suficiente si hubiese un brote considerable. El plan que se tiene en la actualidad es producirlas en grandes cantidades si llegara a haber dicho brote, según la variante específica de la que se trate.

No obstante, este plan tiene muchos inconvenientes incluso en los escenarios más favorables. La producción de cientos de millones de dosis de una nueva vacuna podría tardar seis meses o más.

Resulta preocupante que, a excepción de una, todas las vacunas aprobadas se elaboren incubando cada dosis en un huevo. El gobierno de Estados Unidos tiene miles de gallinas en granjas secretas custodiadas por guardaespaldas (¡de verdad!). Pero estos guardaespaldas están ahí para repeler supuestos ataques terroristas, no un virus. Depender de las gallinas para producir vacunas contra un virus que tiene una tasa de letalidad del 90 al 100 por ciento en las aves de corral tiene las características de una versión nada chistosa del viejo acertijo: “¿qué fue primero, el huevo o la gallina?”.

La única empresa que elabora una vacuna contra la H5N1 aprobada por la FDA que no utiliza huevos espera poder producir 150 millones de dosis en un lapso de seis meses a partir de que se declare una pandemia. Pero hay 7000 millones de personas en el mundo.

Las plataformas basadas en ARNm usadas para la elaboración de dos de las vacunas contra la covid tampoco usan huevos. Scott Hensley, un especialista en influenza de la Universidad de Pensilvania, señaló que esas vacunas se pueden producir en grandes cantidades con mayor rapidez, hasta en tres meses. En la actualidad, no existen vacunas de ARNm contra la influenza que hayan sido aprobadas, pero se deben agilizar los trabajos para elaborar una.

Si la OMS va a proponer el incremento de la fabricación de vacunas a nivel global, necesita el respaldo de los países ricos y la cooperación de las grandes empresas farmacéuticas que tienen las patentes y los conocimientos para llevarla a cabo.

Uno de los grandes desafíos de almacenar vacunas contra la influenza es que con el tiempo estas pueden perder eficacia y que tienen que actualizarse a medida que surgen nuevas variantes. El gobierno de Estados Unidos no está seguro de si debe crear una gran reserva por el temor de que las vacunas almacenadas no sean eficaces contra alguna cepa que pueda ser causante de una pandemia y le preocupa que las reservas vayan a expirar. Las autoridades también tienen confianza en poder obtener con rapidez nuevas vacunas contra la influenza producidas de manera masiva.

Muchos especialistas en influenza me dijeron que incluso las vacunas más viejas podrían brindar algún tipo de protección contra casos graves o la muerte. Peter Palese, profesor de microbiología en la Escuela Icahn de Medicina en Monte Sinaí, quien creó los primeros mapas genéticos para los virus de la influenza A, B y C, me dijo que esas reservas serían especialmente útiles para los trabajadores esenciales.

En 2017, los CDC descubrieron que la vacuna H5N1 fabricada en 2004 y 2005 ayudó a proteger a los hurones contra un virus H5N2 en 2014. Unas investigaciones en 2006 revelaron que el 80 por ciento de las reservas de Estados Unidos de vacunas viejas contra el H5N1 seguían siendo potentes por todo un año después de que hubiera pasado su vida útil esperada de un año. En 2019, otro estudio encontró que las vacunas H5N1 producidas en 2004 seguían siendo potentes 12 años después.

También podríamos permitir la vacunación voluntaria, especialmente para los grupos de alto riesgo, como los trabajadores avícolas y los trabajadores de la salud, que estarían tratando a los pacientes en caso de que ocurran brotes. La vacunación voluntaria también podría arrojar datos a mayor escala sobre la seguridad y las dosis específicas de las vacunas. La vacunación de los trabajadores avícolas tiene el gran beneficio adicional de ayudar a eliminar los brotes en primer lugar.

Varios especialistas en influenza con los que he hablado lamentaron la falta de vacunas más generalizadas para pavos y gallinas. Si todas las aves de corral hubiesen sido vacunadas antes, tal vez la H5N1 nunca se habría transmitido tanto a las aves silvestres. Es tarde, pero es necesario que la vacunación masiva de las aves de corral y los cerdos de granja comience pronto.

Incluso podría ser de utilidad vacunar contra la influenza estacional a más personas, sobre todo a los trabajadores de las granjas de gallinas y cerdos. Con menos influenza estacional en el mundo, habría menos huéspedes para que el virus H5N1 infecte de manera conjunta, un proceso que puede dar origen a cepas de H5N1 que puedan propagarse con mayor facilidad.

Ya contamos con antivirales para la influenza, los cuales sirven para todas las cepas, pero tienen que administrarse pronto, lo cual requiere que se hagan pruebas generalizadas tempranas que sean de fácil acceso y de las que haya reservas suficientes y equitativas en todo el mundo.

Los científicos están trabajando en la elaboración de una vacuna universal contra la influenza que posiblemente sirva para todas las variantes, así como para las que puedan ser las causantes de futuras pandemias; tal vez sea una labor titánica, pero la inversión vale la pena.

Ha sido alarmante la velocidad de los acontecimientos. Hasta 2020, cuando la nueva cepa H5N1 comenzó a propagarse mucho entre las aves silvestres, la mayoría de los brotes importantes ocurrieron entre las aves de corral, pero ahora que las aves silvestres están sirviendo de vectores, no solo se trata del mayor brote ocurrido entre las aves de corral, que hasta ahora ha causado la muerte de al menos 150 millones de animales, sino que también está ampliando su alcance de manera constante, llegando incluso a otras especies de mamíferos, como los delfines y los osos.

En 2006, cuando los científicos descubrieron que la H5N1 no se había propagado con facilidad entre los seres humanos porque esta se instala en la parte profunda de los pulmones, Kuiken, del Centro Médico de la Universidad Erasmus, advirtió que si el virus evolucionaba de tal modo que se uniera a los receptores de las vías respiratorias superiores (desde las cuales podría ser transportado por el aire con mayor facilidad), aumentaría considerablemente el riesgo de que se produjera una pandemia entre los seres humanos. El brote en los visones de España es una señal de que podríamos estar transitando justamente por ese camino.

Cuesta trabajo imaginar señales de alerta más claras y preocupantes de una pandemia potencialmente terrorífica.

Podríamos tener suerte: en el pasado hemos tenido brotes de gripe aviar sin que haya propagación entre humanos. Pero sería ingenuo confiar que suceda así de nuevo. Una cepa pandémica puede tener una tasa de mortalidad mucho más baja que el 56 por ciento en los casos humanos conocidos hasta ahora, pero aun así podría ser mucho más letal que el coronavirus, que se estima que mató entre el 1 y el 2 por ciento de las personas infectadas antes de que hubiera vacunas o tratamientos disponibles. Las pandemias mortales de influenza ocurren regularmente en la historia humana y no esperan hasta que las personas se recuperen de un brote anterior, sin importar cuán cansados podamos sentirnos todos.

Esta vez, no solo tenemos la advertencia, sino también muchas de las herramientas que necesitamos para hacerle frente. No hay que esperar a que sea demasiado tarde.

NY Times


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