
German Avila, Ministro de Hacienda de Colombia
Colombia dio un paso decisivo en su estrategia de diversificación financiera internacional con la radicación ante el Congreso del proyecto de ley que permitiría su ingreso como miembro pleno al Nuevo Banco de Desarrollo, la entidad multilateral creada por los países BRICS y que integra también a economías emergentes como Bangladesh, Egipto y Uruguay. La iniciativa, presentada por el ministro de Hacienda, Germán Ávila Plazas, busca abrir un nuevo capítulo en el acceso a recursos de largo plazo para impulsar proyectos estratégicos que fortalezcan la competitividad y el desarrollo sostenible del país.
La propuesta llega en un momento en que Colombia busca ampliar sus alianzas financieras más allá de los organismos tradicionales con los que ya mantiene una relación consolidada, como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y la CAF. La incorporación al Nuevo Banco de Desarrollo representaría la posibilidad de diversificar las fuentes de crédito, mejorar condiciones de financiamiento y acceder a capital destinado a transformaciones estructurales en vivienda, energía limpia, movilidad, infraestructura vial y sistemas eléctricos resilientes.
El interés de Colombia se apoya en la creciente relevancia que ha adquirido el NBD desde su creación en 2015. En menos de una década, la institución ha aprobado más de 32.000 millones de dólares en créditos para proyectos de infraestructura, sostenibilidad y conectividad en países miembros, consolidándose como un actor que amplía el flujo global de capital hacia economías en desarrollo. Para Colombia, la posibilidad de incorporarse abre una ventana para acelerar obras estratégicas, fortalecer la transición energética y potenciar el desarrollo regional con alternativas de financiamiento más competitivas.
El proceso, sin embargo, requiere el aval del Congreso, dado que se trata de la adhesión a un tratado internacional. De obtener la aprobación legislativa, Colombia podría integrarse a una plataforma financiera que avanza en la consolidación de un sistema multilateral más amplio y multipolar, en el que las economías emergentes buscan mayor protagonismo y autonomía en la gestión de recursos para su propio desarrollo.
La eventual entrada al Nuevo Banco de Desarrollo sería, en ese sentido, un movimiento estratégico con impacto económico y geopolítico, que permitiría al país ampliar su capacidad de inversión, fortalecer la cooperación internacional y abrir oportunidades para proyectos públicos y privados que impulsen la modernización productiva y la sostenibilidad ambiental. Una decisión que, de concretarse, podría redefinir el mapa de financiamiento para el desarrollo en Colombia durante los próximos años.
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