
El primer domingo de Adviento 2025 marcará, el domingo 30 de noviembre, el arranque de un nuevo año litúrgico para los cristianos de todo el mundo. Se trata de un tiempo que, más allá de las luces y los preparativos externos de la Navidad, invita a una espera activa, vigilante y llena de esperanza, con la mirada puesta en el nacimiento de Jesús y en su promesa de volver al final de los tiempos.
A lo largo de las próximas cuatro semanas, la Iglesia en España y en el resto de Europa propondrá celebraciones, oraciones y gestos simbólicos para ayudar a los fieles a “poner el despertador” del corazón. El Adviento se vive como un periodo en el que se invita a revisar el estilo de vida, despertar la conciencia y recuperar el sentido más profundo de la Navidad, lejos de la mera rutina o de un consumismo desbordado.
Cuándo es el Primer Domingo de Adviento 2025 y cómo se organiza el calendario
El término Adviento procede del latín adventus, que significa “venida” o “llegada”. En la tradición cristiana, hace referencia a la venida de Jesucristo: su nacimiento en Belén, su presencia cotidiana en la vida de los creyentes y su retorno glorioso al final de la historia. Este tiempo abarca siempre cuatro domingos previos a la Navidad y comienza en la fecha más próxima a la fiesta de san Andrés (30 de noviembre).
En 2025, el Adviento comienza el domingo 30 de noviembre y concluye el miércoles 24 de diciembre, en la víspera de la celebración de la Nochebuena. Según el calendario litúrgico, las fechas de los domingos de Adviento 2025 quedan configuradas así:
- Primer domingo de Adviento: 30 de noviembre de 2025
- Segundo domingo de Adviento: 7 de diciembre de 2025
- Tercer domingo de Adviento (Gaudete): 14 de diciembre de 2025
- Cuarto domingo de Adviento: 21 de diciembre de 2025
Con la celebración del primer domingo, la Iglesia inicia el año litúrgico 2025‑2026, que será de Ciclo A. Esto significa que, durante los domingos, el eje de las lecturas evangélicas será el Evangelio según san Mateo, un texto que acompañará a las comunidades cristianas en su oración y en la reflexión dominical.

Un Adviento con dos grandes etapas: del final de los tiempos a la cercanía de la Navidad
La espiritualidad del Adviento no es uniforme. Tradicionalmente, la Iglesia lo estructura en dos grandes partes, con acentos distintos pero complementarios. Durante las dos primeras semanas, las lecturas bíblicas y la liturgia insisten en el anuncio del fin de los tiempos y en la llamada a la vigilancia: se recuerda que la historia se dirige hacia la venida definitiva de Cristo, el “Hijo del hombre”, que llegará de forma inesperada, tal y como señalan los textos evangélicos inspirados en los tiempos de Noé.
En estas jornadas iniciales, se subraya la invitación a “estar en vela”, expresión que en la tradición cristiana no se entiende como miedo al futuro, sino como actitud responsable: dejar las “obras de las tinieblas”, según formula san Pablo, y revestirse de la luz, con obras concretas de justicia, honradez y servicio a los demás.
Las dos últimas semanas de Adviento se orientan de modo más directo hacia la preparación de la Navidad. La liturgia pone el foco en los textos que anuncian el nacimiento de Jesús, en la figura de María, en José y en las profecías que hablan de la llegada de un Niño que será “Dios‑con‑nosotros”. Se trata de ir acercándose, paso a paso, al misterio del Dios que, según la fe cristiana, se hace cercano en un recién nacido y comparte la fragilidad humana.
En diferentes diócesis españolas, responsables de liturgia recuerdan que este doble movimiento —mirar al futuro último y recordar la primera venida de Cristo— ayuda a entender que el Adviento no es solo una cuenta atrás hacia el 25 de diciembre, sino una oportunidad para situar la propia vida ante Dios y ante los demás, con la intención de renovar actitudes y prioridades.
Símbolos del primer domingo de Adviento: color morado, vela de la esperanza y Gaudete
Uno de los rasgos más visibles del tiempo de Adviento es el cambio de color litúrgico. En las misas dominicales, los sacerdotes y diáconos visten ornamentos morados, un tono asociado a la preparación y la penitencia, que invita a la sobriedad y al recogimiento interior. Este color se mantiene a lo largo de todo el Adviento, con una excepción significativa: el tercer domingo, llamado “Gaudete”, en el que la tonalidad se suaviza en rosa para reflejar la alegría porque la Navidad se acerca.
Para muchos responsables de liturgia, como los que trabajan en las comisiones episcopales europeas, estos signos externos tienen sentido en la medida en que remiten a una actitud interior: el morado no solo recuerda la penitencia, sino también la esperanza en una vida nueva, en una humanidad más fraterna. En ese contexto, la sobriedad en la decoración de los templos (menos flores, música contenida) no está reñida con una alegría serena, que se hace más patente en el domingo Gaudete.
Junto al color de los ornamentos, las parroquias y muchas familias preparan la corona de Adviento, quizá el símbolo doméstico más conocido de este tiempo. Se trata de una corona de ramas verdes —que aluden a la vida que no se marchita— sobre la que se colocan cuatro velas, una por cada domingo. En distintos materiales pastorales se propone que tres velas sean moradas y una rosa, aunque también puede optarse por velas del mismo color.
En la tradición más extendida, cada vela está asociada a un valor clave del camino hacia la Navidad: la primera vela simboliza la esperanza, la segunda la paz, la tercera la alegría y la cuarta el amor. La práctica de encender, domingo tras domingo, una vela más, quiere expresar que la luz crece progresivamente a medida que se acerca el nacimiento de Jesús, considerado por la fe cristiana como la “Luz del mundo”.
Los textos oficiales de bendición de la corona, recogidos en libros litúrgicos usados en España, subrayan precisamente esa idea: mientras la corona va ganando brillo con cada cirio encendido, se pide que la comunidad cristiana se deje iluminar por Cristo y abandone las tinieblas de la indiferencia, la injusticia o la violencia.

El primer domingo de Adviento 2025 en la vida de las comunidades: liturgia, homilías y oración
La celebración del Primer Domingo de Adviento 2025 estará marcada, en las parroquias de España y de otras iglesias europeas, por una liturgia que insiste especialmente en la vigilancia y la conversión. El Evangelio de Mateo presenta a Jesús advirtiendo a sus discípulos de que la venida del Hijo del hombre será inesperada, como ocurrió en los días de Noé, cuando la gente se ocupaba de sus asuntos cotidianos sin percibir lo que estaba a punto de suceder.
Las homilías de este domingo suelen unir ese mensaje con las palabras de san Pablo, que anima a los creyentes a “espabilarse” y dejar a un lado las obras de las tinieblas, es decir, aquello que alimenta la indiferencia o el egoísmo. Numerosos comentarios pastorales advierten de la tentación de reducir la vida cristiana a una rutina de ritos: misa ocasional, alguna confesión esporádica, rezos mecánicos. El Adviento, señalan, es un llamado a redescubrir el dinamismo original del Evangelio, centrado en el amor concreto al prójimo.
En esta línea, no pocas reflexiones espirituales —difundidas tanto en hojas dominicales como en páginas web de diócesis y congregaciones— invitan a preguntarse si en la vida creyente hay todavía creatividad, entusiasmo y compromiso comparables a los que se ponen en proyectos laborales, estudios o aficiones. La propuesta es aprovechar el Adviento para revisar cómo se vive la fe en lo cotidiano: en la familia, en el trabajo, en el barrio, y hasta qué punto se nota en una actitud de servicio y de preocupación por quienes más sufren.
En muchas comunidades, la misa del primer domingo de Adviento se enmarca en una verdadera “monición de entrada” que subraya la coherencia entre las luces y adornos navideños de las calles y la necesidad de no olvidar a quienes carecen de lo imprescindible. Se recuerda, por ejemplo, que no tiene sentido un derroche de regalos y celebraciones si al mismo tiempo se desatiende a personas que viven en soledad, en pobreza energética o sin recursos para una vida digna.
Vivir el primer domingo de Adviento en familia y en casa
Además de las celebraciones en las parroquias, numerosas diócesis y movimientos en España recomiendan dar un protagonismo especial a la oración en familia durante el primer domingo de Adviento. La corona se coloca habitualmente en un lugar visible del hogar, quizá junto a una imagen de la Virgen María o junto al futuro belén, de manera que se perciba como un signo cotidiano de esperanza.
Las propuestas de liturgia doméstica incluyen un esquema sencillo: un monitor (puede ser cualquiera de los presentes) introduce el sentido del Adviento; uno o varios lectores proclaman un breve texto bíblico —frecuentemente un pasaje del profeta Isaías o una lectura del Evangelio—; después se invita a rezar por distintas intenciones y, finalmente, se enciende la primera vela morada mientras se canta o se escucha un canto apropiado.
Durante esta primera semana de Adviento, muchos materiales pastorales animan a que familias y comunidades fijen algún gesto concreto: dedicar un tiempo especial a la lectura del Evangelio, renunciar a un gasto superfluo para destinarlo a una campaña solidaria, recuperar algún espacio de diálogo en casa o visitar a una persona que atraviesa un momento difícil. La idea de fondo es que la esperanza no se reduzca a un sentimiento vago, sino que tenga traducción en actos visibles.
Junto a la corona y la oración, se ha generalizado en los últimos años el uso de calendarios de Adviento. Aunque muchos de los que se venden en comercios tienen un enfoque fundamentalmente comercial —chocolatinas, pequeños juguetes, frases motivacionales—, distintas parroquias y movimientos han adaptado el formato para dotarlo de un contenido más espiritual. Así, se proponen calendarios con citas del Evangelio, propósitos diarios o gestos de caridad que ayuden a recordar cada día que se está caminando hacia la Navidad.
En algunas iniciativas, este calendario se combina con el llamado árbol de Jesé, un recurso catequético que repasa, día a día, las figuras bíblicas que anteceden a Jesús en la historia de la salvación. Cada jornada se añade un símbolo o una pequeña imagen al árbol, de modo que se visualiza el proceso histórico que culmina en el nacimiento de Cristo.
Recursos pastorales y digitales en España y Europa para acompañar el Adviento
Conscientes de que muchas personas viven este tiempo con prisas y cierta dispersión, diversas congregaciones y diócesis en España han puesto en marcha proyectos específicos para acompañar el Adviento de 2025. Entre ellos se encuentran páginas web temáticas, materiales descargables, propuestas de oración diaria y contenidos adaptados para niños, jóvenes y adultos.
Algunas iniciativas ofrecen un calendario interactivo en el que, desde el primer domingo de Adviento hasta las fiestas posteriores a la Navidad —como la solemnidad del Bautismo del Señor—, se puede acceder a la lectura del Evangelio de cada día, a una breve reflexión espiritual y a sugerencias prácticas para llevar el mensaje a la vida concreta. También se ponen a disposición homilías dominicales, catequesis, manualidades para los más pequeños y orientaciones para celebrar la misa con niños.
Los secretariados diocesanos de espiritualidad suelen preparar, para cada ciclo litúrgico, materiales específicos de Adviento y de Navidad. Entre ellos se encuentran guías para grupos parroquiales, recopilaciones de textos litúrgicos con comentarios, esquemas de oración comunitaria, propuestas para retiros y fichas de reflexión centradas en el Evangelio de san Mateo, que será el hilo conductor del año litúrgico A.
La oferta de recursos no se limita al papel. En los últimos años se han multiplicado las propuestas audiovisuales, con vídeos breves, meditaciones grabadas y recomendaciones de películas que pueden verse en familia durante el Adviento. La idea es aprovechar también los medios digitales para cuidar la vida interior y facilitar momentos de silencio y recogimiento en medio de la actividad diaria.
En paralelo, diversas parroquias y movimientos insisten en que, más allá de la abundancia de contenido, lo esencial es que el primer domingo de Adviento sirva para abrir un pequeño espacio de silencio, escucha de la Palabra y conversión personal. Desde ahí, se invita a que cada creyente asuma un compromiso sencillo pero realista que le acompañe hasta la noche del 24 de diciembre.
Una llamada a la vigilancia, la justicia y la fraternidad
El mensaje bíblico de este primer domingo de Adviento, especialmente en las lecturas de Isaías, san Pablo y el Evangelio de Mateo, tiene una dimensión personal y social. Por una parte, se llama a cada creyente a despertar del adormecimiento interior, a revisar sus hábitos y a dejar lo que se describe como “obras de las tinieblas”: divisiones, envidias, excesos, egoísmos.
Por otra, se plantea una visión de futuro en la que, según la profecía de Isaías, las espadas se forjarán en arados y las lanzas en podaderas. Este lenguaje simbólico remite a un horizonte de paz y justicia en el que los pueblos dejan de prepararse para la guerra y orientan sus fuerzas a la construcción de una convivencia más humana. En ese sentido, el Adviento se entiende también como un tiempo para implicarse en la transformación de la realidad y no solo como una espera intimista.
Desde distintas homilías y comentarios, se subraya que la “revolución” que Jesús pone en marcha —una revolución de amor fraterno y servicio— sigue siendo una tarea pendiente: la historia muestra avances y también muchas resistencias. Los fieles son invitados a preguntarse hasta qué punto su forma de trabajar, consumir, relacionarse o ejercer responsabilidades refleja ese estilo de vida inspirado en el Evangelio.
En esta clave, el trabajo cotidiano —ya se trate de las tareas domésticas, de un empleo cualificado o de cualquier otro oficio— se presenta como un lugar privilegiado para vivir el espíritu del Adviento: cuando se realiza con actitud de servicio, buen humor y preocupación por el bien de los demás, puede convertirse en un modo de preparar el camino al Señor en medio de la sociedad.
La corona de Adviento, la primera vela, el color morado de los ornamentos o los cantos propios de este tiempo son, en definitiva, recordatorios visibles de una invitación más profunda: la de dejar que la vida se abra a la luz de Dios y, a la vez, a las necesidades concretas de quienes nos rodean, especialmente de los más vulnerables.
Con el primer domingo de Adviento 2025, las comunidades cristianas en España y en Europa inician un nuevo tramo del camino litúrgico que desembocará en la Navidad. Entre coronas de ramas verdes, velas encendidas poco a poco y oraciones compartidas en familia o en las parroquias, este tiempo se presenta como una oportunidad para reorientar la propia vida, cultivar la esperanza y fortalecer la fraternidad. Quienes decidan vivirlo con calma y atención encontrarán en estos días un espacio privilegiado para redescubrir el sentido de la venida de Jesús y dejar que su luz ilumine decisiones, relaciones y proyectos.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/primer-domingo-de-adviento-sentido-fecha-y-celebraciones-liturgicas/
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