
La emisión sostenida de ceniza en el volcán Puracé, acompañada de un aumento notable de sismos internos y gases, ha llevado a las autoridades colombianas a activar todos los mecanismos de vigilancia y preparación. Aunque el comportamiento del macizo no implica que una erupción sea inminente, sí sitúa a la zona en un escenario delicado que requiere máxima atención.
El Servicio Geológico Colombiano (SGC) y la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) han confirmado que el nivel de alerta se encuentra en naranja, lo que supone fase de alistamiento ante un posible episodio eruptivo. Este cambio responde a variaciones claras en los parámetros de monitoreo, sobre todo en lo que respecta a la dinámica de fluidos, la sismicidad y las columnas de ceniza que se elevan sobre el cráter.
Emisión de ceniza y cambio a alerta naranja en el Puracé
Según los últimos comunicados del SGC, se ha registrado un incremento notorio en la actividad sísmica vinculada al movimiento de fluidos en el interior del volcán. Estos sismos están directamente relacionados con la salida de gases y material particulado que se proyecta a la atmósfera, formando columnas de ceniza que superan de forma recurrente los 1.000 metros de altura y se dispersan principalmente hacia el noroccidente.
El observatorio Vulcanológico y Sismológico de Popayán ha detallado que las columnas de vapor, gases y ceniza se han observado desde varias veredas del municipio de Puracé y desde la cabecera de Coconuco. En sectores como Cristales, Anambío, Alto Michabala y Chapío, la caída de ceniza se ha hecho notar, afectando la calidad del aire y obligando a reforzar las recomendaciones de protección personal y del agua de consumo.
Para los organismos técnicos, este patrón de emisión de ceniza y gases supone una alteración significativa en el comportamiento del sistema volcánico, que forma parte de la cadena de Los Coconucos. El cambio de nivel de alerta de amarillo a naranja se ha sustentado en el aumento simultáneo de energía sísmica, deformación del edificio volcánico y mayor vigor de las columnas eruptivas, todos indicadores de una inestabilidad que no puede pasarse por alto.
El SGC ha recalcado en varias ocasiones que la alerta naranja no significa que la erupción vaya a producirse de manera inmediata, sino que la probabilidad de que ocurra es ahora mayor que en semanas previas. Por ello, se activa el estado de alistamiento, que contempla tanto la respuesta institucional como la preparación de las comunidades cercanas.
Además, los expertos han advertido que es esperable que la actividad del volcán presente altibajos; puede haber días con menos sismos o menores columnas de ceniza que otros, pero esas fluctuaciones no deben interpretarse como un retorno automático a la normalidad. Cualquier cambio de nuevo hacia un nivel de alerta inferior requeriría un periodo prolongado de evaluación y tendencias claras de estabilidad.
Riesgos asociados: gases, ceniza y posible actividad eruptiva
Las autoridades científicas han insistido en que, bajo el actual escenario, el Puracé puede generar sismicidad de niveles moderados a altos, emisiones frecuentes de ceniza, erupciones pequeñas y expulsión de rocas en la zona del cráter. También se contempla un incremento en la deformación de la superficie volcánica y en la intensidad de las columnas de vapor y gases, lo que eleva el nivel de amenaza para quienes se acerquen a las partes altas.
Uno de los riesgos más inmediatos es la exposición a gases volcánicos y partículas de ceniza, que pueden causar irritación en ojos, piel y vías respiratorias. Por este motivo, los organismos de gestión del riesgo reiteran que no es prudente aproximarse al cráter ni transitar por áreas inestables, ya que pueden producirse emisiones súbitas o aumentos repentinos de actividad sin previo aviso visible para la población.
Además de los efectos sobre la salud, la ceniza volcánica puede afectar cultivos, pastos, infraestructuras y cuerpos de agua. La recomendación es cubrir depósitos de agua potable, bebederos de animales y sistemas de recogida de lluvia para evitar la contaminación, así como proteger equipos sensibles y limpiar de forma adecuada las superficies donde se acumule el material fino.
En este contexto, el SGC ha subrayado que las emisiones actuales forman parte de un proceso dinámico más amplio del sistema volcánico, que viene mostrando cambios graduales desde hace varios años. El seguimiento que realizan las estaciones de monitoreo permite identificar variaciones en tiempo casi real y emitir avisos rápidos a las autoridades competentes.
De cara a la población, la prioridad es que las comunidades entiendan que el escenario puede evolucionar con rapidez. Una intensificación repentina de la emisión de ceniza o un aumento brusco de la sismicidad podría forzar la adopción de medidas adicionales, incluidas restricciones de acceso más severas y, llegado el caso, evacuaciones preventivas en sectores específicos.
Medidas de autoprotección y actuación de las autoridades
Ante la combinación de sismos y emisión de ceniza, las instituciones responsables han difundido una batería de recomendaciones dirigidas a residentes y visitantes de la zona de influencia del Puracé. El mensaje es claro: la autoprotección y la información verificada son claves para reducir el riesgo en un entorno tan cambiante.
Entre las pautas más insistentes se encuentran no acercarse al cráter ni a las laderas altas del volcán, debido al posible impacto de gases, proyectiles rocosos y caída intensa de ceniza. Se pide también evitar desplazamientos recreativos hacia el área volcánica mientras dure el nivel de alerta naranja, tanto por seguridad personal como para facilitar el trabajo de los equipos de monitoreo y de emergencia.
Para la vida diaria, se recomienda utilizar mascarilla o tapabocas, proteger los ojos con gafas adecuadas y cubrir la piel cuando haya presencia visible de ceniza en el ambiente. Las familias deben resguardar fuentes de agua potable, pozos y tanques mediante lonas o tapas, así como mantenerse atentas a cualquier instrucción sobre almacenamiento de agua y alimentos en caso de que sea necesario permanecer en casa por un tiempo prolongado.
En el plano institucional, la UNGRD ha instado a alcaldías, gobernaciones y organismos locales a activar y reforzar sus estrategias territoriales de respuesta. Esto incluye revisar y socializar rutas de evacuación, puntos de encuentro, albergues temporales y planes de comunicación de emergencias. Se contempla, además, la posibilidad de ordenar evacuaciones preventivas en sectores con mayor exposición, siempre en coordinación con los comités de gestión del riesgo.
Las entidades técnicas recuerdan que la única información que debe considerarse para la toma de decisiones es la emitida por el SGC, la UNGRD y las autoridades competentes. Se desaconseja seguir rumores o mensajes no verificados que circulen por redes sociales, ya que pueden generar alarma innecesaria o, por el contrario, llevar a subestimar el riesgo real.
Cómo se monitoriza el volcán Puracé y qué se sabe de su historia reciente
El Puracé es considerado uno de los volcanes más activos de Colombia y forma parte de la cadena volcánica de Los Coconucos, en la cordillera Central. Se trata de un estratovolcán, es decir, un edificio cónico de gran altura compuesto por capas sucesivas de lava y materiales piroclásticos, caracterizado por episodios eruptivos que pueden combinar explosiones con flujos de lava relativamente viscosos.
En su morfología destaca un cono truncado con dos cráteres concéntricos, además de una intensa actividad fumarólica tanto en el interior del cráter principal como en su flanco norte. El volcán se asienta sobre un edificio más antiguo, en el borde de la caldera Chagartón, y sus depósitos están dominados por piroclastos y coladas de lava de composición andesítica, típicos de los volcanes de arco en esta región andina.
La actividad eruptiva de mayor entidad registrada en tiempos recientes se remonta a marzo de 1977, cuando se produjo una erupción considerada considerable en términos de volumen emitido y alcance. Desde entonces, el Puracé ha mantenido episodios menores, con incrementos de sismicidad, emisiones de gases, deformación del terreno y pequeñas erupciones que han obligado a sostener un seguimiento minucioso de su evolución.
El monitoreo continuo se reforzó a partir de mediados de los años ochenta y especialmente desde 2007, cuando se consolidó una red instrumental con decenas de estaciones y sensores dedicados a registrar sismos, variaciones de deformación, cambios en la composición y flujo de gases, temperatura y otros parámetros geofísicos y geoquímicos. Actualmente, el SGC dispone de un número elevado de puntos de medición distribuidos alrededor del edificio volcánico, lo que permite una vigilancia prácticamente permanente.
Gracias a esta infraestructura, las autoridades pueden detectar variaciones sutiles en el comportamiento interno del volcán con mayor anticipación que en décadas pasadas. Esta capacidad es clave para emitir boletines de alerta, ajustar los niveles de riesgo y coordinar con los organismos de protección civil las medidas que se consideren necesarias para salvaguardar a la población.
Impacto en las comunidades cercanas y lecciones para la gestión del riesgo
El área de influencia del Puracé se extiende principalmente sobre comunidades indígenas y campesinas del departamento del Cauca, muchas de ellas con una relación histórica y cultural muy estrecha con el territorio volcánico. Las veredas y pequeños núcleos rurales situados en las laderas y valles adyacentes están acostumbrados a convivir con fumarolas, aguas termales y otros signos de actividad geotérmica, pero el actual escenario de alerta naranja incrementa la preocupación y obliga a reforzar los lazos entre instituciones y población.
En las últimas semanas, la caída de ceniza reportada en distintas veredas ha afectado actividades cotidianas, como la agricultura, el pastoreo y los desplazamientos. Algunas familias han tenido que adaptar rutinas, proteger mejor sus cultivos y dedicar más tiempo a la limpieza de techos y depósitos de agua. En paralelo, se están llevando a cabo jornadas de socialización sobre planes de emergencia y rutas de evacuación.
El caso del Puracé sirve también para reflexionar sobre la gestión del riesgo volcánico en otros territorios de la región andina y del resto del mundo. Sistemas de alerta temprana robustos, redes de monitoreo bien mantenidas y una comunicación clara entre científicos, autoridades y ciudadanía son elementos esenciales para reducir el impacto de posibles erupciones.
En el contexto europeo, donde volcanes como el Etna, el Vesubio o los sistemas de Islandia cuentan con vigilancia avanzada, la experiencia colombiana refuerza la idea de que la preparación comunitaria y la educación sobre amenazas geológicas son tan importantes como la tecnología de monitoreo. Compartir metodologías, protocolos y buenas prácticas entre países con actividad volcánica activa ayuda a mejorar la respuesta global ante fenómenos de este tipo.
Mientras se mantiene la alerta naranja, las autoridades colombianas continúan supervisando de forma permanente cualquier cambio en la emisión de ceniza, la sismicidad y la deformación del Puracé. Cada actualización de datos se convierte en una pieza más para entender la evolución del sistema y ajustar las acciones a pie de campo.
La situación del volcán Puracé ilustra cómo un incremento en la emisión de ceniza, combinado con sismos asociados al movimiento de fluidos y una inestabilidad sostenida del sistema volcánico, basta para activar un complejo entramado de vigilancia científica, gestión del riesgo y organización comunitaria. Aunque no se puede anticipar con exactitud si habrá o no una erupción a corto plazo, la respuesta coordinada entre instituciones y población, junto con el seguimiento instrumental continuo, se consolida como la mejor herramienta para afrontar un escenario cambiante sin caer ni en la alarma injustificada ni en la confianza excesiva.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/emision-de-ceniza-en-el-volcan-purace-eleva-la-alerta-a-naranja-y-refuerza-la-vigilancia/
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