DEL ACOSO

Los hechos que son reiterados, vergonzosos, indefendibles y denigrantes de nuestra condición humana y de nuestra sociedad tan proclive a la violencia, a la insolidaridad y el irrespeto al diferente, al vulnerable, al débil, han puesto nuevamente en la palestra pública el tema del acoso y particularmente el acoso a la mujer.

Deja de todas maneras un dejo de inconformidad el que en los diferentes testimonios se haga énfasis en tan solo una de sus formas, sin duda una de las más infames y frecuentes, el acoso sexual. La magnitud de la controversia es tal que ahoga algunas certidumbres que son de todos compartidas y conocidas: el acoso sexual es, como ya lo dijimos, una de las formas más aberrantes, pero dista mucho de ser la única forma de acoso.

Hay también acoso laboral, una de cuyas expresiones más comunes es el que para una mujer es mucho más difícil, por una parte, conseguir empleo, por otra hacerlo en condiciones consideradas estándar tanto en lo referente a la calidad e intensidad del mismo, como también en cuanto a su remuneración. Eso sin dejar de tener en cuenta que la condición de ser madre y ama de casa, en una sociedad patriarcal y pacata como la nuestra, implica que la mujer asuma tareas, tanto o más requirentes una vez cruza el umbral de la puerta de su residencia que las que cumple en su lugar de trabajo.

Si le preguntan a un personaje como Claudia López, tan hábil a la hora de montarse en cruzadas que le pueden resultar en buenos dividendos políticos, pese a su extraño silencio en las últimas semanas ante los casos de feminicidio, abuso sexual y acoso que se han denunciado en diversas instancias y escenarios: Congreso, Transmilenio, Política, la Urbe caótica e insegura que ha sido y, al parecer, será su legado, diríamos que compartiría lo expresado en los párrafos que anteceden, seguramente propondría un hashtag o una firmatón, como la que por esos días propuso para presuntamente combatir la “impunidad” y que no le ha resultado para nada tan exitosa como su falso compromiso anticorrupción.

Entonces deberíamos preguntarle acerca de los casos de acoso y maltrato que se han presentado entre sus subordinadas que han terminado por requerir servicios de apoyo psicoterapéutico, si no de internación en clínicas de reposo, casos de los cuales ella sería la protagonista principal.

Punto aparte los casos de persecución judicial artera e infame como la que se ha presentado con la Gerente en propiedad de la Subred Centro Oriente, a quien ha mantenido suspendida utilizando in extremis artilugios legales a partir de la apertura en forma escalonada de investigaciones de cuestionable procedencia y pertinencia a cargo de sus abogados de bolsillo de la dirección de asuntos disciplinarios de la alcaldía, amén de las más de 50 investigaciones que se le han generado en los órganos de control por fortuna garantistas y que paulatinamente se han venido cerrando por falta de mérito para llevar a una sanción por mínima que sea, pero que, de todas maneras, tienen la virtud de generar y mantener en la afectada un permanente estado de desasosiego.

Hace unos días una valiente concejala, la Dra. María Victoria Vargas, abrió sus canales para que las mujeres que se sintieran víctimas de acoso no sólo sexual, sino de cualquier naturaleza, denunciaran sus casos sin temor a ser señaladas, vituperadas, acusadas, cuestionadas, revictimizadas por sus poderosos victimarios. Desde esta tribuna invitamos a las mujeres que se han visto afectadas por acoso laboral o judicial desde la propia alcaldía para que denuncien sus casos.

A Claudia López la reconocemos como la mujer embustera y manipuladora que engañó a la ciudadanía con su discurso anticorrupción para llegar a ocupar una alcaldía que ha sido dura y continuamente cuestionada por hechos vituperables y documentados de corrupción, la misma que ahora se hace pasar por gestora anti-impunidad para intentar reencaucharse, capturar ingenuos, reclutar incautos y recuperar algún bagaje político, sacar réditos de su aparente compromiso de dientes para afuera. Hoy, aquí, queremos revelar una cara no menos inicua de la alcaldesa: Su calidad de acosadora infame, su propensión a dañar mediante artilugios legales y persecuciones disciplinarias y fiscales a quienes se apartan de sus designios y se paran como baluartes de honestidad en este proceloso y repugnante lodazal de corrupción y venalidad en que ha convertido a la ciudad de todos.