
CUANDO HERIR NO ES MALDAD SINO INCAPACIDAD EMOCIONAL.
La fábula del sapo y el escorpión ha trascendido generaciones porque encapsula, en una historia breve, una de las realidades más complejas de las relaciones humanas: el dolor que nace del vínculo.
En ella, un escorpión pide ayuda a un sapo para cruzar un río. Le promete que no lo picará, usando un razonamiento lógico: si te pico, ambos morimos. El sapo, movido por la compasión, accede. Pero a mitad del camino, el escorpión incumple su promesa… clavando su aguijón al confiado sapo. Su explicación final “es mi naturaleza” deja una enseñanza inquietante: no siempre somos heridos por personas malas, sino por personas que no saben relacionarse de otra manera.
¿Son malas las personas que hieren?
Es fácil reducir la historia a una moraleja simplista:
«Hay personas malas y punto.»
Pero la vida real es más compleja.
Muchas personas hieren no porque lo deseen conscientemente, sino porque no aprendieron otras formas de vincularse.
Lo que llamamos “maldad” en muchas ocasiones es el resultado de:
- Infancias con abandono emocional.
- Modelos de amor basados en agresión, manipulación o indiferencia.
- Mecanismos de defensa aprendidos frente al dolor.
- Falta de herramientas para gestionar emociones intensas.
El escorpión no ataca por planificación: ataca porque no sabe hacer otra cosa. Su veneno no es una decisión racional, es un reflejo interno.
Y así sucede con muchas personas en la vida: no aman lastimando, pero solo saben amar así porque nunca conocieron algo distinto.
¿Por qué algunas personas hieren sin desearlo?
Entre las principales causas psicológicas y emocionales están:
- Heridas de apego: Personas que crecieron sin un apego seguro suelen desarrollar relaciones basadas en:
-Miedo al abandono.
-Control excesivo.
-Dependencia.
-Frialdad emocional.
-Atacan antes de ser atacadas.
- Trauma no resuelto: El trauma no sanado se manifiesta en:
-Agresión pasiva.
-Celos extremos.
-Distanciamiento emocional.
-Autosabotaje en las relaciones.
-No lo hacen por maldad, sino porque viven en estado de supervivencia emocional.
- Baja conciencia emocional: Hay personas que simplemente no saben lo que sienten y mucho menos cómo expresarlo.
Cuando las emociones los sobrepasan, hieren porque:
-No saben comunicar con calma.
-No saben pedir ayuda.
-No saben regular su mundo interno.
- Modelos aprendidos: Si alguien creció viendo que el amor dolía, que los gritos eran normales o que el abandono era cotidiano, repetirá esos patrones, aunque le generen sufrimiento.
¿Qué ocurre cuando convivimos con “escorpiones emocionales”?
Cuando una persona lastima constantemente, incluso sin intención consciente, pueden generarse:
-Daño emocional acumulado.
-Pérdida de autoestima.
-Hiperalerta en quien recibe el daño.
-Relaciones basadas en la desconfianza.
-Normalización del dolor como forma de vínculo.
El sapo, desde su bondad, subestima el riesgo. Y este es uno de los mensajes más profundos de la fábula: La compasión sin límites también puede ser una forma de autodestrucción.
Ayudar no siempre es cargar.
¿Qué hacer frente a personas que hieren desde su herida?
Comprender no significa permitir.
Aquí algunas herramientas:
- Diferenciar empatía de sacrificio: Entender que alguien sufre no implica que debamos salvarlo a costa propia.
- Establecer límites claros: Los límites no son castigo: son una forma de amor propio.
- No intentar cambiar a quien no quiere cambiar: El escorpión no pidió cambiar, pidió cruzar. Nadie sana a quien no desea sanar.
- Fomentar relaciones sanas: Rodearse de personas que:
-Saben comunicarse.
-Asumen su responsabilidad emocional.
-Están dispuestas a crecer.
- Trabajar la propia historia: A veces, quien carga escorpiones en su espalda no se ha preguntado por qué siempre los elige. La fábula también interpela al sapo.
El escorpión no mordió por odio.
Mordió porque no conocía otro lenguaje que no fuera el veneno.
Y el sapo no murió solo por confiar:
murió porque confundió amor con sacrificio.
En la vida real, muchas personas hieren porque están rotas, no porque sean perversas.
Pero el hecho de que estén rotas no significa que debamos permitir que nos rompan también.
La verdadera sabiduría está en este equilibrio.
Comprender sin justificar,
amar sin sacrificarse,
y acompañar sin desaparecer.
Tal vez no podamos cambiar la naturaleza del escorpión,
pero sí podemos decidir
si seguimos cargándolo sobre nuestra espalda.
“Jehová dará poder a su pueblo; Jehová bendecirá a su pueblo con paz.” Salmos 29:11(RVR1960)
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