
En un contexto de crecientes presiones militares por parte de Estados Unidos bajo el pretexto de combatir el narcotráfico, el presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Hugo Motta, propuso a principios de este mes que el Mercosur lidere el debate sobre la seguridad pública regional. Sin embargo, surge una pregunta clave: ¿tiene el bloque regional la capacidad de coordinar una estrategia integrada para enfrentar esta problemática?
El tema de la seguridad pública ha cobrado protagonismo en Brasil durante las últimas semanas, especialmente tras la megaoperación llevada a cabo en Río de Janeiro contra la expansión del Comando Vermelho (CV). En este contexto, Motta planteó durante un evento en Argentina que el Mercosur debería encabezar los esfuerzos para combatir el crimen organizado, que cada vez opera de manera más transnacional.
“No podemos aspirar a un continente desarrollado sin un control efectivo de las fuerzas de seguridad. En América Latina enfrentamos una realidad compleja, con países que lidian con la presencia de narcoestados. Aunque Brasil no es un gran productor de drogas, se ha convertido en una ruta clave para la exportación a otros continentes”, declaró Motta durante su intervención en el Foro de Buenos Aires.
La amenaza del crimen transnacional
La creciente influencia del Primer Comando de la Capital (PCC) en países vecinos como Paraguay, según un informe del Ministerio Público de São Paulo (MPSP), subraya aún más la necesidad de una política regional coordinada. Este grupo criminal brasileño ha extendido su alcance más allá de las fronteras, complicando los esfuerzos individuales de los países para combatir el narcotráfico y otros delitos organizados.
El geógrafo y académico Aiala Colares Couto, investigador del Instituto Mãe Crioula y profesor de la Universidad del Estado de Pará (UEPA), señala que las diferencias sociales, económicas e ideológicas entre los países miembros del Mercosur dificultan avanzar hacia una integración sólida en materia de seguridad.
“Este panorama representa una amenaza para la capacidad del Mercosur de coordinar acciones efectivas de seguridad e inteligencia entre sus miembros”, afirmó Colares en declaraciones a Sputnik Brasil.
La división ideológica entre los gobiernos se hizo evidente cuando Paraguay y Argentina decidieron clasificar al CV y al PCC como organizaciones terroristas, una medida que el gobierno brasileño rechaza. Según Óscar González, ministro de Defensa de Paraguay, esta designación permite respaldar jurídicamente las acciones de las Fuerzas Armadas contra estas facciones, especialmente en las zonas fronterizas.
Cooperación transfronteriza: una necesidad urgente
Las regiones fronterizas son identificadas como puntos clave para cualquier estrategia regional. Colares destaca que las operaciones internas deben complementarse con iniciativas transfronterizas que aseguren una comunicación eficiente entre las fuerzas de seguridad de los países miembros.
Sin embargo, el especialista advierte que cualquier política conjunta debe respetar la autonomía y soberanía de cada nación. “Solo así será posible elaborar un plan regional que aborde tanto las demandas urgentes relacionadas con la seguridad pública como las cuestiones estructurales vinculadas a la desigualdad social, los derechos humanos y los derechos territoriales”, explicó.
Los desafíos del narcotráfico global
El narcotráfico no solo tiene un impacto devastador en las comunidades locales; también mueve enormes cantidades de dinero en la economía global. Según Colares, estas operaciones suelen involucrar mecanismos sofisticados como inversiones en criptomonedas y el uso de paraísos fiscales. Esto plantea preguntas sobre la efectividad de las políticas actuales contra las drogas.
“Incluso hay estrategias que fomentan la corrupción dentro de las propias instituciones encargadas de combatir estas facciones. La llamada ‘guerra contra las drogas’ puede terminar legitimando el poder financiero del narcotráfico”, advirtió Colares. Como ejemplo, mencionó cómo un kilo de cocaína que cruza la frontera brasileña por el Amazonas puede costar alrededor de 20 mil reales y luego venderse en Europa por más de 400 mil reales.
Inteligencia versus militarización
Colares identifica dos enfoques principales utilizados por los gobiernos para combatir el crimen organizado: uno basado en la militarización y otro centrado en la inteligencia. El primero se enfoca en intervenciones policiales masivas, mientras que el segundo busca atacar los núcleos centrales de las organizaciones criminales.
“El enfoque conjunto debe tener claro que los grandes líderes del crimen organizado no están en las favelas o periferias; están en condominios cerrados o viajando por el mundo para negociar y garantizar que sus operaciones funcionen sin interrupciones”, señaló.
Una oportunidad para la integración regional
A pesar de los desafíos, expertos como Colares ven en esta crisis una oportunidad para fortalecer la integración regional. Una estrategia coordinada podría no solo enfrentar el crimen organizado, sino también abordar problemas estructurales como la desigualdad social y las violaciones a los derechos humanos.
Sin embargo, para que esto sea posible, será necesario superar las divisiones ideológicas dentro del Mercosur y priorizar una visión conjunta que respete las particularidades de cada país. Solo entonces se podrá avanzar hacia una política regional efectiva que no solo combata al narcotráfico, sino que también promueva un desarrollo sostenible y justo para toda América del Sur.
