

La política como ciencia y arte es lo más importado que tiene Bolivia. Sea de izquierda o derecha, fue importado por las clases altas en sus distintas coyunturas de nuestra historia. Hasta hoy siguen en sus tradiciones totalitarias, sin hacer investigaciones de nuestras realidades. Es decir, sin hacer heterodoxia sino sólo ortodoxia. Lo copiado se implanta a la fuerza a nuestras realidades, en función de los vientos ideológicos y las modas políticas.
Bolivia sufre desde siempre imposiciones y modas importadas, incluso en las ciencias sociales, que muy poco hacen por la investigación científica de lo nuestro. Es decir, de lo boliviano. Ni siquiera sabemos el concepto de lo boliviano. Pero se repite en todos los actos de hora cívica a lo largo del país. Como bandera política cuando las confusiones son evidentes.
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Bolivia tiene historias paralelas, que hasta hoy no se han encontrado sino tímidamente. Me refiero a lo escrito, a los papeles de lo tradicional y en definitiva a lo que se produce políticamente. Aquellos politólogos y escribanos de las ciencias sociales siguen nomás con sus visiones del siglo XIX, que fue la fuente y raíz de todo lo que se hizo después. Historias paralelas entre lo más profundo y ancestral que tiene Bolivia, y por supuesto todo lo que vino de afuera también en lo positivo. Estas historias paralelas se miran de reojo, con desconfianza y a veces se encuentran en tinkus sangrientos; pero sin resolver nada.
Pero la realidad es más interesante que la política: las farras, las fiestas, el folklor sí se ha mezclado de manera democrática, donde t´aras y q´aras se encuentran y hacen patria al margen de la política. La sordera de la política ante esta realidad, es alucinante, pues, ahí arriba del poder no hay pensadores, intelectuales, creadores de ideas en Bolivia, sino simples copiadores de lo que se produce fuera de nuestras realidades.
La realidad es más interesante ante la ausencia de políticos inteligentes, ante la ausencia de pensadores en las cúpulas de la política. Bolivia es una potencia en la cultura y la creatividad del arte. Exportamos música, arte, vestimentas ancestrales, pintores y tanta creatividad de altísimo nivel. Todo eso no es copia, es creación nuestra. Eso lo hacemos desde el alma de lo boliviano, en realidad eso es lo boliviano. Y por supuesto no reciben ningún apoyo del Estado, porque el Estado no entiende nuestras realidades. Ni siquiera la izquierda tradicional, que tuvo su oportunidad de oro, entiende lo boliviano. Prefiere también la copia importada.
Necesitamos de la política. Ni modo. Es un mal necesario. Pero necesitamos políticos realmente bolivianos, que por fin entiendan que lo nuestro son esos universos complejos de lo ancestral y lo que vino de afuera. Universos que se complementan a pesar de lo sangriento en su historia, lo que es lo boliviano. Quizás sea el mestizaje, quizás lo cholo.
Necesitamos por cierto de políticos que fortalezcan nuestras culturas, que son las raíces más importantes y que jamás desaparecerán sino todo lo contrario. Necesitamos de políticos inteligentes que hagan heterodoxia con todo lo que vino de afuera, para hacer de lo boliviano más fuerte, más inclusivo y ejemplo para todo el mundo.
La política tiene que cambiar de raíz. Estamos cansados de políticos tradicionales, que no entienden lo que realmente es Bolivia. La ignorancia de la política está haciendo mucho daño a nuestros tejidos sociales, que se han mezclado ya muy a pesar de los políticos. La política necesita de echar raíces en nuestras realidades, en nuestras historias paralelas y verdaderas. Pues, las que se escriben son copias de otras realidades.
En un mundo donde la locura occidental se desboca al abismo, no podemos copiar esa locura de lo “civilizado” y “científico” que realmente ya no es un ejemplo en absolutamente nada. Sería tonto y estúpido seguir esas directrices que la historia nos muestra de manera didáctica. Esa locura del odio y el resentimiento contra el distinto.
Quizás sea una oportunidad para los bolivianos, de por fin encontrarnos desde nuestras historias paralelas, en medio de este mundo que sus políticos de alto nivel se lucen en ignorancia rancia y suprema, para destruir el mundo. Cierto que no podemos ser isla, estamos condenados al sistema desde el siglo XVI. Pero podemos manejarnos de manera inteligente, con nuestras propias estrategias de sobrevivencia, donde lo boliviano sea la bandera.
Bolivia seguirá existiendo y viviendo, a pesar de sus políticos. La terquedad de la realidad es más inteligente. En esa terquedad donde t´aras y q´aras, se farrean y se alegran por Bolivia. Esas realidades paralelas que crean empresas y emprendimientos, que no recibe ni el menor apoyo del Estado, que hacen realmente patria levantando lo boliviano como bandera.
Ojalá nuestros sistemas educativos se curen de hacer malas copias, para crear nuevos lideres realmente bolivianos. Ojalá nuestros tejidos sociales sigan la ruta de lo mejor en lo ancestral y lo mejor de lo que vino de afuera. Esas raíces son lo nuestro.
por: Max Murillo Mendoza
Publicado por: La Voz de Tarija
Fuente de esta noticia: https://lavozdetarija.com/2025/11/19/por-que-la-politica-no-entiende-a-bolivia/
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