

¿Es posible, de verdad, tener gozo cristiano en medio de la pérdida de un bebé, el cáncer de tu mamá o ante la posible pérdida de tu sustento económico?
¿Es realmente posible, para los hijos de Dios, ser amables, humildes y tiernos con quienes solo buscan sus intereses, tratan con desdén a los demás o deshonran el nombre de Dios?
En nuestras propias fuerzas, no es posible. Pero, por el poder del Dios trino, sí.
Poder del Dios trino
La premisa que dirige esta reflexión es simple y «conocida»: Dios obra el crecimiento del cristiano por medio de su unión con Cristo y por el poder de Su Espíritu.
Jesús lo dijo: «Separados de mí nada pueden hacer» (Jn 15:1); y: «Recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes» (Hch 1:8). Es Dios quien obra el crecimiento (Col 2:19). Solo el poder del Dios trino puede obrar verdadera fortaleza en el creyente.
Para esta reflexión, sin embargo, quisiera invitarte a considerar un versículo sobre una oración de un equipo misionero. Pablo, junto con Timoteo, Epafras y los demás colaboradores, se esforzaban «intensamente […] en sus oraciones» por los cristianos en Colosas (4:12). El versículo dice:
Rogamos que ustedes sean fortalecidos con todo poder según la potencia de Su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia, con gozo (1:11, énfasis añadido).
Toda perseverancia y paciencia
El fruto de una vida en Cristo y en el Espíritu se ve en «toda perseverancia y paciencia, con gozo». Aunque el significado de las palabras griegas para perseverancia y paciencia a veces se traslapa, generalmente se asocia la «perseverancia» con las circunstancias y la «paciencia» con las relaciones.
El Espíritu que resucitó a Jesús de los muertos nos levanta de nuestra inconstancia y desespero, para generar toda perseverancia y paciencia
Esto quiere decir que, en medio de cualquier aflicción, espera o alegría, el creyente puede —gozosamente, impulsado por el evangelio— hacer lo que agrada a Dios, dar fruto en toda buena obra y seguir creciendo en todo conocimiento de Él (Col 1:10). El crecimiento en la fe que da el Dios trino causa perseverancia, sea cual sea la circunstancia.
Al mismo tiempo, el crecimiento espiritual dado por Dios produce paciencia en toda clase de relaciones. En medio del trabajo, la familia y la sociedad, el creyente puede —gozosamente, impulsado por el evangelio— mostrar la ternura de Cristo, Su compasión, humildad, mansedumbre y paciencia, tolerando y perdonando todo tipo de faltas.
¿Cómo es esto posible? Solo siendo fortalecidos con todo poder según la potencia de la gloria de Dios.
Pero siempre habrá otras fuerzas compitiendo por nuestra confianza.
Falsos poderes
En el contexto sincretista que rodeaba a los colosenses, se valoraba la espiritualidad, pero estaba basada en poderes débiles. Descansaban en sus esfuerzos, en «altos» conocimientos y en las fuerzas de potencias espirituales.
Algunos familiares, amigos y vecinos les hablarían de filosofías y razonamientos persuasivos (Col 2:4, 8), otros de poderes espirituales y angélicos (2:18) y algunos más sostenían una clase de judaísmo estoico (2:16), fomentando una disciplina rigurosa en el cumplimiento de calendarios y ceremonias. Sin embargo, Pablo les advierte a los convertidos: «Tales cosas tienen a la verdad, la apariencia de sabiduría en una religión humana, en la humillación de sí mismo y en el trato severo del cuerpo, pero carecen de valor alguno contra los apetitos de la carne» (2:23).
En el afán por «crecer espiritualmente y en sabiduría», estos creyentes podían esforzarse según sus fuerzas, según los mejores planteamientos de su época o invocando algunos poderes extraños. Pero nada de esto tenía —ni tiene— el poder realmente de transformar «los deseos perversos de nuestra naturaleza carnal» (PDT). Solo el poder de la potencia de la gloria de Dios puede hacerlo.
La fuerza del Espíritu por la gloria de Cristo
¿Razonamientos persuasivos y filosofías? En Cristo «están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento» (Col 2:3). ¿Poderes espirituales y angélicos? Cristo «es la cabeza sobre todo poder y autoridad» (2:10) y «en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él» (1:16). ¿Disciplinas rigurosas de calendarios y ceremonias judíos? Estas cosas solo reflejan la sombra de todo lo que Cristo es y hace por Su pueblo (2:17).
Solo de la unión con Cristo puede fluir un verdadero crecimiento cristiano, porque Él mismo es la imagen a la que cada creyente debe conformarse
Cristo es el misterio revelado de Dios (2:2), la esperanza de la gloria del evangelio (1:27), por medio de quién «todo el cuerpo, nutrido y unido por las coyunturas y ligamentos, crece con un crecimiento que es de Dios», «si en verdad permanecen en la fe bien cimentados y constantes, sin moverse de la esperanza del evangelio» (2:19; 1:23).
Solo de la unión con el Hijo de Dios puede fluir un verdadero crecimiento («en toda perseverancia y paciencia, con gozo»), porque Él mismo es la meta, la imagen a la que cada creyente debe conformarse (3:10-11). Cristo Jesús es la potencia de la gloria de Dios.
Por eso Pablo y sus colaboradores oran para que los colosenses sean fortalecidos con todo poder según la potencia de la gloria de Cristo, y esto lo obra el Espíritu Santo con Su poder.
Nuestro Señor Jesús lo anticipó:
Aún tengo muchas cosas que decirles, pero ahora no las pueden soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad venga, los guiará a toda la verdad, porque no hablará por Su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber lo que habrá de venir. Él me glorificará, porque tomará de lo Mío y se lo hará saber a ustedes. Todo lo que tiene el Padre es Mío; por eso dije que Él toma de lo Mío y se lo hará saber a ustedes (Jn 16:12-15).
Es el Espíritu quien actúa en el creyente «con todo poder» de acuerdo con la gloria de Dios en Cristo. Es el Espíritu que resucitó a Jesús de los muertos quien nos levanta de nuestra inconstancia y desespero, para generar toda perseverancia y paciencia por el gozo que produce el evangelio.
En la medida en que los creyentes están firmemente arraigados y edificados en Cristo, es decir, en la medida en que los cristianos contemplan las bellezas de la gloria de Dios en Cristo, el Espíritu aplica todo Su poder para transformarlos (cp. 2 Co 3:18), y así el Padre obra el crecimiento (cp. 1 Co 3:6-9).
Por eso Pablo trabajaba en la madurez de sus hermanos esforzándose según el poder de Dios que obraba poderosamente en Él (Col: 1:28-29), y nosotros deberíamos imitar sus pasos.
Esforzados según Su poder
¿Queremos ser fieles en todo momento y seguir creciendo espiritualmente en medio de la aflicción, la espera o la alegría? ¿Queremos mostrar la ternura de Cristo, Su compasión, humildad, mansedumbre y paciencia, tolerando y perdonando todo tipo de faltas en medio de cada relación en la iglesia, la familia, el trabajo y la sociedad? Busquemos regocijarnos más en las profundidades y bellezas del Hijo de Dios, mientras el Espíritu Santo obra poderosamente en nosotros el crecimiento del Padre.
Hermanos, no intentemos fingir el carácter con rigurosa disciplina. No evaluemos las circunstancias según los mejores estándares de sabiduría de este mundo. No confiemos en las promesas que los ídolos de este siglo nos ofrecen. En cambio, roguemos al Señor que nos fortalezca como iglesia con todo poder según la potencia de Su gloria.
Katherine de Estrada
Fuente de esta noticia: https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/fortaleza-dios-trino/
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