
Estados Unidos y Argentina han firmado recientemente un acuerdo de inversiones que busca abrir mercados para productos clave y eliminar barreras no arancelarias en áreas como propiedad intelectual, minerales críticos, bienes tecnológicos y acceso a mercados agrícolas. Este convenio ha generado diversas reacciones en la región, especialmente en relación con el Mercosur, del cual Argentina es miembro activo.
El economista y politólogo Nicolás Dvoskin explicó que este acuerdo no puede considerarse un Tratado de Libre Comercio (TLC) debido a las restricciones que impone la unión aduanera del Mercosur. Según Dvoskin, «no puede haber un acuerdo de libre comercio por fuera del Mercosur», ya que los países miembros están sujetos a reglas comunes en materia de comercio exterior. En este sentido, señaló que se trata de un convenio más orientado a la protección de inversiones que al comercio propiamente dicho.
Por su parte, Gonzalo Oleggini, docente e investigador en Logística y Comercio Exterior, coincidió en que este acuerdo no es un TLC y afirmó que su alcance es mucho menor. “Tiene un efecto psicológico para el Mercosur pero no para su funcionamiento”, señaló Oleggini en una entrevista con Informativo Sarandí. Además, destacó la ausencia de Brasil, el principal socio comercial de Argentina dentro del bloque, en las discusiones sobre este tipo de acuerdos.
Dvoskin también subrayó que este tipo de convenios suelen tener un trasfondo geopolítico más que comercial. Comparó el acuerdo firmado entre Argentina y Estados Unidos con otros similares que Washington ha establecido con países como El Salvador y Guatemala. Según el experto, estos acuerdos buscan alinear intereses estratégicos más allá del comercio.
Uno de los puntos destacados del acuerdo es el interés en los recursos naturales argentinos. Dvoskin señaló que Argentina posee abundantes recursos que son «muy tentadores para el mundo». Sin embargo, advirtió sobre la necesidad de establecer un marco adecuado para garantizar que la explotación de estos recursos genere empleo y respete los estándares ambientales. “En 10 años, nuestro país exportará muchos de estos recursos, pero la incógnita es cómo se organizará para hacerlo de manera sostenible”, puntualizó.
El impacto del acuerdo en el Mercosur ha sido tema de debate. Según Oleggini, aunque el convenio tiene un efecto simbólico importante, no afecta directamente el funcionamiento del bloque regional. No obstante, destacó que este tipo de acuerdos bilaterales podrían generar tensiones internas si no se manejan adecuadamente dentro del marco normativo del Mercosur.
En este contexto, la falta de protagonismo de Brasil en las discusiones comerciales recientes ha sido motivo de preocupación. Como principal economía del bloque, su participación activa es clave para mantener la cohesión y avanzar en políticas conjuntas que beneficien a todos los miembros.
El acuerdo entre Estados Unidos y Argentina representa una oportunidad para fortalecer ciertos sectores económicos, pero también plantea desafíos en términos de integración regional y sostenibilidad. Si bien no se trata de un Tratado de Libre Comercio, su impacto geopolítico y estratégico podría influir en futuras negociaciones dentro del Mercosur.
La clave estará en cómo Argentina logre equilibrar sus compromisos internacionales con sus obligaciones dentro del bloque regional, asegurando al mismo tiempo que los beneficios económicos se traduzcan en desarrollo sostenible para su población.
