

Las auroras boreales están apareciendo en lugares donde no lo hacían desde hace más de un siglo, como México o el sur de Europa, despertando una mezcla de asombro y preocupación. En pleno máximo solar, la Tierra está recibiendo impactos más intensos del viento solar, lo que activa preguntas genuinas: ¿qué significan estas luces?, ¿estamos seguros?, ¿qué hay detrás de esos colores que iluminan el cielo?
¿Por qué están apareciendo auroras boreales lejos de los polos?
Las auroras boreales normalmente se forman en regiones cercanas a los polos, donde el campo magnético de la Tierra dirige las partículas del viento solar hacia la atmósfera. Sin embargo, cuando el Sol entra en su punto máximo del ciclo de 11 años, libera tormentas solares mucho más intensas. Durante estos episodios, el flujo de partículas y plasma es tan fuerte que el campo magnético terrestre se comprime y permite que la energía llegue a latitudes más bajas.

Eventos recientes fueron tan poderosos que iluminaron zonas donde no se observaban auroras desde hacía 170 años. Para muchos, ver colores como verde, rojo o violeta sobre montañas o desiertos se convirtió en una experiencia casi surreal: un recordatorio vivo de que habitamos un planeta inmerso en un cosmos dinámico y lleno de energía.
¿Son peligrosas las auroras boreales o solo las tormentas solares detrás de ellas?
Las auroras boreales, por sí mismas, no representan ningún riesgo para las personas, los animales o la salud. Son simplemente luz emitida cuando partículas energéticas chocan con átomos de oxígeno y nitrógeno en la atmósfera. El verdadero punto a observar es la potencia de la tormenta solar que genera esas luces.

Una tormenta solar fuerte puede afectar infraestructura tecnológica: dañar satélites, interrumpir señales de navegación, alterar comunicaciones o modificar el comportamiento de redes eléctricas en latitudes altas. La probabilidad de un evento extremo tipo Evento Carrington de 1859 es baja (estimada entre 1.6% y 12% por década), pero científicamente existe. Aun así, la mayoría de las tormentas producen efectos manejables y temporales.
Los colores y la física que esconden las auroras boreales
Cada aurora cuenta una historia química y energética. El verde típico y los amarillos provienen del oxígeno a unos 100 kilómetros de altura; los rojos aparecen cuando el oxígeno se excita a 300 kilómetros; los tonos púrpura y magenta nacen del nitrógeno. Estos colores son la forma en la que la atmósfera libera energía tras recibir el impacto del viento solar.

Para la ciencia, estos tonos son una señal de cómo responde la Tierra a un entorno espacial dinámico. Para quienes las observan, representan algo más emocional: la sensación de presenciar un fenómeno que conecta directamente al ser humano con procesos que ocurren miles de kilómetros sobre su cabeza. Una mezcla de fascinación y humildad ante la fuerza del Sol.
El impacto en la vida diaria durante una tormenta solar
Aunque las auroras no son peligrosas, las tormentas solares pueden generar efectos prácticos que vale la pena conocer. Sistemas basados en satélites, como navegación GPS, tiempo de vuelo o comunicaciones globales, pueden presentar interferencias. En regiones cercanas a los polos, líneas eléctricas pueden experimentar corrientes inducidas que, en casos excepcionales, causan apagones temporales, como ocurrió en Quebec en 1989.

Sin embargo, la mayoría de los países cuentan con sistemas de protección, monitoreo y previsión que reducen riesgos. Instituciones como la NOAA alertan con anticipación cuando se espera una tormenta solar fuerte, permitiendo desviar vuelos, ajustar satélites o proteger infraestructuras sensibles. Para la población general, el impacto suele ser mínimo y casi siempre imperceptible.
¿Qué esperar en los próximos meses de máxima actividad solar?
El ciclo solar actual se encuentra en su punto más alto, lo que significa que continuarán ocurriendo episodios de viento solar intenso durante 2025 y parte de 2026. Esto no implica peligro directo para la vida en la Tierra, pero sí abre la posibilidad de que vuelvan a aparecer auroras boreales en latitudes inesperadas. La clave está en las condiciones del cielo: baja nubosidad, poca contaminación lumínica y una tormenta geomagnética suficientemente fuerte.

Este periodo es una oportunidad única para presenciar fenómenos que generaciones anteriores solo conocieron por libros. Al mismo tiempo, es una invitación a comprender mejor cómo nuestra estrella influye en la tecnología, el clima espacial y la estabilidad de los sistemas que usamos todos los días.

Las auroras boreales que se están viendo lejos de los polos no anuncian un riesgo para la humanidad, sino la presencia de un Sol más activo que está en la fase más intensa de su ciclo. Son un recordatorio visual de la relación íntima entre la Tierra y su estrella: un equilibrio delicado donde la belleza y la física se encuentran. Comprender este fenómeno nos ayuda a apreciar mejor la protección que ofrece nuestro campo magnético y a mantener la calma ante un universo que sigue moviéndose sin pausa.
Carolina Gutiérrez Argüelles
Fuente de esta noticia: https://ecoosfera.com/sci-innovacion/auroras-boreales-peligrosas/
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