

Para responder a la pregunta «¿Qué autoridad tienen los pastores?», hay que tomar partido en los debates sobre la estructura de gobierno. Yo elijo el congregacionalismo dirigido por ancianos. Sin embargo, tengo la sensación de que muchos cristianos y pastores evitan el tema de la estructura de gobierno porque es un terreno controvertido. Quizá sienten que no es importante.
Además, ¿no podemos leer 1 y 2 Timoteo, Tito y pasajes como Hechos 20:17-38 y 1 Pedro 5:1-4, y responder fácilmente a la pregunta? Los ancianos tienen (1) una autoridad general de supervisión sobre toda la iglesia, así como (2) la autoridad para enseñar y dirigir los sacramentos. Eso es muy claro. Los bautistas, presbiterianos, luteranos, anglicanos y las iglesias independientes gobernadas por ancianos están todos de acuerdo.
Además, los protestantes coinciden en que los pastores o ancianos (utilizo ambos términos indistintamente) no tienen autoridad para dispensar la absolución de los pecados. Estamos de acuerdo en que no son una clase separada de mediadores. Martín Lutero señaló: «En realidad, no hay diferencia entre los laicos y los sacerdotes […], salvo en cuanto a su cargo y su trabajo, pero no en cuanto a su “condición”, pues todos son de la misma condición» (Works of Martin Luther, 2:69). Y estamos de acuerdo en que nunca pueden sentarse en la llamada «silla de Pedro», hablando infaliblemente con una autoridad igual a la de las Escrituras. Los pastores pueden cometer errores, y sus palabras deben ser probadas, al buen estilo bereano, contrastándolas con la Palabra de Dios (Hch 17:11). Piensa en cómo Pedro mismo se equivocó (por ejemplo, Gá 2:11-14).
Estos puntos de acuerdo son importantes. Una visión errónea de la autoridad pastoral puede socavar el evangelio (al convertir a los pastores en sacerdotes mediadores que proveen acceso a la gracia) y socavar las Escrituras (al dar a sus palabras la misma autoridad que las Escrituras). Por lo tanto, alabemos a Dios por este consenso.
Una visión errónea de la autoridad pastoral puede socavar el evangelio y las Escrituras
Sin embargo, dentro del protestantismo surgen diferencias que afectan el discipulado cristiano y el bien de la iglesia. A modo de ilustración, pensemos en la diferencia entre una monarquía y una democracia. Esas grandes diferencias estructurales afectan a la autoridad de los «líderes», así como a la cultura y la vida cívica de todos. No creo que nuestras diferencias protestantes sean tan dramáticas como las que existen entre las monarquías y las democracias. La cuestión es simplemente que el contexto estructural más amplio determina la autoridad que tienen los pastores-ancianos. Por lo tanto, debemos tenerlo en cuenta.
Con todo esto en mente, considera un principio sobre el contexto, más otros siete sobre la autoridad pastoral.
Autoridad congregacional
Principio 1: La congregación reunida posee la autoridad sacerdotal final para afirmar el qué y el quién del evangelio: las confesiones y los confesores.
Los protestantes, desde Martín Lutero y Juan Calvino hasta la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos (PCA) y la Convención Bautista del Sur (SBC), coinciden unánimemente en que todo cristiano es sacerdote. Esto se expresa en la elección de las autoridades eclesiásticas. También significa que cualquier creyente puede bautizar en caso de que sea necesario. Lutero dice: «En casos de necesidad, cualquiera puede bautizar […], lo cual sería imposible si no fuéramos todos sacerdotes» (p. 67). Cualquier creyente puede interpretar las Escrituras: «Un hombre común puede tener un entendimiento verdadero; ¿por qué entonces no deberíamos seguirlo» contra cualquier error de los papas u obispos (p. 74)? Cualquier creyente puede reprender al papa o a otro cristiano que se haya equivocado: «Pero si voy a acusarlo ante la iglesia, debo reunir a la iglesia» (pp. 76-77).
Para un protestante, el sacerdocio de todos los creyentes significa que la autoridad de la iglesia se basa, en última instancia, en la unión de cada creyente con Cristo. El presbiteriano del siglo XIX, James Bannerman, escribe: «La principal concesión del poder de la iglesia por parte de Cristo se hace de forma virtual, si no expresa y formal, a los creyentes, de modo que todas las cosas, ya sean presentes o futuras, sean suyas en Cristo Jesús» (The Church of Christ, p. 272). Después de todo, esa iglesia en la isla desierta en la que mueren todos los pastores «debe tener en sí misma todo el poder competente para llevar a cabo las funciones y oficios necesarios de una iglesia» (p. 273).
Sin embargo, más allá de esta posición compartida, los congregacionalistas y los no congregacionalistas divergen. Los defensores de las iglesias gobernadas por ancianos (no congregacionalistas), como Bannerman, Lutero y todas las iglesias anglicanas o bíblicas independientes que conoces, tienen que argumentar de alguna manera que, aunque toda la iglesia, en un sentido formal, posee la autoridad final, esa autoridad ha sido otorgada a los ancianos para que la ejerzan. Esa distinción entre posesión y ejercicio se puede encontrar, por ejemplo, tanto en los libros de orden eclesiástico de la PCA como en los de la Iglesia Presbiteriana Ortodoxa (OPC).
Si uno de tus pastores comienza a enseñar doctrinas falsas, es tu responsabilidad despedirlo… Cristo te pedirá cuentas el día del juicio si no lo haces
Sin embargo, un congregacionalista dirigido por ancianos como yo argumentaría que, si no se puede ejercer la autoridad, entonces, lógicamente, no se posee autoridad. Pero no importa la lógica. En Mateo 18, Jesús entrega explícitamente las llaves del reino a la congregación reunida para que juzgue el qué y el quién del evangelio: las confesiones y los confesores (Mt 18:17-18; ver también 16:19). En ninguna parte del Nuevo Testamento se entregan estas llaves exclusivamente a los pastores. De hecho, Pablo exhorta a la congregación de Corinto a utilizarlas con el «poder» del Señor Jesús cuando estén «reunidos» (1 Co 5:4). No les dice a los ancianos que las utilicen el jueves por la noche en su reunión de ancianos. Del mismo modo, no les dice a los pastores de Galacia, sino a las iglesias de Galacia, que declaren «maldito» o anatema a cualquiera que enseñara una doctrina falsa (Gá 1:9).
Eso significa, cristiano, que si uno de tus pastores comienza a enseñar doctrinas falsas, es tu responsabilidad despedirlo, junto con los demás miembros de la iglesia. Cristo te pedirá cuentas el día del juicio si no lo haces.
Este sacerdocio de todos los creyentes dentro de una congregación dirigida por ancianos es el contexto en el que encajan los siguientes puntos.
El corazón de la autoridad pastoral
Principio 2: Los pastores tienen autoridad para guiar a la congregación para que sepan qué confesiones hacer y a qué confesores afirmar.
Si la congregación como un todo emite un juicio definitivo sobre la doctrina correcta, ¿cuál interpretación y enseñanza de la Biblia se considerará la interpretación de la iglesia? Un miembro puede tener una interpretación; otra persona, otra. Si los juicios de la iglesia como un todo vinculan a todos los miembros, ¿cuál interpretación vincula a la iglesia como un todo?
Respuesta: la interpretación de los ancianos. Son ellos quienes dicen: «Iglesia, estas son las doctrinas en las que creemos». La congregación entonces afirma formalmente: «Sí, esas son las doctrinas en las que creemos», convirtiendo esas doctrinas en un punto de acuerdo oficial y vinculante (Mt 18:19). La congregación emite el juicio final en materia de doctrina y membresía, pero los ancianos guían o indican a la congregación qué juicios emitir. Por esta razón los ancianos normalmente predican y enseñan. Por esta razón normalmente dirigen las ordenanzas y las entrevistas de membresía, etc. Son los pastores los que están a la puerta del redil.
Pensemos de nuevo en 1 Corintios 5. Pablo nos dice que «ya ha juzgado» sobre el hombre que se acuesta con su suegra: que lo expulsen (v. 3). Sin embargo, ¿esta acción ya quedó terminada? No. Él exhorta a la iglesia a «juzgar» al hombre de la misma manera (v. 12). Creo que Pablo está actuando aquí como un pastor. Nos muestra la relación entre la autoridad de los ancianos y la autoridad de la congregación. La congregación tiene la última palabra, pero los pastores les dicen cuál debe ser esa última palabra.
La extensión de la autoridad pastoral
Principio 3: La autoridad de supervisión de los pastores incluye otros asuntos que afectan a toda la iglesia.
Los pastores también tienen autoridad para supervisar otras decisiones de la congregación. Pensemos en las viudas de habla griega que eran descuidadas en la distribución diaria de alimentos en Hechos 6. Ese fue un gran problema. La iglesia se estaba dividiendo y las viudas no recibían alimentos. Había mucho en juego. Por lo tanto, los apóstoles, que preferían dedicar su tiempo a orar y predicar, intervinieron y recomendaron una solución. La solución involucraba en gran medida a la congregación, pero los apóstoles, actuando como buenos pastores, ejercieron su supervisión.
Del mismo modo, los pastores y los ancianos deberían, por lo general, mantenerse al margen de los detalles administrativos, como el color de la alfombra del aula de la escuela dominical o si los voluntarios de la guardería deben llevar camisetas uniformes (esta decisión se le encomendó a mis ancianos en una ocasión). En general, solo se deberían involucrar en las decisiones que afectan a toda la iglesia y al curso de su ministerio. ¿Deberíamos empezar una clase de escuela dominical? ¿Qué traducción de la Biblia deberíamos usar para predicar? ¿Debería nuestra iglesia apoyar a José y Catalina en el campo misionero?
La naturaleza de la autoridad pastoral
Principio 4: La autoridad pastoral obliga moralmente, pero no vincula estructuralmente.
En la medida en que la iglesia en su conjunto posee las llaves del reino para atar y desatar en la tierra lo que está atado y desatado en el cielo, las decisiones de la congregación son efectivamente vinculantes, a nivel estructural. Cuando remueven a un miembro de la iglesia como un acto de excomunión, la persona realmente es removida, con o sin su consentimiento. La congregación posee lo que yo he llamado una autoridad de mando.
Los ancianos, sin embargo, poseen un tipo diferente de autoridad, una autoridad de consejo. (Lo mismo ocurre con los esposos). La autoridad de consejo es una autoridad real. Obliga moralmente a los miembros a obedecer, y Jesús no tolera la desobediencia (véase He 13:7, 17). Existen consecuencias. Sin embargo, los ancianos no pueden imponer esas consecuencias, que son escatológicas. Jesús las otorga.
Por supuesto que los ancianos deberían destituir a un servidor malhablado, aprobar un pícnic de la iglesia o planificar el calendario de predicaciones. Sin embargo, un pastor no puede invitarte a su oficina y luego excomulgarte por su cuenta, al menos no si quiere seguir la Biblia. Tampoco debe determinar la membresía aparte de la congregación. La membresía depende del acuerdo de toda la congregación. A eso me refiero cuando digo que la autoridad pastoral obliga moralmente, pero no vincula estructuralmente.
El hecho de que los ancianos (y los esposos) posean una autoridad de consejo y no de mando moldea drásticamente la forma en que se utiliza esa autoridad. Mientras que un padre puede decirle a un niño de tres años que se vaya a la cama «ahora mismo», los ancianos deben enseñar «con mucha paciencia» (2 Ti 4:2). Trabajan para lograr un crecimiento a lo largo del tiempo, jugando a largo plazo. El objetivo no es forzar las decisiones, sino animar a los miembros regenerados de la iglesia a tomar buenas decisiones por sí mismos. Como le dice Pablo a Filemón: «aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte hacer lo que conviene, no obstante, por causa del amor que te tengo, te hago un ruego» (Flm 8-9).
Aquí radica el punto más crucial de distinción en cuanto a las diferencias políticas entre los protestantes. Las iglesias gobernadas por ancianos, ya sean independientes, presbiterianas o episcopales en su estructura, otorgan a los ancianos una autoridad de mando. Los ancianos pueden excomulgar unilateralmente a los miembros, por ejemplo. Por otro lado, los congregacionalistas con c minúscula, como los bautistas, no creen que puedan hacerlo. Y esta diferencia repercute en la cultura de la iglesia y en la naturaleza de su discipulado.
(Para más información sobre la diferencia entre la autoridad del consejo y la del mando, ver el capítulo 11 de mi libro Authority [Autoridad]).
Los propósitos de la autoridad pastoral
Principio 5: Los pastores tienen la autoridad para equipar a la iglesia y para despojarse de autoridad.
Sobre la base del último punto, una autoridad de consejo es más propicia para el discipulado.
Imagina dos clases de ejercicio. En la primera clase, el entrenador muestra cómo hacer burpees y sentadillas, y luego te envía a casa. En la segunda clase, el entrenador muestra cómo hacer burpees y sentadillas, y luego te pide que los hagas mientras te da retroalimentación. ¿Qué clase te entrenará mejor?
La autoridad de los pastores está muy ligada a su carácter e integridad
Ahora imagina dos iglesias. En una iglesia gobernada por ancianos, estos toman una decisión sobre la disciplina eclesiástica a puerta cerrada. En la iglesia congregacional, los ancianos explican lo que ha sucedido, dando solo los detalles suficientes para que la iglesia pueda emitir un juicio con integridad, pero sin dar tantos detalles que la gente tropiece; luego, los ancianos recomiendan un curso de acción, tal y como hace Pablo en 1 Corintios 5. ¿Qué iglesia les formará mejor en el discernimiento, el valor y la obediencia cristianos?
Si Pablo simplemente hubiera expulsado al hombre en 1 Corintios 5, la iglesia de Corinto se habría visto privada de la oportunidad de formarse en el discernimiento, el valor y la obediencia. Sin embargo, él los involucró. Como dijo un comentarista, Pablo no quería que el informe de aptitud de la iglesia dijera: «Funciona bien bajo supervisión constante» (1 Corinthians, pp. 168-169). Más bien, quería inculcarles un sentido de responsabilidad conjunta por la santidad de la iglesia.
Las personas crecen cuando se les dan oportunidades. No todos los hombres de la iglesia se convertirán en ancianos, pero en cierto sentido los ancianos poseen la autoridad para compartirla continuamente. Dan a otros la oportunidad de enseñar en la escuela dominical, presidir una reunión, dirigir una iniciativa evangelística, organizar un grupo de lectura sobre misiones, servir como diáconos, ser anfitriones de un grupo pequeño, organizar un retiro para mujeres, etc. Incluso deberían involucrar a la congregación en asuntos de membresía y disciplina, que a veces pueden ser complicados. Pero esto los fuerza a capacitar a la iglesia (ver Ef 4:11-16). Una capacitación sabia de los ancianos produce una iglesia sabia. Una mala capacitación de los ancianos produce una iglesia mala.
En resumen, la autoridad pastoral no dice: «Nosotros somos los expertos. Somos ordenados. Ustedes pueden sentarse». Este enfoque a menudo conduce a iglesias complacientes y débiles que, con el tiempo, se vuelven doctrinalmente liberales. Más bien, la autoridad pastoral dice: «Así es como se maneja el palo de golf, se toca la escala, se programa la computadora, se ama a la iglesia. Ahora háganlo ustedes».
El carácter de la autoridad pastoral
Principio 6: La autoridad pastoral depende del carácter, la integridad y el ejemplo.
Para decirlo de otra manera, la autoridad de un anciano está ligada a su ejemplo. Los ancianos no «tienen señorío», sino que dan «ejemplo», dice Pedro (1 P 5:3). Los miembros, por su parte, «[consideran] el resultado de su conducta, [e imitan] su fe» (He 13:7). Los imitamos como ellos imitan a Cristo (1 Co 11:1).
La confianza es el combustible que hace avanzar el vehículo de la autoridad de los ancianos
Por eso se habla más del carácter requerido para ser pastor que de la descripción del trabajo. Dar ejemplo y enseñar el carácter cristiano es la descripción del trabajo. En otras palabras, la autoridad de los pastores está muy ligada a su carácter e integridad.
Pensemos en el requisito de «marido de una sola mujer» (1 Ti 3:2; Tit 1:6). Puede que el matrimonio de un anciano no sea perfecto, pero él da un buen ejemplo a otros esposos. Te alegra decirles a otros esposos: «Aprendan de su ejemplo como esposo».
La integridad de la autoridad pastoral
Principio 7: La autoridad pastoral es tanto inmerecida como merecida, y requiere confianza.
Sobre la base del último punto, un anciano crece en autoridad al ganarse la confianza.
Ahora bien, en cierto sentido, la autoridad de un pastor no necesita ser ganada. Es un cargo que le han dado Jesús y el Espíritu Santo (Hch 20:28). Los miembros no se someten tanto al hombre sino al cargo, porque eso es someterse a Jesús.
Al mismo tiempo, un anciano claramente ganará más autoridad para sí mismo a medida que demuestre ser digno de confianza. Supongamos que estoy observando a dos ancianos, uno que trata maravillosamente a su esposa y otro que, a mi parecer, no lo hace. ¿En quién crees que voy a confiar más? Además, ¿a quién voy a escuchar con más atención en sus clases de la escuela dominical sobre cómo ser un marido piadoso? Suponiendo que estos dos hombres me corrigieran por separado por cómo vivo con mi esposa, ¿a quién me sometería más fácilmente y con más gozo?
La confianza es el combustible que hace avanzar el vehículo de la autoridad de los ancianos. Es la moneda que los pastores tienen para gastar.
Si bien es cierto que la autoridad de mando de un policía o de un padre mejorará cuando haya confianza, esto es especialmente cierto en el caso de la autoridad de consejo de un anciano (o de un esposo). Después de todo, los policías y los padres pueden aprovechar la amenaza de una disciplina inmediata incluso cuando no se confíe en ellos. Un anciano (o un esposo) no puede hacerlo, y esta diferencia estructural que pone de relieve el papel de la confianza fuerza al anciano a esforzarse más en su carácter e integridad.
El lugar de la autoridad pastoral
Principio 8: La diferencia entre la autoridad de un anciano y la autoridad de todos los ancianos es cuantitativa, no cualitativa.
Históricamente, los presbiterianos han distinguido en ocasiones entre la autoridad conjunta de los ancianos y su autoridad diversa. Su autoridad conjunta se refiere a aquellas cosas que solo pueden hacer juntos, como excomulgar a alguien de la iglesia. Su autoridad diversa se refiere a aquellas cosas que pueden hacer individualmente, como predicar.
Los pastores trabajan para fortalecer, edificar y equipar a los santos para su labor de ser sacerdotes y formadores de discípulos
Como congregacionalista, no afirmaría estas dos categorías en términos formales o de principios. Los presbiterianos las necesitan porque han puesto las llaves del reino en manos de los ancianos, de modo que estos realizan tareas de peso, como recibir o expulsar a miembros, lo cual yo dejaría en manos de toda la congregación.
Aun así, parece razonable reconocer que un pastor o anciano debería evitar ciertas acciones o decisiones hasta que involucre a los demás ancianos, y que los ancianos siempre deberían esforzarse por formar a más ancianos. Recomendar una excomunión a la iglesia es un ejemplo obvio de algo que un pastor debería evitar hacer por su cuenta. Puede que hacerlo no sea pecado, pero normalmente no sería sabio.
Ahora consideremos la diferencia entre uno y varios ancianos desde la perspectiva de los miembros. En la medida en que la Biblia nos llama a «someternos» a nuestros ancianos (He 13:17), ¿deberíamos pensar de manera diferente sobre someternos al consejo de un anciano en una conversación mientras tomamos un café («Jonathan, te aconsejaría que…») frente a someternos a toda la junta de ancianos, digamos, de seis hombres («Jonathan, te aconsejaríamos que…»)? Creo que la respuesta es sí. Sin embargo, la diferencia no es cualitativa (conjunta versus diversa), sino cuantitativa. La instrucción de uno y la instrucción de seis están hechas del mismo tipo de material. Sin embargo, la instrucción de los seis debería pesar más en mi conciencia. Más hombres, más peso.
Los pastores como capacitadores
El tema de la autoridad no solo tiene un impacto sobre quién toma qué decisiones, sino que también influye en el discipulado y en los patrones generales del ministerio en una iglesia. En un modelo congregacional dirigido por ancianos, el hecho de que estos deban llevar a la iglesia cualquier decisión que tenga un impacto significativo en la naturaleza, la integridad, la membresía o la misión de la iglesia no solo cambia las reuniones de los miembros de la iglesia. Requiere que los ancianos ejerzan su ministerio de una manera un poco diferente durante toda la semana. Abordan su trabajo menos como jueces y más como capacitadores.
Después de todo, los pastores también son ovejas. Por eso trabajan constantemente para fortalecer, edificar y equipar a los santos para su labor de ser sacerdotes y formadores de discípulos. Entonces todo el cuerpo crece a medida que se edifica en amor.
Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por María del Carmen Atiaga.
Jonathan Leeman
Fuente de esta noticia: https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/que-autoridad-tienen-pastores/
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