

El acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y los países del Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) ha generado intensos debates desde su concepción. Uno de los puntos más discutidos son las salvaguardas incluidas en el documento adicional presentado por la Comisión Europea en octubre de 2025. Estas medidas buscan proteger a los agricultores europeos de posibles impactos negativos derivados de la entrada de productos agrícolas del Mercosur al mercado europeo en condiciones preferenciales. Sin embargo, su implementación y efectividad han sido objeto de controversia.
¿Qué son las salvaguardas?
Las salvaguardas son mecanismos diseñados para suspender temporalmente el acceso preferencial de ciertos productos al mercado europeo si se demuestra que estos generan un impacto negativo significativo en sectores sensibles. En el caso del acuerdo UE-Mercosur, estas medidas se aplican a una lista de 23 productos considerados vulnerables, entre los que se encuentran carne vacuna, bovina y porcina (fresca y congelada), aves de corral, biodiésel, etanol, azúcar, huevos y ron.
El detonante para activar estas salvaguardas sería, por ejemplo, una reducción del 10% en el precio medio de un producto sensible en comparación con el período anterior en uno o más países de la UE. En tal caso, el producto afectado perdería temporalmente los beneficios arancelarios preferenciales en el mercado común.
Un intento de equilibrio
La inclusión de estas salvaguardas refleja un esfuerzo por parte de la Comisión Europea para abordar las preocupaciones de los agricultores europeos, quienes temen que productos como la carne vacuna argentina, producida con costos más bajos y estándares diferentes, desplacen a los productos locales. En este sentido, las salvaguardas buscan actuar como un mecanismo de protección que permita reaccionar rápidamente ante cualquier perjuicio económico comprobado.
Según Inmaculada Rodríguez-Piñero, especialista en comercio internacional y asesora senior de EPPA, las cláusulas de salvaguarda en este acuerdo son «las más completas y ambiciosas hasta ahora». Estas medidas han sido impulsadas principalmente por países europeos con posturas más proteccionistas, como Francia, así como por organizaciones agrícolas y civiles preocupadas por el impacto del acuerdo en sectores clave.
¿Unilateralidad o bilateralidad?
Aunque la Comisión Europea sostiene que las salvaguardas son bilaterales, ya que deben ser consensuadas con los socios del Mercosur, algunos expertos cuestionan esta afirmación. Marita González, representante de la Confederación General del Trabajo de Argentina, señala que la relación comercial entre ambas regiones es profundamente asimétrica. Según González, mientras los países europeos tienen mayor capacidad para implementar medidas proteccionistas, las naciones sudamericanas enfrentan mayores limitaciones para establecer salvaguardas similares que protejan sus productos sensibles.
Un ejemplo citado por González es el caso del queso uruguayo, que podría intentar protegerse frente a la competencia europea. Sin embargo, la posibilidad de que los países del Mercosur puedan activar salvaguardas contra productos europeos es vista como poco realista debido a las diferencias de poder económico y político entre ambas regiones.
Críticas al doble estándar
La percepción de un doble estándar en el comercio internacional también ha sido destacada en este contexto. González recuerda cómo Argentina fue sancionada en organismos multilaterales cuando implementó medidas proteccionistas para proteger su industria local. En contraste, otras potencias económicas han adoptado políticas proteccionistas sin enfrentar consecuencias similares. Para muchos críticos, el acuerdo UE-Mercosur pone en evidencia estas desigualdades y resalta las dificultades que enfrentan los países en desarrollo al negociar con economías más avanzadas.
Escollos por superar
A pesar de las salvaguardas incluidas en el acuerdo, países como Austria, Irlanda, Bélgica y Francia siguen mostrando reticencias a su aprobación. La Comisión Europea busca convencer a estas naciones de que sus preocupaciones están siendo tomadas en cuenta. Sin embargo, desde la perspectiva del Mercosur, las medidas propuestas no abordan adecuadamente las necesidades y sensibilidades de sus economías.
Aunque los países del Mercosur han expresado su descontento con ciertas disposiciones del acuerdo, estarían dispuestos a firmarlo antes de fin de año. No obstante, tanto el Parlamento Europeo como el Consejo de la UE aún deben dar su visto bueno al texto final, lo que podría retrasar su implementación.
Las salvaguardas incluidas en el acuerdo UE-Mercosur representan un intento por equilibrar los intereses de ambas partes en un contexto comercial complejo y asimétrico. Si bien estas medidas buscan ofrecer garantías a los agricultores europeos frente a posibles impactos negativos, también han generado críticas por su unilateralidad percibida y por no abordar adecuadamente las preocupaciones de los países del Mercosur.
El camino hacia la ratificación final del acuerdo sigue siendo incierto. A medida que avanzan las negociaciones, será crucial encontrar un equilibrio que permita una relación comercial más justa y simétrica entre ambas regiones. Solo así se podrá garantizar que el acuerdo beneficie a todas las partes involucradas sin profundizar las desigualdades existentes en el comercio internacional.
