

En un panorama internacional marcado por tensiones geopolíticas, crisis humanitarias y el cambio climático, el reciente Tratado de Libre Comercio entre el MERCOSUR y la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA) emerge como un ejemplo alentador de cooperación global con enfoque sostenible. Firmado el 16 de septiembre de 2025 en Río de Janeiro, este acuerdo no solo busca fortalecer los lazos comerciales entre ambas regiones, sino que también incorpora compromisos ambientales sin precedentes en el ámbito del comercio internacional.
El pacto une a los países del MERCOSUR (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) con los de la EFTA (Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza), creando una zona de libre comercio que abarca casi 300 millones de personas y un PIB combinado superior a los 4,3 trillones de dólares. Sin embargo, más allá de las cifras económicas, este acuerdo destaca por su enfoque innovador hacia la sostenibilidad.
Un Compromiso con el Desarrollo Sostenible
El Tratado MERCOSUR–EFTA establece un marco que va más allá del comercio tradicional, integrando compromisos concretos para combatir la deforestación, fomentar la agricultura sostenible y eliminar gradualmente el uso de promotores de crecimiento hormonales en la carne. Además, las partes se comprometieron a implementar el Acuerdo de París y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Este enfoque refuerza la necesidad de alinear las políticas comerciales con los desafíos ambientales globales.
El capítulo sobre Comercio y Desarrollo Sostenible es particularmente innovador, abordando temas como la gestión responsable de los bosques, la pesca y la acuicultura, así como la protección de los pueblos indígenas y las comunidades locales. También promueve la cooperación para establecer estándares comunes en trazabilidad y certificación ambiental, fundamentales para garantizar prácticas productivas responsables.
Liderazgo Regional en la Agenda Climática
Durante el traspaso de la presidencia pro tempore del MERCOSUR, que pasó de Javier Milei a Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente brasileño subrayó su compromiso con la sostenibilidad como eje central de su mandato. Lula anunció una ambiciosa meta: reducir las emisiones entre un 59% y un 67% para 2035, así como avanzar hacia una “taxonomía sostenible del MERCOSUR” que atraiga inversiones destinadas a una transición energética justa.
En su discurso, Lula destacó que América del Sur cuenta con una de las matrices energéticas más limpias del mundo y vastas reservas de minerales críticos esenciales para las tecnologías verdes. “América del Sur lo tiene todo para ser el corazón de este proceso”, afirmó, subrayando la importancia estratégica de la región en la lucha contra el cambio climático.
Un Contexto Global Complejo
El mundo enfrenta un escenario cada vez más desafiante. Las tensiones geopolíticas, las crisis humanitarias y el cambio climático en aceleración exigen respuestas coordinadas y soluciones innovadoras. En este contexto, acuerdos como el MERCOSUR–EFTA ofrecen una base sólida para promover políticas comerciales a largo plazo que prioricen la sostenibilidad y la responsabilidad ambiental.
Sin embargo, estos avances no están exentos de obstáculos. La emergencia de líderes negacionistas del cambio climático plantea riesgos significativos para la continuidad de estas iniciativas. Por ello, es crucial que los acuerdos internacionales como este se mantengan firmes frente a las ideologías fluctuantes y sigan siendo un pilar para enfrentar los desafíos globales.
Hacia un Futuro Sostenible
El Tratado MERCOSUR–EFTA representa un paso importante hacia una integración económica global más responsable. Su enfoque en la sostenibilidad no solo busca mejorar las condiciones productivas y logísticas, sino también sentar las bases para un modelo comercial alineado con los compromisos climáticos internacionales.
En un mundo que demanda cada vez más acción frente a la crisis climática, es esencial que los bloques regionales como el MERCOSUR continúen fortaleciendo sus compromisos socioambientales. Solo a través de consensos internacionales sólidos será posible garantizar que la agenda climática se mantenga como una prioridad permanente y no quede sujeta a los vaivenes políticos.
Este acuerdo es un recordatorio poderoso de que el comercio internacional puede ser una herramienta para construir un futuro más sostenible, siempre que se prioricen valores como la cooperación, la responsabilidad ambiental y el desarrollo inclusivo.
