

La presidencia del COI es uno de los cargos de mayor importancia y trascendencia en el mundo, dado que representa liderar el Movimiento Olímpico en todos los países y ejercer la rectoría de ese organismo, de las FI y de los CON. Las obligaciones que deben cumplir los presidentes están normadas por la Carta Olímpica.
A la par que ha evolucionado el Movimiento Olímpico, el COI también lo ha hecho, buscando adaptarse a los grandes cambios sociales y deportivos. Debió enfrentarse al impacto y consecuencias de dos guerras mundiales y otras focalizadas, a la instrumentalización política y comercial de los Juegos, a casos de discriminación racial y de género, al boicot político de los Juegos Olímpicos, a asesinatos dentro de la Villa Olímpica, entre otros.
Para enfrentar tales desafíos, el COI, a lo largo de su historia, ha contado con 10 presidentes desde su fundación en 1894 hasta la actualidad, provenientes de 3 continentes: Europa (7), América (1) y África (1). De ellos solo una mujer, la actual presidenta Kirsty Coventry, de Zimbawe. Sus perfiles han sido variados, destacando entre ellos pedagogos, abogados, un médico, un periodista, medallistas olímpicos, pero todos vinculados desde antes con el COI.
Sus mandatos han tenido diferente duración, habiendo sido el más corto el del primer presidente, el griego Dimitrios Vikelas, con apenas dos años, tras cumplir con el encargo de organizar los primeros Juegos Olímpicos. Mientras tanto, el más prolongado fue el del fundador del COI, Pierre de Coubertin, con una permanencia en el cargo de 29 años, seguido del estadounidense Avery Brundage con 20 años y del español Juan A. Samaranch con 21 años.
Cada uno de ellos, en sus respectivas épocas, hizo un aporte relevante al progreso y consolidación del COI. Sin embargo, quienes más lograron destacar por la trascendencia de su gestión y liderazgo fueron Pierre de Coubertin, Avery Brundage y Juan Antonio Samaranch. Igualmente es de justicia reconocer la destacada labor cumplida por Jacques Rogge y Thomas Bach. Cabe, pues, reseñar parte de su trayectoria y contribuciones, a fin de conocer de mejor manera sus aportes al Movimiento Olímpico. Dimitrios Vikelas (Grecia, 1894-1896)
En el Congreso de París de 1894, presidido por Pierre de Coubertin, se decidió que el presidente del incipiente movimiento sea un ciudadano del primer país anfitrión: Grecia. Así, el pedagogo heleno, Demetrius Vikelas, fue designado por Coubertin como primer presidente del COI.
Su labor se limitó, durante su corta permanencia, a liderar la organización de los Juegos de Atenas 1896. Una vez concluidos estos y tras distanciarse de Coubertin por su fallido deseo de que Grecia sea la sede permanente de los Juegos, siguió en la educación general y como miembro activo del Movimiento Olímpico, hasta el día de su fallecimiento.
Pierre de Coubertin (Francia, 1896-1925)
Fue un aristócrata y excelso humanista, pero sobre todo un educador; fue el primero de los tiempos modernos que supo observar que el deporte representaba algo más que el mero beneficio físico. Su enorme conocimiento y amor por la cultura helénica y por los Juegos de la Antigüedad lo impulsaron a fundar el COI y promover el Olimpismo, lo que le valió su reconocimiento como padre de los Juegos Olímpicos de la Era Moderna.
Bajo su liderazgo, el COI estableció los principios fundamentales del Olimpismo y organizó las primeras ediciones de los Juegos. Coubertin también creó el emblema olímpico de los cinco anillos entrelazados y el lema “Citius, Altius, Fortius”. Asimismo, defendió el principio sagrado de excluir la política de los Juegos para garantizar la admisión sin reservas de “todos los pueblos”.
Apoyó y participó activamente en la realización de los Juegos de Atenas 1896, París 1900, San Luis 1904, Londres 1908, Estocolmo 1912, Amberes 1920 y París 1924. En 1925 fue nombrado presidente de Honor de los Juegos, tras retirarse de la presidencia del COI, título que nunca más sería otorgado. Duró en el cargo 29 años.
Henri de Baillet-Latour (Bélgica, 1925-1942)
Miembro del COI desde 1903, fue dueño de una larga trayectoria dentro del Movimiento Olímpico, parte de la cual la dedicó a la transmisión y florecimiento del espíritu olímpico por el mundo. Igualmente destacó por su impulso a la realización de los Juegos de Amberes de 1920, no obstante los graves estragos ocasionados a Bélgica por la Primera Guerra Mundial. Fue partidario de que las mujeres sólo participen en deportes “estrictamente femeninos”.
Ocupó la presidencia del COI, desde 1925 a 1942, periodo en el que le correspondió afrontar uno de los momentos más acuciantes vividos por el Olimpismo: la organización de los Juegos de Berlín 1936. Dio muestras de liderazgo ante la marcada injerencia política del régimen nazi y de un creciente sentimiento antisemita. Sin embargo, terminó criticado por aparecer junto a los líderes nazis que utilizaron los Juegos como propaganda. Estuvo 17 años en el cargo, hasta 1942; murió a los 65, mientras aún ejercía la presidencia del COI.
Johannes Sigfrid Edström (Suecia, oficialmente 1946-1952)
Este exatleta fue Miembro del COI desde 1920 y durante más de 30 años. Antes fue vicepresidente del Comité Organizador de los Juegos de Estocolmo 1912 y primer presidente de la otrora IAAF, en 1913, cargo que ocupó hasta 1946. Cumplió 10 años como presidente, retirándose a los 82 años de edad. Oficialmente sólo se reconocen los seis años de su último mandato.
Tras el deceso de su antecesor, en 1942, lo subrogó hasta completar su periodo, esto es hasta 1945, al ser su vicepresidente. Después de cumplido su interinazgo fue elegido presidente del COI en la primera Comisión Ejecutiva de la posguerra, en 1946, llegando a ejercer sus funciones hasta 1952.
Demostró gran capacidad y liderazgo, especialmente cuando debió afrontar las dificultades supervinientes de la Segunda Guerra Mundial. De su gestión destacan todos sus esfuerzos y acciones para lograr la reanudación de los Juegos, la que finalmente se dio con la realización de Londres 1948.
Avery Brundage (Estados Unidos, 1952-1972)
Fue el quinto presidente del COI y el primero no europeo, cargo que ejerció durante 20 años, a partir de 1952. Miembro del COI desde 1936 y su vicepresidente a partir de 1945. A Brundage se lo reconoce como uno de los grandes líderes del Olimpismo de todos los tiempos, por su acérrima defensa del amateurismo y de la pureza del deporte. Su mandato como presidente finalizó con el atentado terrorista en los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972.
Su gestión se vio salpicada por la suspensión en 1964 de Sudáfrica a nivel internacional por la instauración del régimen de apartheid, y por la expulsión de los dos atletas estadounidenses que protagonizaron la protesta del “black power”, durante su ceremonia de premiación en los Juegos de México 1968. Asimismo, por la controversia surgida en torno a la exclusión de Rhodesia – actual Zimbabue -, que lo enfrentó con la mayoría de los miembros del COI.
Pero los mayores cuestionamientos a su presidencia fueron los relacionados con su tibia reacción ante la masacre de Múnich, acaecida durante los Juegos Olímpicos de 1972. En esa ocasión, a pesar de las protestas de algunos funcionarios y organizadores olímpicos, Brundage decidió continuar los Juegos, declarando: “¡Los Juegos deben continuar!”. Las controversias generadas por su declaración se mantuvieron hasta el final de su mandato.
Si bien su destacada carrera dirigencial no tuvo un final feliz, pero no por ello puede dejar de reconocérselo como uno de los presidentes que más defendió al Olimpismo de las amenazas del profesionalismo y de la influencia de la política. Falleció de 87 años de edad, en 1975.
Michael Morris, Lord Killanin (Irlanda, 1972-1980)
El sexto presidente del COI fue Michael Morris, más conocido como lord Killanin, Miembro del COI desde 1952. El irlandés asumió el cargo durante un período difícil marcado por el boicot político. Su predecesor, Brundage, se negó a votar por él, creyendo que carecía del peso intelectual necesario para mantener la solidez del Movimiento Olímpico. Killanin respondió que el COI había estado estancado durante dos décadas bajo el liderazgo del estadounidense. Participó en la planeación del desembarco del Día D, durante la Segunda Guerra Mundial.
Desarrolló una trayectoria profesional muy diversa como periodista, productor cinematográfico y dirigente empresarial. Fue electo en la 73ª Sesión del COI, celebrada antes de los Juegos de Múnich 1972, aunque asumió el cargo después de realizados estos. En 1968 ya había sido elegido vicepresidente.
Debió afrontar un mandato muy difícil, tras el fracaso financiero de los Juegos de Montreal 1976 y el boicot de varios países africanos en protesta contra Nueva Zelanda, cuyo equipo de rugby había jugado en la Sudáfrica del apartheid. Además, cuatro años después, Estados Unidos y otras naciones boicotearon los Juegos Olímpicos de Moscú en respuesta a la invasión soviética de Afganistán.
En retrospectiva, Killanin tuvo que lamentar que las crisis políticas hubieran dominado su mandato, un período que habría preferido dedicar a “modernizar el
Movimiento Olímpico”. Renunció en 1980, justo antes de los Juegos de Moscú.
Tras su retiro le fue concedida la Orden Olímpica de Oro, siendo elegido también presidente honorario vitalicio del COI.
Juan Antonio Samaranch (España, 1980-2001)
El español Samaranch fue el séptimo presidente del COI. El exministro de Deportes del dictador Francisco Franco, elegido en Moscú en 1980, era dueño de una destacada trayectoria política forjada en las filas del franquismo. Su mandato, el segundo más extenso de la historia del COI, terminó en el año 2001, tras permanecer 21 años en el cargo.
Bajo su liderazgo, el crecimiento económico del COI se disparó, gracias a los acuerdos sobre derechos televisivos y al programa de 1985 para los principales patrocinadores. Pero, también, debió afrontar importantes crisis políticas como el boicot de la mayor parte del Bloque del Este a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984, en represalia al boicot a Moscú. Sin embargo, el presidente español del COI encontró tiempo para revolucionar la organización.
Los cambios que impulsó a partir de Baden Baden en 1981 coadyuvaron a que los Juegos se vuelvan atractivos y universales, convirtiéndose así los de Barcelona 1992 en los más rentables y espectaculares de la historia, hasta ese entonces. Su legado supera la controversia.
La última parte de su mandato se vio ensombrecida por el escándalo de compra de votos que rodeó la candidatura de Salt Lake City para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002. Samaranch admitió en 2001 que el boicot de Los Ángeles y el escándalo de Salt Lake City fueron los meses y semanas más difíciles de su presidencia. Impulsó la construcción del nuevo Museo Olímpico de Lausana.
Aquel escandalo trajo consigo profundas reformas al interior del COI, así como la expulsión de 10 de sus miembros. Marcó el inicio de una nueva era que incluyó la creación de la Comisión Ética y la limitación de los mandatos de los presidentes de la entidad. Allende de esos momentos difíciles e incómodos, conservó su prestigio e indiscutible liderazgo en el Movimiento Olímpico.
Su hábil tacto diplomático, su espíritu visionario y su acendrado amor por el deporte, lo convirtieron, después de Coubertin, en el mayor ícono del Olimpismo de todas las épocas. Su deceso se produjo el 21 de abril de 2010.
Jacques Rogge (Bélgica, 2001-2013)
El conde belga y exatleta olímpico Jacques Rogge fue elegido presidente del COI en Moscú, en 2001. Fue campeón del mundo de vela, en 1959, en la modalidad cadete. En ese deporte compitió en los Juegos de México 1968, Múnich 1972 y Montreal 1976. En 2009 fue reelecto en Copenhague por cuatro años, completando así un mandato de 12 años.
Su estilo ponderado y reflexivo le hizo acreedor a una imagen de presidente “diplomático e imperturbable”. Gozó de una muy buena reputación, ganándose el apelativo de “el limpio”, por su denodada lucha contra la corrupción y el dopaje en el Olimpismo; bregó también contra la violencia en el deporte y toda forma de discriminación. Fue un firme opositor al gigantismo de los Juegos y a que se mezcle la política con el deporte. Fiel a su principio de no mezclar la política y el deporte, no cedió ante los cuestionamientos ni presiones que se ejercieron para oponerse a que Beijing albergue los Juegos en 2008.
Imprimió una mayor transparencia en las instituciones olímpicas, buscando poner fin a los problemas de corrupción, promoviendo la adopción de la «autonomía responsable» entre ellas. Abrió los Juegos a los países emergentes – Río 2016 – y a los jóvenes, tras impulsar la creación de los Juegos Olímpicos de la Juventud. Reguló con mayor estrictez las visitas de los Miembros COI a las ciudades candidatas a organizar los Juegos.
En la lucha contra el dopaje, incrementó el número de pruebas de control y, en consecuencia, creció el total de positivos. Fue, también, uno de los artífices de llevar los Juegos a China, reconocidos mundialmente como uno de los mejores de la historia, tras vencer toda clase de prejuicios y cuestionamientos a la política de derechos humanos de ese país. Coincidentemente, asumió la presidencia del COI en la Sesión en que Beijing fue elegida sede de los Juegos del 2008.
Otro de sus grandes aportes fue la aprobación en 2009, de los principios universales de la buena gobernanza para las organizaciones deportivas, así como la introducción en 2010 de los Juegos Olímpicos de la Juventud, dirigidos a atletas de entre 15 y 18 años. La exitosa realización de Londres 2012 reafirmó su prestigio y terminó por consolidar la universalidad los Juegos.
Thomas Bach (Alemania, 2013 – 2025)
El noveno presidente del COI es el alemán Thomas Bach, medallista de oro en florete por equipo en los Juegos de Montreal 1976, convirtiéndose así en el primer ganador de oro olímpico en presidirlo. Fue electo por un mandato de ocho años el 10 de septiembre de 2013, en la 125ª Sesión del COI, celebrada en Buenos Aires, y reelecto por cuatros años más en el año 2021.
Fue un decidido promotor de la “autonomía responsable” en las organizaciones deportivas. Merced a su liderazgo y perseverante labor, la autonomía deportiva fue reconocida por la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada en octubre de 2014. Declaró la tolerancia cero al dopaje en el deporte, pero en esa batalla no salió del todo bien librado, especialmente por las deficiencias registradas en los controles durante los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Fue un gran impulsador de la lucha contra el amaño de los partidos, siendo la aprobación del Código del Movimiento Olímpico para la prevención de la manipulación de las competiciones deportivas, en 2015, una de las mayores contribuciones efectuadas por el COI para ese propósito, bajo su presidencia. La Agenda 2020 fue la mayor aportación al futuro del Movimiento Olímpico y de los Juegos. Su apertura a las distintas corrientes y tendencias, le permitieron generar grandes consensos y ampliar los horizontes del Olimpismo.
El éxito de Río 2016, después de superar serios escollos y una grave crisis al interior del Brasil, fue otro de sus logros. Años después, la pandemia del COVID trajo consigo la suspensión de los Juegos de Tokio 2020, por lo que debieron realizarse en 2021, a puerta cerrada, pero de manera exitosa.
Bajo el lema “Cambiar o ser cambiado” y con la idea de transformar profundamente el COI, impulsó la iniciativa “Agenda Olímpica 2020”, un conjunto de reformas diseñadas para hacer los Juegos más accesibles, inclusivos y sostenibles. Supervisó la exitosa organización de París 2024, en los que se consiguió por primera vez en la historia de los Juegos la total de equidad en la participación de hombres y mujeres.
La Agenda Olímpica revolucionó la forma en que se adjudican, organizan y presentan los Juegos a un público global más amplio que nunca. La organización actualmente se adapta a las necesidades de desarrollo del país anfitrión, utilizando sedes existentes o temporales. Estos cambios revitalizaron el interés por albergar los Juegos Olímpicos, lo que se evidencia con las sedes ya designadas hasta el año 2034.
Desde su adopción, los ingresos del COI procedentes del programa de patrocinio TOP y de los derechos de retransmisión aumentaron de 5.200 millones de dólares en el periodo 2013-2016 a 6.900 millones de dólares entre 2017 y 202021, y a 7.700 millones de dólares entre 2021 y 2024. Se aseguraron 7.400 millones de dólares para 2025-2028 y otros 6.500 millones para 2029-2032. A través de ella, el COI modernizó sus procesos de gobernanza, fortaleció su credibilidad y reforzó la relevancia y universalidad de los Juegos Olímpicos.
Bach lideró la exclusión de Rusia de los Juegos Olímpicos, como consecuencia de su invasión a Ucrania. Su gestión del escándalo de dopaje ruso fue controvertida, después que el Informe McLaren revelara en 2016 que las autoridades rusas encubrieron y facilitaron el dopaje de más de 1.000 atletas nacionales entre 2011 y 2015. Lo fue, porque el COI, bajo su liderazgo, permitió a los atletas rusos competir bajo una bandera neutral en los Juegos Olímpicos de Pyeongchang 2018 y Tokio 2020, generando críticas por su presunta falta de firmeza en la aplicación de las sanciones.
Entre las reformas y aportes de la gestión de Bach destacan su enfoque más inclusivo, la digitalización de los Juegos y la integración de los atletas refugiados, así como su apoyo a los e-sports. Fue, sin duda, una figura clave en la transformación de los Juegos, tras implementar con éxito un modelo de gestión más sostenible y justo. Nos legó asimismo el término “Juntos” con el que amplió el lema olímpico.
Impulsó la estrategia Olympismo365 del COI, lanzada en el marco de la reforma de la Agenda Olímpica 2020+5, que buscaba integrar los valores olímpicos en la vida cotidiana. Ella promueve asimismo el acceso al deporte, impulsando la salud y el bienestar, y la construcción de sociedades más inclusivas, saludables y resilentes. Actualmente llega a decenas de millones de personas a través de 550 programas e iniciativas de impacto social en 176 países.
La impronta de Bach dejó marcado el rumbo a seguir por el Movimiento Olímpico, bajo el liderazgo de un COI fortalecido y sostenible. Al final de su mandato y en reconocimiento a su destacada trayectoria al frente del COI, fue designado con merecimiento su presidente honorario vitalicio.
Kirsty Coventry
Electa durante la 144ª Sesión del COI realizada en Costa Navarino, Grecia, el 20 de marzo de 2025, se convirtió en la décima presidente. La zimbabuense, siete veces medallista olímpica en natación, es la primera mujer en alcanzar la presidencia de la entidad y, también, la primera africana. Su elección representó la consolidación de la participación femenina en el liderazgo del Movimiento Olímpico y la continuidad del trabajo de la Agenda 2020+5
Los nuevos tiempos exigen un liderazgo renovado que ella lo encarna, que le permita al COI adaptarse a los desafíos de una era en constante evolución, entre los cuales están los que plantean la geopolítica y los conflictos bélicos que atentan contra la paz mundial. Ella será una batalla de poder sin precedentes, en la que nada está escrito en piedra, al igual que lo es el enfrentarse a un mundo dividido por prejuicios e intereses.
En aquel ambiente de confrontación y sesgos políticos ya ha asumido su liderazgo, como cuando recientemente reaccionó, junto con sus compañeros del Comité Ejecutivo, ante el boicot a la participación israelí en el campeonato mundial de gimnasia de Yakarta, efectuado a mediados de este mes. En esa oportunidad defendió con firmeza el derecho de los atletas a participar en los eventos deportivos sin ningún tipo de discriminación, tras considerar que la negación de los visados a los deportistas israelíes fue discriminatoria.
El futuro del COI
Dotado de un inmenso poder financiero y alcance regulatorio, y gran prestigio, el COI sigue siendo fundamental e insustituible para la industria del Olimpismo. Su influencia trasciende el ámbito deportivo, moldeando la diplomacia, la política económica y los asuntos globales. Uno de los grandes desafíos de Coventry será, pues, que el COI pueda seguir dictando el futuro de los Juegos Olímpicos mediante una combinación de liderazgo, maniobras estratégicas y una asertiva toma de decisiones.
Sin embargo, la prueba más difícil que deberá afrontar es, sin duda, el poder resistir la creciente presión política sobre Israel, aquella que propugna su aislamiento del Movimiento Olímpico. Ese es un tema de gran complejidad, por cierto, si consideramos que Estados Unidos, aliado histórico de Israel, siempre ha estado y estará del lado de los intereses de este país.
Los Ángeles será la sede de los próximos Juegos Olímpicos, por lo que difícilmente el COI contrariará esos intereses, salvo que quiera poner en riesgo la realización de los mismos. Hoy, más que nunca, necesitamos el poder del deporte para infundirnos esperanza y optimismo, pero también paz.
Evaluación final
Todos los presidentes del COI, sin excepción, son merecedores de nuestra gratitud y reconocimiento por su liderazgo y defensa de los principios y valores del Olimpismo. Y por su contribución a la universalidad del Movimiento Olímpico y de los Juegos, a la paz mundial, a la buena gobernanza y a la lucha por la no discriminación, la equidad de género y la responsabilidad social y ambiental.
Sus obras e histórico legado hablan por todos ellos y seguramente hablarán por la actual presidente del COI, al final de su mandato. Han sido y seguirán siendo fuente de inspiración para las actuales y futuras generaciones.
Honrar su memoria y preservar su legado, siempre será un acto de estricta justicia con ellos y el Olimpismo. La nobleza obliga, la gratitud también.
César Pólit Ycaza ECU

Destacado especialista ecuatoriano en deporte, licenciado en Ciencias Sociales y Políticas, con una amplia trayectoria en gestión y política deportiva. Ha sido presidente de la Federación Ecuatoriana de Voleibol, secretario nacional del Deporte, directivo del Comité Olímpico Ecuatoriano y secretario de la Federación Ecuatoriana de Tenis. Fue director de la Comisión de Eventos de la Confederación Sudamericana de Voleibol y presidente del Panathlon Club Guayaquil. Es autor del libro Estado y Deporte. Amigos y enemigos íntimos y ha participado activamente en la elaboración de leyes deportivas, promoviendo la ética, la transparencia y el desarrollo institucional.
