Una investigación de la Facultad de Química confirmó las propiedades antidepresivas y ansiolíticas del tradicional arbusto. El tradicional burrito, ese que usamos como “remedio refrescante” para el tereré, tiene grandes posibilidades de cambiar de categoría en poco tiempo.
Los experimentos forman parte del Proyecto Piloto de Innovación “Desarrollo de un protocolo estandarizado de producción sustentable de fitofármacos antidepresivos a partir de partes aéreas de burrito cultivado en Paraguay”, impulsado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y el Banco Interamericano de Desarrollo.
En palabras simples, lo que se busca es establecer un método para fabricar medicamentos antidepresivos con esta planta. Además de la Facultad de Química, están involucrados en el proyecto el Instituto de Investigación en Ciencias de la Salud (IICS) y una empresa privada: Laboratorios Lasca. El grueso del trabajo investigativo se realiza en el campus universitario de San Lorenzo, dentro de los laboratorios de la Facultad de Química. Allí, las pruebas están en avanzada etapa.
“Lo que nosotros estamos haciendo es validar el conocimiento popular. Pudimos demostrar las propiedades ansiolíticas y antidepresivas del burrito y los resultados incluso se han publicado en revistas extranjeras”, explica la doctora María del Carmen Hellión, del Departamento de Farmacología de la facultad, cuyos hallazgos sirvieron de base al proyecto. A partir de esa certeza, han profundizado los estudios para poder elaborar un protocolo de producción.
“Ya tenemos estandarizado el método de extracción, de identificación biológica de la planta; ya tenemos estructurados los perfiles de composición química y nutricional, de fármaco toxicológico y en este momento ya estamos en la fase de desarrollo galénico”, comenta el Dr. Derlis Ibarrola, responsable del proyecto.
El desarrollo galénico implica realizar las pruebas para ver si será más conveniente convertirlo en cápsulas, en gotas o en ampollas, por ejemplo.
“Probablemente, de aquí a poco se va a poder comprar en las farmacias, cuando se lancen al mercado”, sueña Ibarrola.
EN HUMANOS.
Augusto Scavone, directivo de Lasca, ratificó que la intención de la empresa es convertir al burrito en un medicamento, que en principio sería en cápsulas y en té para infusión. “Pero todavía va a tomar un tiempo. Ahora queremos iniciar un proceso de ensayos químicos sobre humanos”, anunció. Esto demoraría alrededor de un año. “El objetivo es que Paraguay tenga su medicamento en base a una planta medicinal, que pueda ser exportado a todo el mundo”, afirmó el empresario.
SUS PROPIEDADES
El Aloysia Polystachya, popularmente conocido como burrito, es una planta medicinal con propiedades antidepresivas y ansiolíticas. Según un estudio realizado por profesionales de la Facultad de Química, esta hierba tiene, además, muchos minerales. Entre ellos: calcio, cinc y cobre. Además, se comprobó que no contiene microtoxinas. Solo falta determinar si posee o no vitaminas del complejo B.
DEPRESIÓN ES MÁS COMÚN QUE LA DIABETES
La depresión es una enfermedad más frecuente que la diabetes, según datos del Ministerio de Salud Pública. Se calcula que en el país, una de cada 100 personas sufre depresión. Esta es una enfermedad que puede aparecer en cualquier etapa de la vida y que con el tratamiento correcto es recuperable en un 80% o 90%. Una de cada cuatro mujeres y uno de cada 10 hombres pueden padecerla a lo largo de su vida. Alternativa.
“En este momento, en nuestro país, las plantas medicinales ya no son una segunda alternativa curativa sino la única para mucha gente”, comentó la doctora María del Camen Hellión, psicofarmacóloga. Ella señaló que los tratamientos y medicamentos para enfermedades del sistema nervioso son costosos.
“Otro aspecto es que el burrito, siendo un medicamento natural, no tiene reacciones adversas”, dijo. Hellión resaltó que ahora los países industrializados están volcándose a lo natural.
“Y nosotros en Paraguay tenemos una gran riqueza en plantas medicinales y la gran ventaja de que otros países quieren llevar de nosotros”. Este es uno de varios proyectos de innovación que la Conacyt está apoyando desde el año 2006, con el financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
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