El arzobispo Georg Ganswein dijo que el texto “Nada más que la verdad” surgió como respuesta a las “calumnias y oscuras maniobras” que intentaron ensombrecer el legado del pontífice.
El secretario personal del difunto papa Benedicto XVI se prepara para el lanzamiento de su libro “Nada más que la verdad. Mi vida al lado de Benedicto XVI”, que intentará romper el mito instalado por el papa Francisco de que convivir con el emérito en el Vaticano era como tener a un abuelo en casa y expondrá las reales tensiones que existían entre ambos hombres vestidos de blanco.
Georg Ganswein, arzobispo de 66 años, es el autor del libro en el que narrará todas sus vivencias junto al papa Benedicto XVI, a quien acompañó desde el 2003 -cuando aún era el cardenal Joseph Ratzinger– hasta el momento de su muerte, casi 20 años más tarde.
Es por ello que es palabra autorizada para contar los más íntimos secretos que guardan las paredes del Vaticano y, según comentó, busca en esas 330 páginas responder a “las calumnias y oscuras maniobras” que trataron “en vano” de ensombrecer el legado de Benedicto.
La obra abarca desde su elección como Papa en el 2005, su renuncia en el 2013 y sus años posteriores, con su enfermedad e, incluso, sus últimas horas de vida.
Algunas de las tensiones mencionadas en el libro remiten a la postura del difunto pontífice respecto a las reformas introducidas por su sucesor, Jorge Bergoglio, que llevaban a los conservadores católicos como él a sentirse alienados. Algunas de estas medidas fue la supresión de la tradicional misa en latín, la cual consideró “un error”.
Asimismo, Ganswein menciona que Benedicto quedó “sorprendido” ante la ausencia de respuesta por parte del papa Francisco a una carta pública de 2016 firmada por cuatro cardenales conservadores en 2016, incluido el estadounidense Raymond Leo Burke, en la que lo acusaban de sembrar confusión en cuestiones morales.
Por otro lado, luego de la asunción de Benedicto en 2005, Bergoglio concedió una larga entrevista a una revista jesuita que envió al Vaticano para su comentario. En aquella oportunidad, el entonces Papa criticó la manera en que había respondido a las preguntas sobre el aborto y la homosexualidad.
En sus páginas, monseñor Ganswein lamentó también haber sido apartado de un día para el otro de sus funciones de prefecto de la Casa Pontificia y encargado de la agenda de los pontífices para que se le encomendase la labor de cuidar de Ratzinger durante su retiro, en el monasterio Mater Ecclesiae.
“De ahora en adelante, quédese en casa, acompañe a Benedicto que lo necesita y hágale de escudo”, asegura que le dijo Francisco.
Por último, confirmó la existencia de corrientes o “bandos” -las cuales describe con el término italiano ‘tifoserie’ que refiere a hinchadas de fútbol- al interior de la Santa Sede.
“En efecto, creo que el análisis más correcto deba indicar como problema, no tanto la coexistencia de dos Papas -uno reinante y otro emérito- sino el nacimiento y desarrollo de dos hinchadas ya que, con el paso del tiempo, Ratzinger se dio cuenta cada vez más de que efectivamente eran dos visiones de la Iglesia”, comentó.
“Estas dos hinchadas -cada una fundada en afirmaciones, gestos o impresiones sobre la actitud de Francisco y Benedicto- han creado esa tensión que después reverberó sobre quienes no eran suficientemente conscientes de las dinámicas eclesiásticas”, agregó.
El futuro de los documentos privados de Benedicto
Por otra parte, según narra Ganswein en su libro, Benedicto XVI pidió que, “sin excepciones”, sus escritos privados fueran destruidos luego de su muerte, que tuvo lugar el 31 de diciembre, a sus 95 años.
“Hay quien me ha preguntado que haré, tras la muerte de Benedicto XVI, con sus documentos. En realidad esto para mi no supone un problema dado que he recibido de él instrucciones precisas, con indicaciones de entrega que me obligan en conciencia a respetar, sobre su biblioteca, los manuscritos de sus libros, la documentación acerca del Concilio y su correspondencia“, escribe Gänswein.
El arzobispo alemán, el más cercano colaborador de Ratzinger desde 2003, especificó que “en lo que concierne al resto de escritos su suerte está marcada”.
”Los folios privados de todo tipo deben ser destruidos. Esto debe hacerse sin excepciones y sin escapatorias”, asegura que le indicó el pontífice emérito.
(Con información de Reuters y EFE)
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