Por Selene Sequea.
Hace unos meses, con el inicio del nuevo año, muchos jóvenes cartageneros no solo celebraron el paso del tiempo, sino que, con él, creció la impotencia de ver cómo el desempleo sigue siendo una sombra que los acompaña. Las oportunidades laborales, más que escasas, parecen estar en vías de extinción. Ante esta realidad, la opción de migrar ya sea dentro del país o hacia el extranjero, ha tomado fuerza como una vía de escape. Pero ¿acaso esta es realmente la solución?
En el primer semestre de 2024, la tasa de desempleo de Cartagena alcanzó el 13,5% (DANE, 2024), un dato que refleja una situación que no distingue entre nivel socioeconómico, género o raza. Es un mal que se reproduce por toda la ciudad, afectando de una u otra forma a gran parte de las familias cartageneras, especialmente a aquellas donde habitan las nuevas generaciones. Lo preocupante es que, cuando se observa el panorama desde la educación superior, las universidades siguen graduando a cerca de 10.000 estudiantes anualmente, y, sin embargo, la falta de oportunidades laborales sigue abundando.
En consecuencia, hay una desproporción notoria entre el número de egresados y las vacantes laborales, lo cual está creando un círculo vicioso que aumenta la mano de obra barata, volviendo el mercado aún más reducido. Lo cierto es que, mientras todo esto pasa, los jóvenes nos enfrentamos al cuestionamiento diario de: “¿Acaso mis habilidades no son suficientes?”, “¿Opté por la carrera equivocada?”. Y es que esta brecha laboral no solo es económica, sino que también impacta directamente en la salud mental de los jóvenes, quienes se sienten aislados e incluso ineficientes.
En ese mismo sentido, la falta de empleo profundiza muchos de los problemas sociales, tales como la violencia urbana. Esto nos enfrenta a la Cartagena de verdad, una ciudad que debería ser un ejemplo de progreso y oportunidades, pero que sigue estancada. La tasa de desempleo en Cartagena cerró 2024 en un 11,6%, colocándola en el séptimo lugar a nivel nacional, detrás de Sincelejo y Popayán, con un 11,9% (DANE, 2024). A pesar de que la heroica es uno de los destinos turísticos más importantes del país, Cartagena tiene una economía en la que muchos de sus empleos son estacionales, ya que hay jóvenes con energía y dispuestos a trabajar, pero cuentan con pocas oportunidades de insertarse en el mercado laboral. Aun así, lo peor surge cuando la oferta laboral aparece y las respuestas suelen ser las mismas: “No tienes experiencia”. Pero ¿cómo adquirir experiencia si no nos dan la oportunidad de empezar?
Lo anterior solo subraya la necesidad urgente de no solo formular, sino también ejecutar proyectos que generen trabajos sostenibles a largo plazo, donde no solo se reemplace la informalidad en la ciudad, sino que también se impulse el crecimiento económico y social, involucrando a las juventudes en los procesos activos de construcción.
Por otro lado, en nuestra ciudad, la desigualdad de género también es una realidad que sigue marcando la norma. Bajo lo anterior, las mujeres, especialmente las jóvenes, enfrentan mayores dificultades a la hora de acceder a un empleo. Aunque la brecha de género en la tasa de ocupación aumentó a 24,4% a nivel nacional en 2024 (DANE, 2024), Cartagena, en 2022, lideró la tasa de desempleo femenino, con un 2,5% más que los hombres. No obstante, el año pasado la ciudad se destacó por su esfuerzo en priorizar los derechos de las mujeres y las niñas en los procesos de planeación y presupuestación (Alcaldía de Cartagena, 2024). Sin embargo, la realidad en las calles sigue siendo contradictoria, con jóvenes mujeres que no solo no se sienten seguras, sino que, a su vez luchan a diario por encontrar el mismo nivel de oportunidades que sus colegas varones.
Como bien argumentan De la Hoz, Quejada y Yáñez (2012), el desempleo se convierte en una vía de exclusión social, reproducción de la pobreza y profundización de problemas como la violencia urbana, por solo poner un ejemplo. La realidad cartagenera no solo está siendo azotada por los problemas estructurales de siempre: altas temperaturas, inundaciones en invierno, corrupción, pobreza, inseguridad, etc. Ahora, también, pasa por una epidemia silenciosa llamada la frustración de los jóvenes que aman su ciudad, pero se sienten excluidos del crecimiento económico y social. Si seguimos insistiendo en crear entretenimientos o en pintar fachadas como soluciones a corto plazo, sin abordar las verdaderas problemáticas, estaremos diluyendo aún más nuestras posibilidades de progreso.
El alcalde Dumek Turbay ha prometido que, para 2027, la tasa de desempleo se reducirá al 9,3%. Sin embargo, esta promesa no puede quedar en palabras. Para lograrlo, no basta con tener fe en que las montañas se muevan solas. Es necesario un plan de acción claro y sostenible que impulse nuevas economías, sin caer en el error de maquillar la ciudad o entregar soluciones superficiales. Reducir un 4,0% no es tarea fácil; requiere proyectos a largo plazo que, independientemente de la administración de turno, sigan impulsando el desarrollo y la inclusión laboral de los cartageneros. La experiencia nos muestra que, a partir de nuevos fichajes, cuadrillas del alcalde y barrer bajo la alfombra, no se consigue abordar las necesidades de los ciudadanos cartageneros.
Finalmente, es importante que, como cartageneros, luchemos por la búsqueda de oportunidades y, a su vez, comuniquemos las insatisfacciones que presentamos a diario, siendo curiosos y activos para cuestionarnos la manera en que se teje la ciudad para nosotros como sus habitantes. No solo al terminar de leer esto, sino mediante la socialización de nuestras vivencias para dejar de normalizarlas y exigir que se tomen cartas en el asunto, las cuales edifiquen iniciativas o rutas en la disminución del desempleo, así como la consecución efectiva de un equilibrio y una verdadera ciudad de derechos.
Canal Cultura
Fuente de esta noticia: https://canalcultura.org/2025/07/28/la-realidad-de-los-jovenes-cartageneros-una-ola-de-desempleo/
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