

Antonio Sanguino, Ministro de Trabajo, Gustavo Petro, Presidente de Colombia
El ministro de Trabajo, Antonio Sanguino, alzó la voz con firmeza frente a las acusaciones de narcotráfico lanzadas por el expresidente estadounidense Donald Trump contra el jefe de Estado colombiano, Gustavo Petro. Con palabras precisas y tono sereno, Sanguino comparó estas declaraciones con “la nueva versión de las armas de destrucción masiva”, aquella estrategia que en su momento sirvió a Washington para justificar la intervención en la soberanía de otros países.
“Bajo el Gobierno del Cambio, liderado por el presidente Petro, Colombia ha demostrado con hechos su compromiso real en la lucha contra el narcotráfico”, afirmó el ministro. Los datos lo respaldan: en los últimos dos años se han incautado más de 2.200 toneladas de cocaína, los cultivos ilícitos pasaron de un crecimiento del 43 % a solo el 3 %, y centenares de bienes confiscados a la mafia hoy benefician a campesinos, víctimas del conflicto y al sistema de educación pública.
Para Sanguino, las palabras de Trump no solo son una agresión al presidente Petro, sino una afrenta a la soberanía colombiana y una ruptura abierta con los principios del Derecho Internacional y del sistema de Naciones Unidas. “Colombia y su pueblo merecen respeto”, sentenció.
El ministro recordó que Gustavo Petro ha sido una figura clave en la lucha contra las estructuras criminales desde mucho antes de llegar a la presidencia. “Como congresista, enfrentó a las mafias, impulsó el desmonte de la parapolítica y contribuyó a que 86 congresistas fueran condenados y centenares de políticos investigados. Su trayectoria es la prueba más sólida de su integridad y de su compromiso con el país”, agregó.
La acusación de Trump, en contraste, parece una maniobra política sin sustento, más orientada a la provocación que a los hechos. “Es una falacia fácilmente desmontable con datos y resultados concretos”, enfatizó Sanguino, al recordar que el propio Trump ha sido condenado por violar su propio orden constitucional, lo que mina cualquier autoridad moral para juzgar a otros líderes.
Con su declaración, Antonio Sanguino no solo defendió al presidente Petro: defendió la independencia de una nación que ha pagado un altísimo precio en la lucha contra el narcotráfico. Su postura reivindica la dignidad de Colombia frente a los discursos hegemónicos que pretenden desconocer los avances de un país que ha decidido enfrentar las mafias desde la justicia social, la equidad y la transformación institucional.
En un momento en que la política internacional vuelve a tensarse bajo el peso de intereses electorales y narrativas distorsionadas, la voz del ministro Sanguino resuena como un recordatorio de que la soberanía no se mendiga: se ejerce.
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