

Después de dos décadas de gobierno de izquierda bajo el Movimiento al Socialismo (MAS), Bolivia se encuentra al borde de un cambio político significativo. Este 19 de octubre, el país decidirá en una segunda vuelta presidencial entre Rodrigo Paz, un senador centrista, y Jorge Quiroga, un exmandatario conservador. Este giro hacia la derecha no solo marcaría un cambio ideológico, sino que también podría transformar profundamente la economía boliviana, que actualmente enfrenta una crisis severa.
El Fin de una Era
Durante 20 años, el MAS dominó la política boliviana, especialmente en las tierras altas, donde su base indígena y rural le otorgó un apoyo masivo. Sin embargo, los recientes resultados de la primera vuelta electoral reflejan un cambio drástico en el panorama político. Rodrigo Paz obtuvo el 32% de los votos, mientras que el MAS sufrió una derrota histórica, casi perdiendo su estatus legal como partido político. La crisis económica y las luchas internas entre el actual presidente Luis Arce y el expresidente Evo Morales han debilitado considerablemente al partido.
La economía boliviana está en una situación crítica. El banco central prácticamente se quedó sin reservas de dólares a principios de 2023, lo que ha llevado a restricciones severas en el acceso a divisas extranjeras. En el mercado negro, el dólar se cotiza casi al doble del tipo de cambio oficial. Mientras tanto, la inflación ha alcanzado un alarmante 18% en el último año, y la deuda pública se sitúa en un 92% del PIB tras más de una década de déficits fiscales consecutivos.
Los Candidatos: Dos Visiones de Futuro
Rodrigo Paz y Jorge Quiroga representan visiones contrastantes para el futuro de Bolivia. Paz, de 58 años, es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora y lleva décadas en la política. Su compañero de fórmula, Edman Lara, es un exoficial de policía que ganó notoriedad tras denunciar casos de corrupción en redes sociales. Juntos han propuesto un «capitalismo para todos», prometiendo mantener los programas sociales del MAS mientras liberalizan la economía y combaten la corrupción. Su mensaje ha resonado particularmente en las tierras altas, donde obtuvieron casi la mitad de los votos en la primera vuelta.
Por otro lado, Jorge Quiroga, de 65 años, representa a la oposición más tradicional. Con experiencia como vicepresidente y presidente interino en 2001, Quiroga ha criticado duramente los 20 años de gobierno del MAS, calificándolos como «años perdidos». Su base de apoyo se encuentra principalmente en Santa Cruz, el motor económico del país y bastión opositor al MAS. Quiroga propone un cambio radical que incluye solicitar asistencia financiera del Fondo Monetario Internacional (FMI) para estabilizar la economía.
Los Retos Económicos
El próximo presidente enfrentará desafíos económicos monumentales. La prioridad inmediata será obtener dólares para garantizar las importaciones esenciales, como combustible. Mientras Quiroga apuesta por un préstamo del FMI, Paz confía en que la reducción de la corrupción y el restablecimiento de la confianza atraerán nuevamente los dólares al sistema financiero.
Sin embargo, ambos coinciden en que serán necesarios cambios estructurales profundos. Los subsidios al combustible, que costaron 2000 millones de dólares en 2024 (casi el 4% del PIB), son insostenibles. Además, será necesario reducir el déficit fiscal, que supera el 10% del PIB, y reformar los ministerios inflados y las empresas estatales deficitarias. También se requerirá atraer inversiones extranjeras a sectores clave como la minería, el petróleo y el gas.
Otro desafío será reconstruir un sistema judicial independiente tras años de manipulación bajo el MAS. Finalmente, aunque impopular, flexibilizar el tipo de cambio fijo será inevitable para estabilizar la economía a largo plazo.
¿Gradualidad o Choque?
El ritmo de estas reformas será crucial. En 2010, Evo Morales intentó eliminar los subsidios al combustible, pero las protestas masivas lo obligaron a retroceder. Hoy, los bolivianos parecen más conscientes de la necesidad de cambios económicos profundos. Sin embargo, el próximo presidente enfrentará un dilema: actuar con demasiada lentitud podría erosionar su capital político mientras la economía se deteriora aún más; actuar con demasiada rapidez podría desencadenar una recesión y descontento social.
«El debate central es entre gradualidad o choque», afirma Daniel Agramont, economista boliviano. Ambos enfoques tienen riesgos significativos y podrían definir no solo el éxito del próximo gobierno, sino también la estabilidad política y social del país.
Una Elección Decisiva
Las encuestas antes de la segunda vuelta dan una ligera ventaja a Quiroga sobre Paz. Sin embargo, dado que las encuestas subestimaron significativamente el apoyo a Paz en la primera vuelta, muchos analistas se muestran cautelosos sobre su precisión.
Independientemente del ganador, Bolivia está en un punto de inflexión histórico. El próximo presidente no solo tendrá que lidiar con una economía al borde del colapso, sino también con las expectativas de una población cansada de promesas incumplidas y corrupción. La pregunta no es si Bolivia cambiará, sino cuán rápido y profundo será ese cambio.
