

Brasil, con más del 85% de su población viviendo en áreas urbanas, enfrenta un futuro preocupante debido al impacto del calor extremo. Un estudio realizado por la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (FMUSP), en colaboración con universidades latinoamericanas y estadounidenses, proyecta que las muertes atribuibles al calor extremo podrían más que duplicarse para 2050. Este aumento estaría impulsado por factores como el cambio climático, la falta de áreas verdes, la urbanización acelerada y el envejecimiento rápido de la población.
Salvador se encuentra entre las ciudades más afectadas por el calor en América Latina, junto con otras grandes urbes brasileñas como Río de Janeiro, São Paulo, Recife y Manaus. Estas ciudades enfrentan el fenómeno de las «islas de calor», que incrementa las temperaturas en áreas con alta densidad urbana y poca vegetación. Este problema se agrava en Brasil debido a las desigualdades térmicas y socioeconómicas. Según el Censo Demográfico 2022 del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), Salvador ocupa el segundo lugar entre las capitales menos arborizadas del país, con un 63,5% de sus habitantes viviendo en calles sin árboles.
El estudio, publicado en la revista científica *Environment International*, forma parte del proyecto Salud Urbana en América Latina (SALURBAL) y analizó datos de mortalidad y clima en 326 ciudades de nueve países entre 2002 y 2015. Además, realizó proyecciones demográficas y climáticas para el período 2045-2054. En Brasil, las muertes relacionadas con el calor representaban el 0,95% del total en el período base y podrían aumentar a 1,82% en un escenario moderado de calentamiento, o hasta 2,43% en un escenario extremo.
Esto representa un incremento de entre el 90% y el 150% en las próximas tres décadas, incluso si se implementan políticas moderadas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En ciudades como Río de Janeiro, el porcentaje de muertes causadas por el calor podría pasar del 1,6% al 3,5% para 2050. El estudio también señala que Brasil ya presenta una de las temperaturas promedio más altas entre los países analizados (22,2 ºC), con un posible aumento de entre 1 ºC y 1,7 ºC hacia mediados de siglo.
El envejecimiento acelerado de la población brasileña es uno de los principales factores que agravan los riesgos asociados al calor extremo. Según proyecciones de la ONU citadas en el estudio, el número de personas mayores de 65 años casi se triplicará para 2050. Los adultos mayores son especialmente vulnerables debido a su menor capacidad para regular la temperatura corporal y a la prevalencia de enfermedades crónicas preexistentes, como problemas cardiovasculares y respiratorios.
“El envejecimiento poblacional y el crecimiento urbano se combinan con los efectos del cambio climático, aumentando significativamente el riesgo de muertes y enfermedades relacionadas con el calor extremo”, afirma Nelson Gouveia, profesor del Departamento de Medicina Preventiva de la FMUSP y coautor del estudio.
Ante estas proyecciones alarmantes, los investigadores hacen un llamado a implementar medidas urgentes para mitigar los efectos del calor extremo. Entre las estrategias recomendadas están:
– La creación de planes de emergencia para enfrentar olas de calor.
– El aumento de áreas verdes mediante el plantío de árboles.
– Sistemas de alerta temprana para temperaturas extremas.
– Programas de apoyo social y médico domiciliario para personas mayores y pacientes con enfermedades crónicas.
“Las acciones contra el calor extremo deben considerarse no solo como iniciativas ambientales, sino como políticas prioritarias de salud pública”, enfatiza Gouveia.
El estudio también destaca que la tasa de mortalidad atribuida al calor en América Latina podría aumentar hasta 3,9 veces respecto a los niveles actuales. Aunque las muertes causadas por frío podrían disminuir entre un 8% y un 25%, esta reducción no compensará los efectos del aumento del calor. Es crucial que los gobiernos adopten políticas integrales que aborden tanto los aspectos ambientales como los desafíos sociales y sanitarios derivados del cambio climático.
En conclusión, Brasil y América Latina enfrentan un futuro incierto ante la amenaza del calor extremo. Sin inversiones significativas en políticas públicas y adaptación climática, la vulnerabilidad de las poblaciones urbanas —especialmente los adultos mayores— seguirá aumentando. Es hora de que los gobiernos prioricen estas medidas para proteger la vida y la salud de sus ciudadanos frente a los efectos cada vez más intensos del cambio climático.
