

CUANDO LOS NIÑOS ROTOS SE CONVIERTEN EN ADULTOS QUE NO SUPIERON AMAR DEL TODO.
“No todos los padres fueron crueles por elección; muchos fueron niños que nadie sostuvo.”
En consulta, escucho con frecuencia historias de hijos marcados por padres fríos, autoritarios, ausentes o emocionalmente inaccesibles. Pero cuando se mira más allá del dolor, se revela una verdad silenciosa: muchos de esos padres también fueron niños rotos, criados en hogares donde no hubo abrazo, validación ni ternura.
No se trata de justificar el daño, sino de entender la cadena de heridas que atraviesa generaciones. Porque detrás de un padre que grita, puede haber un niño que nunca fue escuchado. Y detrás de una madre que controla, puede existir una niña que vivió en el miedo a ser abandonada.
Causas: la herencia emocional invisible.
Los padres que cargan heridas de infancia suelen provenir de entornos donde:
- La rigidez era sinónimo de amor. “Te corrijo porque te quiero”, decían, aunque doliera.
- Las emociones eran reprimidas. Se enseñaba a callar, no a sentir.
- La carencia afectiva era norma. No hubo tiempo para ternura, porque la vida exigía sobrevivir.
- Existía violencia física o verbal normalizada. Lo que hoy vemos como abuso, antes era visto como disciplina.
Crecieron sin referentes de amor saludable, aprendiendo que el afecto se gana, que la vulnerabilidad es debilidad y que la vida es una lucha constante.
Consecuencias en la relación con los hijos.
- Cuando esos niños heridos se convierten en padres, sin sanar, repiten inconscientemente los patrones que un día los lastimaron.
- Se vuelven exigentes con sus hijos porque a ellos nadie les permitió equivocarse.
- Se muestran distantes, porque aprendieron que mostrar amor era peligroso.
- Reaccionan con ira o silencio, porque no saben cómo comunicar su dolor.
- En el fondo, sienten culpa, pero no saben cómo hacerlo diferente.
El resultado son generaciones enteras de hijos que buscan amor en exceso o lo rechazan por miedo, perpetuando así el ciclo del abandono emocional.
Comprensión y compasión: el inicio de la sanación.
- Comprender no significa aprobar. Significa mirar con conciencia, sin negar el daño, pero también sin quedarse atrapado en él.
- La compasión, en este contexto, es una fuerza transformadora: no borra el pasado, pero libera del resentimiento.
Reconocer que nuestros padres hicieron lo que pudieron con los recursos que tenían (emocionales, sociales, económicos o psicológicos) es dar un paso hacia la madurez afectiva. Porque mientras los juzgamos, permanecemos atados a la herida; pero cuando los comprendemos, empezamos a sanar desde la raíz.
Dios mismo nos invita a mirar desde la compasión.
“Sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.” — Efesios 4:32
Si eres hijo o hija de un padre herido.
No puedes cambiar el pasado, pero sí puedes cortar la cadena del dolor. Aquí algunas medidas de afrontamiento:
- Reconoce el daño sin negar la historia. Es válido sentir enojo, tristeza o decepción. No lo ocultes; dale nombre y voz.
- Busca ayuda terapéutica. Sanar la herida primaria requiere contención profesional y acompañamiento emocional.
- Reparentízate. Aprende a ser el adulto amoroso que necesitaste. Bríndate ternura, límites y cuidado
- Practica el perdón consciente. No es olvidar, es liberarte del peso que ya no necesitas cargar.
- Crea nuevos vínculos sanos. Rodéate de personas que reflejen amor, no carencia.
- Ora por tus padres. No para justificar, sino para pedirle a Dios que los ilumine en su propio camino de sanación.
Todos provenimos de alguien que intentó hacerlo lo mejor que pudo desde su nivel de conciencia. Algunos padres no sabían amar, porque nunca fueron amados. No sabían abrazar, porque nadie los sostuvo. No sabían validar, porque solo recibieron juicio.
Y aunque nada borra el dolor de una infancia rota, el amor consciente tiene el poder de reescribir la historia. Hoy, como hijos adultos, podemos elegir sanar, detener el ciclo y sembrar una forma distinta de amar.
Recuerda:
“Dios sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas.” Salmo 147:3
El amor de Dios no solo restaura lo que fue herido, sino que enseña a amar de nuevo. Quizás tus padres no supieron cómo hacerlo, pero tú sí puedes aprender. Y al hacerlo, no solo sanas tú, sino que redimes una línea entera de corazones que necesitaban ser vistos, comprendidos y amados con verdad.
“Perdonar no es absolver el pasado, es permitir que la gracia de Dios construya un futuro distinto.”
“Hijo mío, no desprecies la disciplina del Señor, ni te ofendas por sus reprensiones. Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido”. Proverbios 3:11-12 (RRVA1960)
Si necesitas apoyo psicológico o corporativo especializado
Te ofrezco acompañamiento profesional en:
Terapia individual: manejo emocional, ansiedad, autoestima, duelos y crecimiento personal.
Terapia de pareja: fortalecimiento del vínculo, comunicación y resolución de conflictos.
Apoyo corporativo: programas de bienestar laboral, gestión emocional y mejora del clima organizacional.
Capacitación en habilidades blandas: liderazgo empático, comunicación asertiva, inteligencia emocional y trabajo en equipo.
Dra. Elizabeth Rondón. Especialista en bienestar emocional, relaciones humanas y desarrollo organizacional.
Tlf. +583165270022
Correo electrónico: Elizabethrondon1711@gmail.com
