

La última elefanta del Ecoparque porteño, Pupy, murió en el Santuario de Elefantes de Brasil (Chapada dos Guimarães, Mato Grosso) tras medio año de adaptación a su nuevo entorno. Su fallecimiento se produjo el 11 de octubre de 2025, fecha que coincide con los 176 días desde que dejó Buenos Aires para iniciar una vida sin rejas.
La organización Global Sanctuary for Elephants (GSF) confirmó la noticia y detalló que, en los días previos, la elefanta había manifestado alteraciones digestivas intermitentes. Aunque respondió parcialmente a la medicación, en la jornada final su cuadro se agravó de forma repentina, algo que el equipo venía vigilando por sus antecedentes de cólicos.
Qué ocurrió en sus últimas horas

Durante la tarde del último día, el personal observó que Pupy expulsó cerca de 1,5 kilos de piedras oscuras, no propias de la geología local. Desde ese momento se la notó más débil y distante, pese a los cuidados que se mantuvieron de forma continua para estabilizarla.
Ya por la noche, mientras Scott Blais, director y cofundador del santuario, intentaba hidratarla, la elefanta perdió estabilidad y cayó al suelo. La veterinaria Trish, que se encontraba de guardia, inició las maniobras de asistencia de inmediato, pero el deterioro fue fulminante y no hubo posibilidad de revertirlo.
En paralelo, Kenya —la otra elefanta africana del predio— mostró inquietud al inicio, aunque permitió que el equipo la desplazara a un recinto contiguo. Más tarde se acercó y pasó la noche junto al cuerpo de Pupy, un comportamiento que el santuario interpreta como una forma de acompañamiento entre congéneres.
GSF subrayó que muchos animales rescatados llegan con patologías acumuladas durante décadas, sin dieta adecuada ni atención sanitaria apropiada, lo que a menudo deja daños imposibles de revertir aun en un entorno de bienestar.
Del Ecoparque al Santuario: el operativo y su adaptación

Pupy, elefanta africana de 35 años, llegó al santuario el 18 de abril de 2025 tras un operativo por tierra que duró algo más de cinco días y 2.700 kilómetros. El plan, coordinado entre el Ecoparque de Buenos Aires, la Fundación Franz Weber y el propio GSF, fue diseñado con un protocolo específico para su bienestar y sin uso de sedantes.
Su partida supuso el cierre de una etapa en la transformación del antiguo zoológico porteño (iniciada en 2016) hacia un modelo de conservación. El traslado se preparó durante semanas, reforzando el vínculo de Pupy con la caja de transporte, además de controles veterinarios y paradas programadas para descanso, hidratación y alimentación.
Al llegar a Chapada dos Guimarães, comenzó en un sector inicial de diez hectáreas. El equipo describió su conducta como prudente: avanzaba, exploraba y retrocedía con cautela, algo esperable en un animal que no había salido de su pequeño recinto desde que era muy joven.
En julio se incorporó Kenya, trasladada desde Mendoza, y se inició una presentación gradual entre ambas, respetando ritmos y señales. El santuario —el primero de su tipo en América Latina— aloja además a las elefantas asiáticas Mara, Guillermina, Rana, Maia y Bambi, con un sector separado para la especie africana.
Pupy había perdido poco antes del viaje a Kuky, su compañera histórica en Buenos Aires; incluso se trasladó un objeto de juego compartido para mantener referencias familiares durante la adaptación. En sus primeras jornadas, los cuidadores observaron curiosidad, juego y vocalizaciones, signos que interpretaron como avances en su bienestar.
Investigación, efectos del cautiverio y reacciones

El equipo del santuario realiza la necropsia y el análisis de tejidos para determinar la causa exacta de la muerte. Los resultados podrían conocerse en las próximas semanas, aunque los especialistas señalan que las afecciones gastrointestinales crónicas y la carga física y emocional del cautiverio prolongado probablemente hayan sido determinantes.
Desde Global Sanctuary for Elephants remarcaron que el objetivo del refugio es ofrecer cuidados personalizados y recuperar conductas naturales; aun así, advirtieron que hay daños que no se pueden deshacer. Fuentes vinculadas al traslado, como la Fundación Franz Weber, insistieron en que Pupy pudo experimentar un entorno de libertad, aunque fuera por un periodo breve.
Colectivos como Proyecto ELE expresaron su pesar y adelantaron que difundirán los hallazgos de laboratorio en cuanto estén disponibles. También pusieron el foco en la necesidad de acelerar las derivaciones de grandes mamíferos rescatados, para evitar que el tiempo juegue en contra de su recuperación.
Con la partida de Pupy, Kenya queda como la única elefanta africana proveniente de Argentina en el predio de Mato Grosso. El santuario seguirá de cerca su estado emocional y su proceso de adaptación tras la pérdida, un aspecto clave en el manejo de animales sociales como los elefantes.
La historia de Pupy, marcada por más de tres décadas de encierro y un tránsito final por un paisaje de sabana brasileña, aporta una evidencia incómoda pero necesaria: incluso con cuidados óptimos, las huellas del cautiverio pueden perdurar. Su legado refuerza el cambio de paradigma en Argentina y la región hacia modelos que prioricen bienestar, conservación y respeto.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/murio-pupy-la-elefanta-trasladada-desde-argentina-al-santuario-de-brasil/
También estamos en Telegram como @prensamercosur, únete aquí: https://t.me/prensamercosur Mercosur
