

En plena madurez creativa, Ridley Scott ha vuelto a hablar sin rodeos sobre el estado del séptimo arte. Aprovechando una charla en el British Film Institute de Londres, el cineasta británico confesó que, a su juicio, la oferta actual está saturada y el nivel medio ha caído, con demasiados títulos que no superan el corte.
El autor de Alien, Blade Runner y Gladiator describió la situación con una sinceridad poco habitual: hay una producción ingente, “no miles, sino millones” de películas en circulación, y una porción mínima le resulta realmente valiosa. Para colmo, señaló un problema de base: la dependencia de efectos digitales para tapar carencias de guion, cuando lo que debería sostenerlo todo es una historia bien escrita.
Un diagnóstico severo del panorama actual

Scott no se escondió al valorar el presente: señaló que “estamos hasta el cuello de mediocridad” y que la avalancha de estrenos no se traduce en mejores resultados. Incluso se permitió un guiño con cifras y porcentajes, admitiendo entre risas que solo una parte reducida le parece “decente” y un puñado “sobresaliente”, una forma de subrayar que la calidad, para él, brilla por su ausencia.
El realizador insistió en que muchas producciones se sostienen por la pirotecnia digital, pero flaquean donde importa: en el papel. “Primero hay que tener la grandeza en el guion”, vino a decir, remarcando que la escritura es el cimiento de cualquier película que aspire a perdurar.
Con todo, dejó una rendija al optimismo: de cuando en cuando, aparecen obras que le reconcilian con la cartelera. Son excepciones, reconoce, pero le sirven de recordatorio de que todavía hay cineastas que “saben lo que hacen”.
Quienes siguen su trayectoria no se sorprenden: no es la primera vez que lanza dardos contra el sistema. En el pasado, ya mostró su desencanto con el cine de superhéroes por su previsibilidad y su escaso músculo narrativo, manteniendo un perfil crítico con los fenómenos industriales que, a su entender, repiten fórmulas sin arriesgar.
Más allá de su contundencia, su tono fue el de alguien que observa con experiencia y sin ganas de maquillar su opinión. A sus 87 años, reconoce que no necesita quedar bien con nadie, y eso se notó en cada frase.
Su “remedio”: volver a ver su propia obra

Ante la decepción que le produce buena parte de la oferta actual, Scott confesó un hábito reciente: ha empezado a revisar sus propias películas. Lo dijo con ironía, como si fuese algo “terrible”… pero con una conclusión clara: cree que resisten bien el paso del tiempo y que todavía le funcionan como espectador.
Citó un caso concreto: Black Hawk Down (La caída del halcón negro). Al volver a verla, se preguntó cómo fue capaz de sacar aquella producción adelante, por su escala y su ejecución. Lo cuenta con una mezcla de sorpresa y satisfacción, señal de que aún encuentra estímulos en su propio legado.
También dejó caer una duda curiosa: ¿qué títulos revisita en casa? No es lo mismo dedicar horas a Blade Runner o Black Hawk Down que a sus trabajos más discutidos. En su trayectoria hay piezas de encargo y experimentos que no cuajaron, como Black Rain, La sombra del testigo, Legend, Robin Hood o Todo el dinero del mundo; un contraste que forma parte de cualquier filmografía extensa.
Si alguien se pregunta si piensa retirarse, la respuesta es rotunda: dejar de filmar le resulta “imposible”. Su energía no parece decaer, y su actividad de los últimos años —con estrenos y rodajes encadenados— así lo confirma.
Proyectos en marcha y otros dardos bien dirigidos

Acaba de concluir el rodaje de The Dog Stars (también mencionada como Dog Stars), un relato de ciencia ficción con Jacob Elordi, Josh Brolin, Margaret Qualley y Guy Pearce en el reparto. La película apunta a un estreno para 2026, lo que confirma que el director no levanta el pie del acelerador ni siquiera tras completar producciones de gran escala.
Tampoco esquivó hablar de sus sagas más populares. Respecto a Alien, elogió sus dos primeras entregas —la suya y la de James Cameron— y fue mucho menos entusiasta con los capítulos posteriores. Sin cerrar puertas de manera tajante, dejó claro que ya ha dicho casi todo lo que tenía que decir en ese universo.
En paralelo, no ocultó que baraja nuevas ideas en torno a Gladiator. Tras la secuela, dejó caer que trabaja en material que podría derivar en un nuevo capítulo, aunque sin confirmaciones mayores. Su prudencia contrasta con las expectativas del público, pero el guiño está ahí.
Las palabras de Scott llegan en un contexto de cambio profundo en los hábitos de consumo. Tras la pandemia, la asistencia a salas se ha resentido y el streaming ha reordenado el tablero. En ese ecosistema, su crítica sobre la cantidad frente a la calidad, y sobre la primacía del guion, resuena con especial fuerza.
Más allá de la polémica, lo que planteó es, en el fondo, un debate clásico: qué hace realmente buenas a las películas, si el armazón narrativo, la puesta en escena, el músculo técnico o la combinación de todo ello en su justa medida. Él lo tiene claro: sin una gran idea escrita con precisión, “no hay milagro digital” que lo arregle.
Su intervención, directa y sin paños calientes, deja una estampa coherente con su carrera: un creador que reivindica el oficio y la escritura, lanza pullas donde cree que fallan las cosas y, al mismo tiempo, sigue encadenando proyectos. De vez en cuando encuentra títulos actuales que le reconcilian con la cartelera, pero su brújula —dice— apunta siempre al guion como centro de gravedad.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/ridley-scott-arremete-contra-el-cine-de-hoy-y-lamenta-la-mediocridad/
También estamos en Telegram como @prensamercosur, únete aquí: https://t.me/prensamercosur Mercosur
