

El firmamento de octubre ofrece uno de esos espectáculos que apetece ver sin prisas: las Dracónidas, una lluvia de estrellas. En España, y en general en el hemisferio norte, se podrán observar a simple vista en las primeras noches del mes, sin necesidad de telescopios ni prismáticos, siempre que las nubes den tregua y nos alejemos de la contaminación lumínica.
Qué son las Dracónidas y por qué se producen

Las Dracónidas se originan cuando la Tierra atraviesa restos del cometa 21P/Giacobini–Zinner, un cometa de corto período que deja una estela de polvo y hielo en su órbita. Al entrar esas partículas en la atmósfera, se calientan y se desintegran, generando destellos que identificamos como estrellas fugaces.
El punto del cielo del que parecen surgir se denomina radiante y está en la constelación de Draco. De ahí su nombre. Cerca de las estrellas Eltanin y Rastaban “los ojos del dragón”, encontraremos la referencia para orientarnos, aunque los meteoros pueden cruzar cualquier zona del cielo.
Una de sus señas de identidad es la velocidad: son meteoros relativamente lentos, en torno a 20 km/s, lo que facilita seguir su trazo con la vista respecto a otras lluvias más rápidas.
Su actividad media en años normales ronda unos pocos meteoros por hora, pero su comportamiento es caprichoso. En 1933 y 1946 se registraron tormentas con miles de meteoros/hora, y en 2011 hubo un notable estallido con varios cientos por hora observado ampliamente en Europa.
Fechas, horarios y previsiones de actividad

En octubre, las Dracónidas están activas del 6 al 10, con el pico previsto para el 8 de octubre. En nuestro país conviene observar desde el anochecer hasta alrededor de la medianoche, cuando Draco está alto y el radiante favorece la aparición de meteoros visibles.
Este año la Luna juega en contra: alrededor del día 7–8 estará prácticamente llena, lo que implica mucha luz de fondo y pérdida de los meteoros más débiles. Aun así, los más brillantes deberían distinguirse si el cielo está despejado y el entorno es oscuro.
Las previsiones hablan de un estallido breve que podría elevar la tasa a 150–400 meteoros por hora durante unas horas. Algunos modelos sitúan el máximo en franja vespertina en tiempo universal, de modo que en parte de Europa podría coincidir con horas de luz; por ello, mirar en cuanto anochezca el día 8 sigue siendo la estrategia más sensata para intentar cazar el tramo más activo visible desde España.
Varios cálculos orbit ales sugieren que, tras alteraciones gravitatorias por Júpiter en los próximos años, no volveríamos a ver un repunte similar hasta 2078. En cualquier caso, como ocurre con toda lluvia imprevisible, conviene mantener expectativas realistas: podría quedar en un aumento moderado o sorprender con un pico notable.
Dónde y cómo observarlas

Para mejorar la visibilidad hay dos claves: cielos despejados y poca luz artificial. Aléjate de la ciudad, busca un horizonte amplio y evita focos directos. Una colchoneta o tumbona ayudará a mirar con comodidad gran parte de la bóveda celeste.
No hace falta equipo. De hecho, los telescopios reducen el campo de visión y no son prácticos para lluvias de meteoros. Mejor usar los ojos, cubrirse del frío y tener paciencia al menos durante una hora de observación continuada.
Antes de empezar, deja que la vista se adapte: 20–40 minutos sin pantallas ni luces elevan mucho la capacidad de detectar trazos más débiles. Si la Luna deslumbra, intenta situarte con algún obstáculo lateral (un muro o árbol) que la tape parcialmente.
Para orientarte, fija la mirada hacia el norte: el radiante está en Draco, entre la Osa Mayor y la Osa Menor. Aun así, los meteoros pueden aparecer en cualquier dirección, por lo que lo ideal es observar una zona amplia del cielo. Las aplicaciones de mapa celeste pueden servir de ayuda para ubicar constelaciones.
El cometa 21P/Giacobini–Zinner y el carácter imprevisible de la lluvia

El cometa progenitor, 21P/Giacobini–Zinner, es un periódico con una vuelta alrededor del Sol de alrededor de 6,6 años. En su último perihelio, el 29 de marzo de 2025, renovó parte de la estela de materiales que la Tierra atraviesa en octubre.
Las corrientes de polvo que deja el cometa no son uniformes: contienen filamentos más densos que, cuando coinciden con nuestra órbita, provocan aumentos repentinos de meteoros. Esa es la razón de su fama de “lotería”: hay años discretos y años con picos sorprendentes.
El entorno gravitatorio también influye. Interacciones con planetas gigantes como Júpiter pueden desviar ligeramente las corrientes de escombros, cambiando la cantidad de partículas que encontramos. De hecho, se espera un reajuste importante de la órbita tras 2029, lo que reduciría la probabilidad de grandes estallidos durante varias décadas.
Como curiosidad histórica, este cometa fue el primero visitado por una nave espacial: la sonda ICE atravesó su cola en 1985, aportando datos valiosos sobre el plasma y el polvo cometario que hoy ayudan a modelizar lluvias como las Dracónidas.
Si el tiempo acompaña, la cita para intentarlo está clara: noche del 8 de octubre, desde el crepúsculo hasta medianoche, en un lugar oscuro y con la vista ya adaptada. Pese a la Luna llena, los meteoros más brillantes deberían dejarse ver, y existe la posibilidad de un repunte breve que convierta la velada en una de las más comentadas del año entre los aficionados a mirar el cielo.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/guia-para-ver-la-lluvia-de-estrellas-draconidas/
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