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El cine ha construido, durante más de un siglo, un panteón de mitos que trascienden la pantalla y moldean nuestra memoria colectiva; de ahí que hablar de sus grandes rostros sea repasar la historia cultural del siglo XX y parte del XXI. En este recorrido reunimos listados clásicos, perfiles detallados, anécdotas y ránquines de taquilla para dibujar un mapa amplio de los actores y actrices más icónicos.
Desde el brillo del Hollywood de estudio hasta el Nuevo Hollywood y las franquicias contemporáneas, estas figuras comparten algo en común: un carisma magnético y trabajos inolvidables. Aquí integramos listados como el del AFI, semblanzas sobre leyendas, un top generado por IA y un repaso a los intérpretes más taquilleros, cuidando que cada perfil esté redactado con voz propia y que no falte ningún dato clave.
Viejo Hollywood: el hechizo del star-system
Hubo una época en la que los estudios lo controlaban todo y el glamour lo envolvía casi todo: los años 30, 40 y 50 del siglo pasado, el llamado Old Hollywood. Aquel ecosistema industrial, con nombres como Capra, Hitchcock, Wilder, DeMille, Kazan o Hawks en la cúspide, convirtió la idea de “estrella” en una especie de nueva mitología Popular, una maquinaria de star-power que fabricaba dioses de carne y hueso para las masas.
La magia de ese periodo no solo radicó en la elegancia visual y en cierta contención narrativa hoy menos habitual, sino en el control creativo y comercial de los estudios, capaces de lanzar carreras a la estratosfera. El American Film Institute (AFI) recopiló en 1999 sus grandes estrellas, una fotografía del pasado que sigue influyendo en cómo entendemos la historia del séptimo arte y que, para muchos cinéfilos, confirma la idea de que “el pasado del cine fue mejor”. Todo ello forma parte de una nostalgia que, con justicia o no, se alimenta de la pervivencia de sus películas.
Como recordatorio de lo que significa despedirse de las épocas doradas, resulta elocuente aquella reflexión atribuida al protagonista de La vida de Pi: en algún punto, la existencia se resume en aprender a soltar, y duele más cuando no decimos adiós a tiempo. Esa emoción melancólica atraviesa los tributos que algunos autores han dedicado a este periodo, como los firmados por Kim Tobías y El Fett, que evocan una era glamourosa y misteriosa en la que el estrellato parecía rozar la inmortalidad y Lauren Bacall simbolizaba el cierre de un ciclo.
En este espíritu, recuperamos semblanzas y datos de perfiles emblemáticos: desde los maestros británicos hasta el cine de autor, del star-system a los primeros rebeldes. El resultado es un viaje panorámico, donde conviven la solemnidad de los grandes clásicos con la fascinación contemporánea por las listas, y en el que cada nombre aparece acompañado por sus papeles imprescindibles y reconocimientos.
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Las grandes actrices según el AFI
Katharine Hepburn marcó un estándar de independencia y carácter en la pantalla. Con cuatro Oscars como protagonista, un récord aún inigualado, dejó hitos como The Philadelphia Story, The African Queen y On Golden Pond; su trayectoria abarca desde comedia sofisticada a drama, y su perfil biográfico la sitúa nacida en Hartford, activa también como escritora y con una vida personal tan singular como su presencia interpretativa.
Bette Davis encarnó personalidades combativas y complejas, con una mirada cortante e inolvidable. De All About Eve a Jezebel o Now, Voyager, acumuló diez nominaciones al Oscar y abrió caminos a muchas actrices posteriores, defendiendo con firmeza que cuando una mujer opinaba se la tachaba con etiquetas que a los hombres no se les ponían; su legado es tanto artístico como cultural.
Audrey Hepburn es sinónimo de elegancia. Desde Roman Holiday y Breakfast at Tiffany’s hasta My Fair Lady, cautivó con naturalidad y encanto, y más tarde se volcó en la labor humanitaria con UNICEF. Icono de estilo y de sensibilidad, su filmografía demuestra una versatilidad que va de la comedia romántica al drama, con una imagen pública que se convirtió en referencia de clase y cercanía.
Ingrid Bergman unió belleza natural y profundidad dramática. Casablanca, Gaslight o Notorious resumen una carrera transatlántica que la llevó a Hollywood y Europa, con tres Oscars y algunos de los duelos interpretativos más recordados junto a grandísimos compañeros; para muchos, eclipsaba a sus partenaires por puro magnetismo y potencia escénica.
Greta Garbo, la Esfinge Sueca, elevó el misterio a categoría artística. Del cine mudo al sonoro, de Flesh and the Devil a Grand Hotel y Ninotchka, brilló antes de retirarse pronto y con elegancia, alimentando un aura de leyenda que aún hoy se estudia como ejemplo de control de la imagen pública y de modernidad en pantalla.
Marilyn Monroe redefinió el sex symbol con inteligencia cómica y fragilidad trágica. Some Like It Hot, The Seven Year Itch o Gentlemen Prefer Blondes muestran su dominio del timing y su magnetismo. Su vida personal turbulenta contrasta con su eficacia como estrella total del estudio, una combinación que cimentó su mito.
Elizabeth Taylor brilló por talento y presencia, además de una biografía pública intensa. Cleopatra, Who’s Afraid of Virginia Woolf? y Giant son paradas inevitables; dos Oscars, activismo y un aura de diva temperamental, capaz de imponerse con una energía que la convirtió en figura histórica del cine de estudio.
Judy Garland permanecerá para siempre como Dorothy en The Wizard of Oz, pero su trayectoria abarca musicales como Meet Me in St. Louis y dramas como A Star Is Born. Su voz, su carisma y sus dificultades personales dibujan una historia de talento superlativo y vulnerabilidad que la consolidan como estrella de primera magnitud.
Marlene Dietrich unió glamour y ambigüedad con contundencia. De The Blue Angel a Morocco o Destry Rides Again, dejó imágenes icónicas tanto en Alemania como en Estados Unidos; además, su apoyo a las tropas aliadas en la Segunda Guerra Mundial añadió una dimensión cívica a su figura.
Joan Crawford se reinventó con cada etapa del cine, del mudo al sonoro. Mildred Pierce, Possessed o What Ever Happened to Baby Jane? dibujan a una intérprete que supo dominar la cámara y adaptarse a géneros y décadas, labrándose una reputación de trabajadora infatigable y estrella todoterreno.
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Los grandes actores según el AFI
Humphrey Bogart es el rostro del noir y del héroe cínico con ética. Casablanca, The Maltese Falcon o The African Queen bastan para entender por qué su magnetismo sigue intacto; su Oscar por esta última refrenda una carrera que fusiona dureza y romanticismo con una voz inconfundible y mítica.
Cary Grant personificó el encanto sofisticado. North by Northwest, His Girl Friday y The Philadelphia Story muestran su dominio del tempo cómico y el thriller elegante. Modelo del arquetipo hitchcockiano, su estilo influyó a generaciones, consolidando un ideal de protagonista masculino irresistible.
James Stewart llevó a la pantalla una humanidad cercana. It’s a Wonderful Life, Mr. Smith Goes to Washington y Vertigo prueban su amplitud de registros, del ciudadano íntegro al héroe quebradizo; su servicio militar añade capas a un hombre que personifica la idea de integridad norteamericana.
Marlon Brando revolucionó la interpretación con el método. A Streetcar Named Desire, On the Waterfront y The Godfather son su tríptico esencial; intensidad, vulnerabilidad y poder larvado hicieron de él un antes y un después en la actuación cinematográfica, convirtiéndolo en influencia perenne.
Fred Astaire elevó el musical a arte coreográfico. Top Hat, Swing Time y Holiday Inn resumen una elegancia insuperable; su precisión, carisma y colaboración con grandes parejas y coreógrafos siguen siendo canon y su nombre, sinónimo de baile impecable.
Henry Fonda encarnó figuras morales y conscientes. The Grapes of Wrath, 12 Angry Men y On Golden Pond reflejan su serenidad y firmeza; su Oscar tardío no empaña décadas de trabajo excepcional, con una presencia sobria que definió a un tipo de héroe ético.
Clark Gable, el “Rey de Hollywood”, concentró carisma y masculinidad. Gone with the Wind, It Happened One Night y Mutiny on the Bounty son pruebas de su reinado; ganó el Oscar por la screwball de Capra y encarnó a un galán rudo y encantador que sigue siendo referencia.
James Cagney es el molde del gánster con nervio y chispa. The Public Enemy y Angels with Dirty Faces lo consagraron, mientras que Yankee Doodle Dandy demostró su rango en el musical; muchos cineastas posteriores lo citan como influencia central en su formación.
Spencer Tracy fue respeto y verdad en pantalla. Guess Who’s Coming to Dinner, Inherit the Wind y Captains Courageous dan cuenta de su peso dramático; doble ganador del Oscar, fue actor predilecto de directores y público por su naturalidad y contención.
Charles Chaplin es una de las figuras capitales del cine mundial. Actor, director y guionista, creó al vagabundo más famoso con City Lights, Modern Times y The Great Dictator, combinando humor y crítica social en un lenguaje universal que lo hizo inmortal.
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Retratos esenciales: de Guinness a Dean
Alec Guinness (47 películas) fue pilar del cine británico y colaborador clave de David Lean; del coronel Nicholson de The Bridge on the River Kwai al sabio Obi-Wan, alternó maestros y metamorfosis morales con rara elegancia. Sumó 33 premios, incluyendo un Oscar por el puente y otro honorífico, BAFTA y Copa Volpi, símbolo de camaleonismo actoral.
Audrey Hepburn (28 películas) unió mirada limpia y magnetismo. Tras sus inicios europeos, triunfó en Hollywood con Roman Holiday, Sabrina o Breakfast at Tiffany’s y se convirtió en icono de moda. Reunió Oscar, BAFTA y Globo de Oro por su debut y dejó el mensaje de que nunca se vio como “icono”, sino como alguien que hacía su trabajo.
Ava Gardner (57 películas) saltó a la fama por su belleza, pero se consolidó en papeles de reina y femme fatale, con química desbordante junto a Gable, Burton, Lancaster o Peck. Brilló en Mogambo, The Night of the Iguana y On the Beach, y ganó en San Sebastián; detrás del glamour, una vida sentimental convulsa que alimentó su aura.
Bette Davis (26 películas reseñadas en esa selección) capitalizó un estilo feraz, de mujeres indomables. Of Human Bondage, All About Eve o Dangerous muestran una fuerza de carácter que le ganó la devoción de la crítica y un lugar indiscutible en la historia, defendiendo con uñas su autoridad en escena.
Cary Grant (73 películas) es la quintaesencia del leading man de Hollywood. De Notorious a North by Northwest, pasando por Charade, moldeó el prototipo hitchcockiano y recibió un Oscar honorífico por una carrera que, de tan luminosa, parece una celebración continua del oficio y del estilo.
Charles Chaplin (81 películas) fue, además de actor, un creador integral del cine mudo y de transición al sonoro. Modern Times, City Lights, The Gold Rush o The Great Dictator bastan para entender su genio; obtuvo un Oscar honorífico y otro por banda sonora, y dejó la idea de vivir intensamente cada día antes de que el telón caiga.
Charlton Heston (76 películas) encarnó el gran espectáculo épico y de ciencia ficción: Ben-Hur, The Ten Commandments, Planet of the Apes o Touch of Evil marcan su filmografía. Con un Oscar por Ben-Hur y otro honorario, su impronta de héroe recio definió el blockbuster clásico, más allá de las polémicas de su vida pública.
Clark Gable (67 películas) fue el galán arquetípico, pareja de las divas Crawford, Gardner o Monroe. De Lo que el viento se llevó a Sucedió una noche, su Oscar selló un prestigio que lo convirtió en referente del varón gallardo y seguro, ese que domina la escena con una simple sonrisa.
Elizabeth Taylor (55 películas) conjugó belleza, carácter y talento, con dos Oscars y un activismo social de alto perfil. Cleopatra, Cat on a Hot Tin Roof y Who’s Afraid of Virginia Woolf? prueban su dimensión; temperamental y magnética, dejó frases lapidarias y una defensa pública de causas que expandieron su legado.
Gary Cooper (más de 100 películas) fue serenidad y rectitud. High Noon y Sergeant York le reportaron Oscars, y Meet John Doe muestra su vena capriana. Dominó comedia, western y drama con los grandes directores, y respondió con ironía a quienes decían que “se interpretaba a sí mismo”: ser como él requería oficio.
George C. Scott (34 películas) hizo historia al rechazar el Oscar. De The Hustler y Dr. Strangelove a Patton, combinó intensidad y mordacidad. Acumuló premios en cine y televisión, y no ocultó su lucha con el alcohol, explicando que la actuación le permitía huir de una personalidad con la que no terminaba de congeniar.

James Dean
Grace Kelly (12 películas) necesitó una docena de títulos para ser eterna, además de convertirse en princesa de Mónaco. The Country Girl le dio el Oscar y con Hitchcock dejó joyas como Rear Window, Dial M for Murder o To Catch a Thief; su aura sofisticada y su precisión interpretativa la hacen inolvidable.
Gregory Peck (55 películas) personificó la dignidad y la inteligencia: To Kill a Mockingbird (Oscar), Roman Holiday y Twelve O’Clock High son esenciales. Trabajó con grandes compañeras como Joan Bennett y Audrey Hepburn y defendió que crear “buenos” interesantes es un desafío mayor de lo que parece.
Greta Garbo (30 películas) fue icono de la feminidad en Europa y Estados Unidos, con una retirada temprana y en sus términos. Ninotchka, Grand Hotel o Anna Christie, cuatro nominaciones y un Oscar honorífico consolidan un mito admirado por colegas como Ava Gardner por saber irse a tiempo.
Henry Fonda (85 películas) sostuvo medio siglo de cine con autoridad moral y aplomo. 12 Angry Men, The Grapes of Wrath y On Golden Pond (Oscar póstumo) simbolizan su legado; John Ford llegó a decir que verlo caminar era ver cine.
Humphrey Bogart (75 películas) sumó hitos como Casablanca, The Big Sleep o To Have and Have Not, coronando con Oscar por The African Queen. No fue el apuesto “clásico”, pero su presencia y voz bastaron para conquistar y dejar últimas palabras tan irónicas como su arrepentimiento por cambiar whisky por martinis.
Ingrid Bergman (47 películas) fue, para muchos, el motor de la química en pantalla junto a Bogart o Grant. Gaslight, Anastasia y Murder on the Orient Express sustentan sus tres Oscars, además de Globos de Oro, Emmys, BAFTA y la Copa Volpi; su receta para la felicidad combinaba salud y una memoria oportunamente selectiva.
Jack Lemmon (70 películas) es el gran querido de la comedia moderna, con aristas dramáticas. Some Like It Hot y The Apartment definen su vis cómica; ganó el Oscar principal por Save the Tiger y otro de reparto por Mister Roberts, además de triunfar en televisión con Tuesday with Morrie. Su lema sobre el miedo al fracaso sigue siendo útil.
James Cagney (64 películas) cimentó al gánster cinematográfico, pero también brilló en el musical, con Oscar por Yankee Doodle Dandy. Injustamente ensombrecido por otros galanes, hoy es reivindicado por directores como Scorsese o Eastwood como influencia decisiva, con una energía eléctrica.
James Dean (7 películas) quedó mitificado por su muerte prematura y por su retrato de una juventud en conflicto. Rebel Without a Cause y East of Eden bastan para convertirlo en icono; encarnó la idea de vivir como si el tiempo fuera escaso y soñar como si fuera ilimitado.
Gene Kelly, artista total (actor, cantante, bailarín, director y coreógrafo), creció en Pittsburgh y arrasó en Broadway con Pal Joey antes de saltar a Hollywood. Un americano en París y Cantando bajo la lluvia lo consolidaron como rey del musical; recibió un Oscar honorífico y el reconocimiento del AFI, y tras quedar viudo priorizó la crianza de sus hijos, demostrando que también fuera de cámara fue un coloso.

Johnny Depp
Richard Dreyfuss, nacido en Brooklyn en 1947, dejó su sello en el Nuevo Hollywood con Tiburón, Encuentros en la tercera fase y La chica del adiós (por la que fue distinguido). Su vida personal incluye matrimonios con Janelle Lacey, Jeramie Rain y, desde 2006, con Svetlana Erokhin, y su carrera como actor y productor lo mantiene como un referente del periodo que renovó el cine comercial.
También cabe recordar que parte de esta memoria la construyen críticos y divulgadores. Un ejemplo es Rafael, especializado en cine clásico y de autor, sin dejar de cubrir fenómenos de Marvel o éxitos de Netflix por oficio; además, se mueve como pez en el agua en anime, k-pop y cultura asiática. Formado en Comunicación Audiovisual (Universidad de Murcia) y con un máster de la UC3M, inició un doctorado sobre sexualidad en el cine de autor y cursó crítica en ECAM y Escuela de Escritores; ha escrito en Fotogramas y Esquire, y en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, con una trayectoria que abarca gastronomía, viajes, humor y videojuegos —desde catas de aceite e insectos hasta tecnología—, lo que revela que el amor por el cine convive con una curiosidad omnívora.
Una mirada contemporánea: el top elegido por IA
Un listado generado con ayuda de IA propone otra jerarquía que combina clasicismo y sorpresas. En el puesto 10 surge Daniel Day-Lewis, abanderado del método, por composiciones memorables en Lincoln, Pozos de ambición y El hilo invisible; pocos han llevado tan lejos la inmersión en el personaje, como muestran casos de casting recientes, Paapa Essiedu, favorito para Severus Snape.
En el 9 aparece Charles Chaplin, cuyo valor histórico como humorista y autor político resiste cualquier medición, con Tiempos modernos, El gran dictador y El chico como joyas incontestables; su iconografía es tan fuerte que funciona más allá de los idiomas.
En el 8, Al Pacino encarna el pulso del Nuevo Hollywood: El Padrino, Scarface o Serpico son sus credenciales, uniendo violencia estilizada y drama moral, con un magnetismo que se reconoce incluso en sus excesos.
En el 7, Cate Blanchett representa la versatilidad contemporánea: de El Señor de los Anillos e Indiana Jones a trabajos de alta exigencia como Tár, Blue Jasmine o El aviador, con una presencia que recuerda a las grandes del clasicismo.
En el 6, Anthony Hopkins alterna el mito de Hannibal Lecter (El silencio de los corderos) con roles tardíos monumentales como El padre, que le valió el Oscar, confirmando que su precisión técnica y emocional sigue en pleno vigor.
En el 5, Robert De Niro es sinónimo de Scorsese (Taxi Driver, Toro salvaje), pero también de reinvención: desde Érase una vez en América hasta su vis cómica en cintas como Analyze This. Su arco demuestra cómo un actor se mueve entre lo autoral y el blockbuster con soltura.
En el 4, Katharine Hepburn vuelve a aflorar por su larga carrera, sus personajes decididos y su tridente con Historias de Filadelfia, La reina de África y ¿Sabes quién viene a cenar?, encarnando un modelo de mujer fuerte y moderna.
En el 3, Laurence Olivier representa la cumbre shakespeariana en cine (Hamlet, Oscar en 1948), con paradas como Rebecca o Espartaco, puenteando el teatro clásico con el lenguaje fílmico de modo ejemplar.
En el 2, Meryl Streep personifica la versatilidad en curso: de El diablo viste de Prada y Kramer vs. Kramer a La decisión de Sophie, domina el drama y la comedia con un rango que hace de cada estreno un evento.
En el 1, Marlon Brando vuelve a coronar la lista, con El último tango en París, Apocalypse Now y, sobre todo, Don Vito Corleone en El Padrino, ejemplo de cómo un actor transforma el oficio y deja huellas imborrables.
Los más taquilleros de todos los tiempos
Otro prisma para medir iconos es la taquilla acumulada. En esta clasificación se maneja un esquema claro: recaudación total de su filmografía, número de películas y la cinta más taquillera de cada intérprete. Además de reseñar nombres, algunos medios aderezan la lectura con curiosidades del UCM, decisiones que cambiaron Oscars y anécdotas de rodajes agitados, e incluso recomiendan ediciones en Blu‑ray.
Desde el 20, Dwayne Johnson es el rey del cine palomitero contemporáneo, un huracán de acción cuyo carisma comercial sostiene franquicias enteras. En el 19, Gary Oldman aporta su camaleonismo —como el romántico y perturbador Drácula de Coppola— y carreras de largo aliento. En el 18, Michael Caine acumula 3,440 billones (americanos) con 60 películas y tiene como pico El caballero oscuro, demostrando que ser secundario de lujo también multiplica ingresos.
En el 17, Vin Diesel aglutina Fast & Furious, xXx y voz en Marvel (Groot), una combinación que explica su potencia de recaudación. En el 16, Don Cheadle suma 3,564 billones con 35 títulos, con Vengadores: Infinity War como su cúspide comercial gracias a su alianza con Iron Man.
En el 15, Bradley Cooper alcanza 3,626 billones en 27 películas, también impulsado por Infinity War; además, dejó atrás la comedia de resacones para construir una carrera dramática sólida. En el 14, Ian McKellen acumula 3,654 billones (32 filmes) con La Bella y la Bestia como pico, recordando que su filmografía trasciende la Tierra Media y los X‑Men.
En el 13, Johnny Depp totaliza 3,687 billones (48 películas), con Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto como tope; su papel en sagas fantásticas ha sido decisivo, y nuevas entregas prometían mover de nuevo la aguja. En el 12, Idris Elba suma 3,688 billones (32 películas), con Infinity War a la cabeza, aunque no todo han sido aciertos (ahí quedó La torre oscura).
En el 11, Stanley Tucci alcanza 3,776 billones (55 filmes) y un máximo en La Bella y la Bestia; es el definitorio “camaleón silencioso” que aparece en sagas como Los juegos del hambre o Kingsman y eleva cada escena.
Ya en el top 10, Eddie Murphy mantiene su peso histórico con 3,811 billones (39 películas) y Shrek 2 como pico, demostrando que su época dorada continúa empujando cifras. En el 9, Tom Cruise roza los 3,996 billones (40 películas) con La guerra de los mundos como tope; su combinación de Misión: Imposible y otros éxitos lo mantiene en la élite de la taquilla.
En el 8, Anthony Daniels se cuela con solo nueve películas, casi todas de Star Wars, como el inolvidable C‑3PO; un caso singular de icono enmascarado cuyo impacto comercial es indiscutible. En el 7, Andy Serkis totaliza 4,358 billones (26 filmes), gracias a su maestría en captura de movimiento: Gollum, César o Snoke, además de su villano en Black Panther, lo acreditan como el secundario más decisivo.

Scarlett Johansson
En el 6, Scarlett Johansson llega a 4,386 billones (42 películas) con Infinity War como cima, llamando la atención por ser la única mujer de este top; una realidad que interpela a la industria y a sus dinámicas de financiación y protagonismo.
En el 5, Morgan Freeman acumula 4,522 billones (63 películas), con El caballero oscuro como tope; su voz e imagen de autoridad le han permitido estar en el centro de grandes fenómenos comerciales. En el 4, Tom Hanks suma 4,606 billones (48 filmes), con Toy Story 3 como cima y un abanico que va de Forrest Gump a Náufrago.
En el 3, Robert Downey Jr. totaliza 4,960 billones (55 películas), apoyado por su Tony Stark; Infinity War marca su techo, y su retorno a proyectos distintos exhibe una carrera que supo resurgir hasta convertirse en pilar del cine de franquicia.
En el 2, Harrison Ford llega a 4,964 billones (42 películas), capitalizando dos de los personajes más célebres —Han Solo e Indiana Jones— y sumando la mítica Blade Runner; su tope comercial también está en Star Wars: El despertar de la Fuerza.
En el 1, Samuel L. Jackson reina con 5,576 billones (74 películas) y un currículum casi ubicuo en el cine reciente, desde Marvel a thrillers y drama; su continuidad en nuevas entregas augura que seguirá ampliando una cifra ya de por sí apabullante.
Este repaso deja, además, preguntas abiertas: que solo aparezca una mujer en el top de recaudación sugiere inercias industriales que no siempre responden al talento, sino a la distribución de oportunidades y al lugar que las grandes franquicias otorgan a unos y otras.
Para cerrar este viaje, basta mirar la amplitud del mapa: del romanticismo sofisticado de Grant o Audrey al ardor social de Chaplin, del compromiso de Fonda al vértigo del método de Brando; del misterio de Garbo al fuego interno de Davis, del clasicismo de Bogart y Bergman a la energía rebelde de Dean, de los musicales luminosos de Gene Kelly a los récords de Johansson, Jackson o Ford. La historia del cine es, en buena medida, la historia de sus rostros, y volver a ellos no es nostalgia hueca: es reencontrarse con las obras, las frases, los premios, los giros biográficos y las huellas que, década a década, nos siguen acompañando.
Alicia Tomero
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/famosos-de-cine-los-actores-y-actrices-mas-iconicos-de-la-historia/
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