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El Coliseo de Gaira fue durante años un símbolo del abandono institucional, un espacio en ruinas que inspiraba temor en lugar de esperanza. Hasta el año 2012, el lugar no era más que un vestigio de lo que pudo haber sido: paredes deterioradas, techos a punto de colapsar y un entorno inseguro que reflejaba la desatención hacia una de las comunidades más vulnerables de Santa Marta. En lugar de servir a la juventud y a los deportistas, se había convertido en la representación física del olvido.
Ese panorama comenzó a cambiar en octubre de 2015, cuando, a tan solo dos meses de terminar mi periodo como alcalde, firmé el contrato que garantizó su reconstrucción. La obra, que quedó en plena ejecución, fue continuada por el alcalde Rafael Martínez y concluyó con éxito, transformando el coliseo en un espacio vivo y lleno de energía. Desde entonces, los jóvenes, los estudiantes y las familias de Gaira se reapropiaron de un escenario que hoy es sinónimo de encuentro, formación y orgullo comunitario.
Pese a los resultados visibles y al uso continuo de este espacio, la Fiscalía intenta revivir un viejo expediente con el fin de mostrarlo como una “nueva denuncia”. Lo que se presenta como novedad no es más que un refrito judicial. En marzo de 2023, bajo la administración del entonces fiscal Francisco Barbosa, ya se había desatado una persecución política contra Carlos Caicedo, centrada precisamente en supuestas irregularidades de la contratación de esta obra. Sin embargo, con pruebas contundentes se demostró ante el Tribunal Superior de Bogotá la transparencia, necesidad y legalidad de la inversión.

La narrativa de los supuestos sobrecostos también se derrumbó frente a la evidencia. Lo que algunos intentaron convertir en un escándalo fueron en realidad inversiones técnicas imprescindibles para asegurar que el Coliseo de Gaira renaciera como un espacio seguro y de calidad. No se trataba de lujos innecesarios, sino de adecuaciones que garantizaron que allí pudieran entrenar niños, jóvenes y deportistas de alto rendimiento. Desde su entrega, el escenario no ha sido un elefante blanco: fue sede de competencias de boxeo y taekwondo en los Juegos Bolivarianos de 2017, catalogados por la ODEBO y el Comité Olímpico Colombiano como los mejores de la historia. https://x.com/carlosecaicedo/status/1973860500003021171?t=uGEIGNnT4ba1DUslhuSxKA&s=19
Por eso, el libreto que hoy se quiere revivir resulta desgastado y predecible. La Fiscalía insiste en un discurso reciclado que refuerza lo que siempre hemos denunciado: sectores políticos de derecha instrumentalizan la justicia para atacar, inventando acusaciones y buscando debilitar liderazgos alternativos. El contrato del Coliseo de Gaira, firmado en 2015, cumplió con los cronogramas, se ejecutó bajo la legalidad y entregó un resultado tangible a la ciudadanía.
Lo que realmente queda claro en medio del ruido mediático es que la persecución contra el líder natural de Fuerza Ciudadana no ha cesado. En 2023 intentaron apartarlo del escenario político con estos mismos argumentos y fracasaron. Hoy, ante las elecciones atípicas en el Magdalena y de cara a los retos de 2026, vuelven a insistir con la misma estrategia. No se trata de justicia, se trata de presión política.

El Coliseo de Gaira, como tantas otras obras que se ejecutaron en un contexto donde antes se desviaban recursos públicos, es un símbolo del cambio que significa gobernar con resultados. Es la prueba de que el abandono puede convertirse en oportunidad, de que las ruinas pueden transformarse en orgullo colectivo y de que la verdad, tarde o temprano, siempre logra imponerse.
carloscastaneda@prensamercosur.org
