

CARLOS FAJARDO
PARA PRENSA MERCOSUR
En el día de hoy el propio presidente Gustavo Petro filtró la noticia de que la Metrópoli, la Babilonia
consumista, nos había descertificado en la lucha antidrogas. De nada valieron los esfuerzos de
nuestros policías y soldados que lograron, a lo largo de lo que va de este gobierno, confiscar 2545
de toneladas del alcaloide (Datos de Mindefensa desde agosto de 2022 hasta junio de 2025) de la
mata que mata que, de otra manera, hubieran inundado el mercado de los EEUU.
De nada valieron los soldados y policías asesinados (213, según datos de Mindefensa hasta Julio de
2025) o mutilados por delincuentes muy bien armados con armas producidas en los EEUU y que les
llegan por los mismos canales que envían las drogas a la porosa frontera de la nación americana.
Se demuestra con ello que la tal certificación es fundamentalmente una medida política que
muestra el agrado del amo del norte con sus siervos de la nación platanera y cocalera, con la
observancia de sus mandamientos, su alineamiento y sujeción sin ambages a las políticas de la
nación del norte, políticas que lo único que han demostrado es que definitivamente ese no es el
camino para controlar el narcotráfico, mientras en los EEUU a adicción a esos venenos y sustancias
peores crece cada año en forma logarítmica, al igual que los caudales de los dueños del negocio, los
cuales claramente no están por estas tierras ni tampoco se esconden, sino que viven y disfrutan sus
desmesuradas fortunas justamente el los EEUU, el más grande lavadero del mundo.
Nunca un gobierno había hecho tanto por el control del tráfico del alcaloide, pero el diablo es puerco
y lo que está muy claro es que, mientras el consumo y la adicción siga creciendo en los países
“desarrollados” y las fronteras de esos países sigan siendo porosas, la tentación al comparar el
riesgo beneficio seguirá siendo muy alta y difícilmente controlable en un país como el nuestro en el
que gobiernos y clases dirigentes y empresariales depredadoras, caníbales y corruptas, arrodilladas
a los designios del amo del norte, han hecho que las oportunidades no abunden y, por tanto, las
áreas dedicadas a la siembra de coca van a seguir creciendo por más policía y ejército que se le meta
al asunto y por más esfuerzos para la sustitución voluntaria de cultivos.
Buenos precios en la metrópoli, bajos costos de producción en estas tierras, ausencias del estado
sumada a grandes necesidades, fronteras porosas en el norte, enorme consumo, mafias poderosas
que tienen con qué intimidar al campesino, asesinar soldados y policías y comprar autoridades
fronterizas en la nación del norte, son terreno abonado para el fracaso de una política que no
contempla blindar las fronteras del poderoso país que se arroga el poder de calificar nuestros
esfuerzos, combatir la corrupción en las mismas, perseguir a los dueños del negocio, reprimir y
controlar el lavado de dólares y atacar el consumo.
Pueden enviar a toda la armada y la aviación norteamericana, acabar con todos los pescadores
artesanales, amenazar, sancionar, invadir y bombardear a nuestras famélicas bananas republicas,
pero, mientras no limpien su propia casa, el tráfico seguirá creciendo por vías cada vez más
entreveradas e ingeniosas.
Capítulo aparte para el cabildeo apátrida de los politiqueros de ultraderecha que “gestionaron” la
descertificación del país.
¿A quién se le ocurre que el país que más consume alcaloides y toda esa basura alucinógena que
aspiran, fuman o se inyectan sus ciudadanos sea justamente el que se arroga el derecho de calificar
la manera como los países víctimas de las mafias que producen y exportan esos venenos luchan con
las uñas y sacrificando valiosas vidas contra esos delincuentes?
La certificación debería darse también teniendo en cuenta el aumento logarítmico del consumo, el
control que esos países consumidores hacen a los recursos colosales que recogen las mafias internas
que se benefician del tráfico de drogas ilícitas.
Ni una vida más de colombianos en esa lucha perdida contra los narcotraficantes, ni un peso más
invertido en esa sinrazón, no nos pueden poner en condición de mendicantes, que asuman ellos sus
propios costos, que blinden sus fronteras y que controlen el lavado de recursos y el tráfico de armas
desde sus fronteras a las nuestras.
El asesino de pescadores caribeños y gran soporte y financiador del criminal sionista que quiere
acabar con la población palestina en Gaza tomó su decisión, es hora de que también nosotros
tomemos las nuestras con dignidad y sin entreguismos.
Ahora somos los parias del paria del norte a mucho honor…
CARLOS FAJARDO
PÁRA PRENSA MERCOSUR
