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En un discurso que rápidamente se convirtió en uno de los más controvertidos de su trayectoria política, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, pidió públicamente a los militares de Estados Unidos que se nieguen a cumplir las órdenes de Donald Trump, a quien acusó de encarnar la ruptura de la diplomacia y el desprecio por la vida humana. El mandatario colombiano instó a las tropas del país norteamericano a obedecer “la orden de la humanidad” por encima de cualquier mandato político, evocando los fantasmas de la historia y reclamando la conformación de un gran ejército internacional dispuesto a detener lo que calificó como un genocidio contra el pueblo palestino.
La intervención de Petro tuvo lugar en el corazón de Nueva York, en Times Square, epicentro de multitudinarias manifestaciones que en los últimos días han denunciado los bombardeos en Gaza y el creciente número de víctimas civiles. Rodeado de pancartas, consignas y una multitud que exigía un alto al fuego inmediato, el presidente colombiano buscó proyectar un mensaje que trascienda fronteras y que convoque a los pueblos a recordar las lecciones de la historia. “Nuestros abuelos se levantaron contra el fascismo en la Segunda Guerra Mundial; hoy, nuestros jóvenes no pueden ser indiferentes ante la barbarie que se repite”, expresó con vehemencia.
Petro recordó que la victoria aliada frente al nazismo no fue obra de una sola nación, sino el resultado de la unión de múltiples pueblos que decidieron resistir frente a la amenaza de la destrucción total. En esa misma línea, el mandatario defendió la idea de constituir un ejército global, más numeroso y con mayor fuerza que el de Estados Unidos, en el que participen hombres y mujeres de diversas naciones, entrenados y armados con el propósito de frenar las guerras de exterminio y defender la vida en todas sus formas. “Las naciones del mundo aportarán hombres y mujeres entrenados y armados para configurar ese gran ejército”, declaró.
La propuesta ya fue llevada, según dijo, a la Asamblea de Naciones, donde insistió en que Estados Unidos, con su política exterior actual, ha acabado con el último resquicio de la diplomacia internacional. “La historia de la humanidad nos ha demostrado que cuando la diplomacia se acaba, los pueblos deben recurrir a otra forma de lucha”, señaló el presidente, subrayando que no se trata de un llamado a la violencia por sí misma, sino de una respuesta desesperada frente a lo que describió como un genocidio.
El mandatario colombiano calificó los hechos en Gaza como un crimen contra la humanidad que no puede ser ignorado ni relativizado por intereses geopolíticos. Con dureza, responsabilizó a la comunidad internacional de guardar silencio y de permitir que se normalicen los ataques indiscriminados contra la población civil. “Lo que ocurre en Gaza es un genocidio. No podemos quedarnos callados, porque el silencio también mata”, afirmó.
En su intervención, Petro no solo cuestionó las decisiones de Trump, sino que también interpeló directamente a los soldados estadounidenses. “No apunten contra la humanidad. Desobedezcan la orden de Trump y obedezcan la orden de la humanidad”, exclamó, arrancando aplausos y vítores de los manifestantes que lo acompañaban. Con estas palabras, el presidente de Colombia dejó claro que su mensaje iba más allá de los salones diplomáticos y buscaba llegar al corazón mismo de las tropas que, en su visión, tienen la responsabilidad ética de cuestionar las órdenes que atenten contra la vida y la dignidad de los pueblos.
El discurso provocó reacciones inmediatas en distintos sectores políticos y diplomáticos. Para algunos analistas, se trata de una de las declaraciones más audaces de un presidente latinoamericano en tiempos recientes, al dirigirse de forma directa y sin matices a las Fuerzas Armadas de la principal potencia militar del mundo. Para otros, sus palabras constituyen una peligrosa incitación a la desobediencia que puede tensar aún más las ya frágiles relaciones entre Bogotá y Washington.
Sin embargo, Petro defendió su posición apelando a la memoria histórica. Recordó que, en los años más oscuros del siglo XX, millones de jóvenes de distintas nacionalidades se levantaron contra el fascismo, incluso cuando ello significaba ir en contra de los poderes establecidos. “Hoy, como entonces, el mundo debe elegir entre la sumisión al horror o la defensa de la humanidad”, insistió.
El presidente colombiano buscó situar su voz en un registro universal, más allá de los intereses nacionales, y se presentó como portavoz de un clamor global que exige justicia. En Times Square, bajo la mirada de los grandes anuncios luminosos y la presencia de miles de manifestantes, su mensaje resonó con la fuerza de un llamado urgente a la conciencia colectiva. La idea de un ejército internacional, nutrido por los pueblos del mundo y dispuesto a enfrentar la barbarie, quedó planteada como una de las propuestas más polémicas y radicales que haya hecho un jefe de Estado en el escenario contemporáneo.
Con su intervención, Petro dejó claro que no se conforma con declaraciones simbólicas ni con la diplomacia de los comunicados, sino que pretende sacudir las conciencias y abrir un debate sobre los límites de la resistencia frente a los crímenes de guerra. Su llamado a la desobediencia de los soldados estadounidenses puede ser visto como un gesto desesperado, pero también como un intento de recordarle al mundo que, en momentos de crisis, la humanidad entera debe elegir de qué lado de la historia quiere estar.
carloscastaneda@prensamercosur.org
