

El debate sobre si el paracetamol en el embarazo aumenta el riesgo de autismo ha vuelto a primera línea, mezclando anuncios políticos, titulares llamativos y datos científicos de gran envergadura. En medio del ruido, los trabajos con mayor rigor metodológico ofrecen una fotografía mucho más serena que conviene tener en cuenta.
Las revisiones más exigentes y, en particular, un análisis sueco con millones de registros, apuntan a que no hay pruebas de un efecto causal entre el uso de paracetamol durante la gestación y el diagnóstico posterior de trastornos del neurodesarrollo. Aun así, los expertos reclaman prudencia informativa para evitar alarmismo y estigmas injustos hacia las familias.
Por qué vuelve la discusión
En Estados Unidos se han adelantado anuncios gubernamentales que vinculan el consumo de paracetamol en el embarazo con el autismo y que plantean cambios regulatorios y comunicativos. Estas afirmaciones han generado expectación y cierta confusión, pese a que la literatura científica más robusta no avala una relación causal.
Fuentes médicas consultadas y entidades profesionales subrayan que, aunque existen estudios observacionales con asociaciones modestas, estos resultados suelen estar afectados por sesgos (por ejemplo, la indicación del fármaco por fiebre o dolor, o factores familiares) y no demuestran causa-efecto. De hecho, las comunicaciones técnicas han matizado que no se ha establecido causalidad, un punto clave ignorado a veces en el debate público.
El fabricante de la principal marca comercial en EE UU recuerda que, sin paracetamol, muchas gestantes se verían abocadas a alternativas menos seguras o a soportar síntomas potencialmente dañinos como la fiebre alta, lo que también conlleva riesgos para la madre y el feto.

Qué dice la evidencia más sólida
El estudio más amplio hasta la fecha, desarrollado en Suecia y publicado en 2024, analizó 2,4 millones de nacimientos (1995-2019) y comparó a hermanos expuestos y no expuestos al fármaco durante la gestación. Ese diseño intra-familiar permite controlar mejor los factores de confusión compartidos por las familias.
Los autores no detectaron un incremento atribuible al paracetamol en el diagnóstico de autismo, TDAH o discapacidad intelectual. Además, no se observó un patrón dosis-respuesta consistente, algo que se esperaría si existiese un efecto causal real sobre el neurodesarrollo.
Investigadores implicados en el trabajo explican que quienes usan paracetamol suelen diferir de quienes no lo usan (por ejemplo, por infecciones, fiebre o dolor), diferencias difíciles de captar con modelos convencionales. Al comparar hermanos, esas asociaciones residuales desaparecieron, sugiriendo que el vínculo observado en análisis simples se debía a sesgos y no a una causa directa del medicamento.
Este resultado concuerda con el consenso de que la genética y el entorno familiar pesan más que el consumo puntual de un analgésico cuando se intenta explicar el riesgo de TEA en la población.
La postura de sociedades y especialistas
La Sociedad Española de Neurología Pediátrica señala que no existe evidencia sólida para establecer una relación causal entre paracetamol prenatal y autismo, y recomienda prudencia a la hora de lanzar mensajes que puedan generar alarma social.
Voces expertas en neurodesarrollo y obstetricia insisten en que la investigación robusta no apoya un daño directo del fármaco sobre el feto y alertan de que el alarmismo desincentiva el acceso a cuidados adecuados en el embarazo. También piden evitar la culpabilización de las madres, un patrón que reaparece de forma periódica sin fundamento científico.
Diversos clínicos recuerdan que el paracetamol, en las dosis recomendadas y por el tiempo imprescindible, es el analgésico de referencia en gestantes, precisamente porque las alternativas habituales presentan riesgos mayores durante la gestación.
¿Es seguro el paracetamol en el embarazo?
En medicina perinatal, el consenso práctico mantiene al paracetamol como primera opción para dolor y fiebre en el embarazo, siempre siguiendo las pautas indicadas por el profesional sanitario. Ibuprofeno y aspirina, por ejemplo, pueden acarrear efectos adversos conocidos en etapas clave de la gestación.
Esto no significa recomendar su uso indiscriminado: la regla general es emplearlo cuando sea necesario y con criterio, y consultar con el especialista ante dudas concretas. Tratar una fiebre relevante puede ser beneficioso para madre y bebé, y negar un antipirético seguro no es una decisión menor.
Leucovorina: qué se sabe y qué no
En paralelo al debate sobre el analgésico, se ha propuesto la leucovorina (ácido folínico) como posible intervención en ciertos perfiles del espectro autista. La evidencia disponible procede de ensayos pequeños y muy específicos, con mejoras en subgrupos concretos (por ejemplo, dificultades de lenguaje asociadas a determinados biomarcadores).
Los especialistas remarcan que dichas pruebas son provisionales y que no existe un tratamiento farmacológico que cure o elimine el autismo. En algunos casos muy delimitados puede modular síntomas o comorbilidades, pero extrapolarlo como recomendación general es, por ahora, injustificado.
Conviene distinguir además entre el uso de leucovorina para situaciones como la deficiencia cerebral de folato (vía regulatoria específica) y su papel en TEA, que requiere ensayos más amplios y controlados antes de avalar su prescripción generalizada.
Autismo: marco actual de conocimiento
El autismo es una condición del neurodesarrollo con gran heterogeneidad clínica. No es una “enfermedad” en el sentido clásico, y cada persona presenta combinaciones distintas de fortalezas y necesidades de apoyo, que pueden variar a lo largo de la vida.
La investigación sugiere una causa principalmente genética con múltiples genes implicados, modulada por factores perinatales y ambientales. El incremento de diagnósticos en las últimas décadas se atribuye sobre todo a mejoras en la detección, criterios más amplios y mayor conciencia social, más que a un único agente externo.
Entre los factores asociados al riesgo de TEA, los organismos de salud citan, entre otros: tener un hermano con TEA, determinadas condiciones genéticas o cromosómicas, complicaciones perinatales (como la hipoxia) y la edad parental avanzada.
Los datos más consistentes sobre paracetamol prenatal apuntan a que no existe relación causal con el autismo, mientras que la evaluación clínica individual y la comunicación responsable siguen siendo la mejor guía para las decisiones durante el embarazo.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/paracetamol-en-el-embarazo-y-autismo-que-dice-la-evidencia/
También estamos en Telegram como @prensamercosur, únete aquí: https://t.me/prensamercosur Mercosur
