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Mié. Nov 27th, 2024
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Aunque no son infalibles, hay varias maneras de saber quién te ha bloqueado en WhatsApp

  • Una de las pautas principales para adoptar hábitos tecnosaludables es “poner límites digitales”.
  • “Siento ansiedad cuando me quedo sin batería. Es como salir desprotegida y desconectada de la sociedad”.
  • En el contexto social actual “hay una idea de que hay que estar siempre disponible”.
  • Teresa Sánchez: “Los efectos dañinos de las redes son los mismos en niños, adolescentes e incluso en adultos”.

Cerca de 4.200 millones de personas son usuarias a nivel global de las redes sociales, lo que equivale a más del 53% de la población mundial. Este año, con motivo de la pandemia de la Covid-19, se ha acelerado exponencialmente el uso de tecnologías con aproximadamente 490 millones de nuevos usuarios, según el informe Digital 2021 elaborado por Hootsuite y We Are Social. De media, una persona suele pasar casi siete horas al día utilizando Internet y aplicaciones como WhatsApp, Facebook, YouTube o Instagram, así como el correo electrónico, Zoom o Skype en el ámbito laboral, entre otras.

Vivimos en la era de la hiperconectividad, en el mundo de los likes y de las visualizaciones, pero ¿por qué surge esta necesidad de estar siempre conectados? Uno de los motivos principales es que realmente “hay personas que han encontrado en las redes una forma de relacionarse con otras que es cómoda”, un factor que “engancha” porque es “atractivo y estimulante”, explica a 20minutos la doctora en psicología y vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, Isabel Aranda. No obstante, se puede llegar a convertir en una verdadera dependencia “cuando estamos permanentemente conectados a las redes sociales a ver qué pasa”.

Pierdes el control y pasas a estar al servicio de las tecnologías
Si no se desarrollan hábitos saludables en nuestra forma de relacionarnos con la tecnología pueden aparecer problemas de adicción, que suceden “cuando no lo controlas, cuando no eres capaz de estar media hora sin abrir el WhatsApp y ya no sabes discriminar qué es lo adecuado o lo importante y necesitas la información más allá del contenido”, añade la experta. Una dependencia que incluso llega a provocar un miedo irracional si esa persona no dispone de su móvil y está incomunicada.

Agobio, ansiedad o nerviosismo. Estos son los síntomas que en ocasiones ha sentido Natalia, profesora de educación infantil, al salir de casa sin el móvil. “Es como salir desprotegida y desconectada de la sociedad. Siento ansiedad cuando me quedo sin batería y pienso que puede ocurrirme algún imprevisto y que no tengo como contactar con algún familiar o amiga”, relata a 20minutos.

En este sentido, puede ser que el problema no sea la tecnología en sí misma, “sino para qué y cómo se utiliza”, explica la psicóloga sanitaria y coordinadora del grupo de trabajo de psicología y salud laboral de Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, Elisa Sánchez. Entonces, ¿por qué se produce esta relación de dependencia? Uno de los motivos es la accesibilidad, “porque lo tienes a mano, las 24 horas del día y es global. Ahora en tu mano está toda la atención del mundo de forma continua”.

El punto de inflexión se produce cuando “estás pendiente de qué se dice en redes, de qué sale en WhatsApp o de si te han contestado a un correo” y, consecuentemente, las tecnologías pasan de ser un servicio a tu disposición, a estar tú al servicio de ellas, advierte Isabel Aranda.

¿Dónde están los límites?
El uso constante de la tecnología y la falta de límites digitales fueron parte del problema por el que la periodista de investigación y especialista en análisis de datos, Mar Cabra, sufrió el conocido como síndrome del burn out tras su trabajo de investigación sobre los Papeles de Panamá, por el que ganó un premio Pulitzer en 2017. “Me empecé a sentir muy cansada, como que no me cundían las horas, con falta de concentración y con fatiga mental. El clic para darme cuenta de que algo estaba mal es que ya nada me interesaba”, explica a 20minutos.

“Lo que no me di cuenta es que mi falta de límites, al trabajo y a la tecnología, acabaría pasándome factura”.
Sin embargo, no fue hasta un tiempo después cuando comprendió que uno de los motivos había sido el uso permanente de las tecnologías. “Creía que podía estar disponible las 24 horas del día, me levantaba y lo primero que miraba era el móvil, para revisar el WhatsApp, y lo último que hacía era mirar el móvil también. Lo que no me di cuenta es que mi falta de límites, al trabajo y a la tecnología, acabaría pasándome factura”.

Dejó el trabajo y se especializó en bienestar digital y actualmente, además de escribir sobre hábitos tecnosaludables en El Confidencial, imparte cursos y charlas sobre cómo tener una relación más sana con la tecnología en entornos laborales. “Ahora mismo lo que está pasando son circunstancias muy parecidas a las que me llevaron a quemarme. Solía teletrabajar y estaba conectada desde que abría los ojos hasta que los cerraba”. Por ello, recuerda, la clave es “concienciar sobre hábitos tecnosaludables para que no caigamos en el tecnoestrés, en quemarnos o en problemas más agudos”.

“El móvil se acaba convirtiendo en otra persona más”
Uno de las cuestiones principales es plantearnos cómo queremos que sea esta relación con las tecnologías. “Utilizamos la tecnología para el trabajo y para lo personal, estamos todo el rato conectados y el problema es que nos genera demasiado estímulo y no entramos en un modo de calma”, subraya Mar Cabra. Las redes sociales están diseñadas para captar nuestra atención durante el mayor tiempo posible, por lo que “hay que ser conscientes de nuestro uso y desde ahí determinar acciones para hacerlo de una manera más saludable”.

Adolescentes
Teresa Sánchez: “Los efectos dañinos de las redes son los mismos en niños, adolescentes e incluso en adultos”
De hecho, desde hace varios años se están identificando complicaciones de doble pantalla, esto es, “de personas que no pueden estar viendo una película porque están con el móvil, lo que conlleva muchos costes, también a nivel psicológico”, indica la psicóloga Elisa Sánchez. Como consecuencia, “el móvil se acaba convirtiendo en otra persona más y dejas de prestar atención a quien tienes al lado y que te necesita en ese momento, restando la posibilidad de tener una conversación real”.

“En el contexto social en el que estamos hay una idea de que hay que estar siempre disponible”.
Algo similar sucede ante las notificaciones que recibimos en el móvil. ¿Por qué surge la necesidad de responder rápidamente a un mensaje de WhatsApp? Por un lado, “en el contexto social en el que estamos hay una idea de que hay que estar siempre disponible”, detalla Elisa Sánchez. Algo que ocurre en el trabajo porque “asociamos rapidez con calidad” y también en las relaciones sociales. “Nos dicen que nos han enviado un mensaje y no lo hemos leído, pero es que no tienes que estar 100% disponible para el 100% de personas porque, al final, dejas de atenderte a ti misma”, aclara.

Para la psicóloga Isabel Aranda esto tiene mucho que ver con la asertividad y con el sentido de aprobación de los demás. “Cuando envían un mensaje y respondemos, lo hacemos casi en piloto automático, sin reflexión”. Sin embargo, “eres tú la que te tienes que dar permiso para ser asertiva y decir ahora no, luego sí”. Responder cuando puedas utilizando esta técnica de asertividad. “También hay que reflexionar sobre qué estamos buscando, por ejemplo, en las redes sociales. Qué nos falta en nuestra vida que estamos dedicando dos, tres, cuatro o cinco horas al día a la vida de otras personas”, destaca Elisa Sánchez.

El tecnoestrés, otra consecuencia invisible de la pandemia
Tras el estallido de la crisis sanitaria del coronavirus, muchas personas tuvieron que adaptarse de la noche a la mañana al teletrabajo, ocasionando lo que se conoce como tecnoestrés. “Es el estrés que ocasiona el uso de nuevas tecnologías, por ejemplo un programa informático difícil de manejar”, como si “la herramienta de trabajo fuera la que marca tu manera de trabajar”, aclara Elisa Sánchez.

La implementación del teletrabajo en muchas empresas ha tenido importantes beneficios, pero el problema está en que “esta digitalización se haga de forma poco sana con dificultades para desconectar”. Por tanto, hay que aprender a trabajar con estas nuevas rutinas de forma saludable, regulando horarios, con modelos híbridos y estableciendo qué canales se utilizan y cuándo, para no interferir en el descanso.

“El periodo de adaptación se ha reducido a la fuerza y con miedo por la pandemia”.
Teletrabajo
Ansiedad, soledad, estrés… los efectos nocivos para la salud mental que puede tener el teletrabajo
“Uno de los principales problemas que ha habido este año es que las personas necesitamos tiempo para adecuarnos a nuevas situaciones y no lo ha habido. El periodo de adaptación se ha reducido a la fuerza y con miedo por la pandemia”, indica Isabel Aranda al respecto. Todo ello ha derivado en un desgaste muy importante, “no por el teletrabajo en sí mismo, sino porque se ha hecho a tal velocidad y en tal contexto de incertidumbre que nos ha desgastado”.

Algo similar le ha ocurrido a Patricia. Se dedica al sector del marketing y de la comunicación y al tener que trabajar con nuevos canales y herramientas ha experimentado episodios de cansancio, tensión y ansiedad. “Creo que es un poco normal, sobre todo si estás empezando en un sitio nuevo. Esto se acentúa con el teletrabajo, porque no tienes ese feedback directo de tener al compañero al lado”, señala a 20minutos.

“Existe un lado negativo al tener la sensación de que tienes que estar siempre disponible”.
Por ello, uno de los aspectos clave para abordar el estrés tecnológico en el trabajo es el derecho a la desconexión digital. “Aunque podamos trabajar desde donde queramos y tengamos esa facilidad también existe un lado negativo, que es tener la sensación de que tienes que estar siempre disponible”, indica Patricia. Natalia, como profesora, también ha notado este desgaste porque “dentro de la educación, y más en educación infantil, es difícil hacerlo de manera telemática porque no es lo mismo enseñar un contenido en clase que a través de una pantalla”.

¿Cuáles son los signos de alarma?
Toda esta sobreestimulación puede acabar generando un deterioro de nuestra salud física y mental, pero ¿cómo se puede identificar? Estrés, agotamiento, cansancio o ansiedad por “todas las demandas que llegan al WhatsApp, al correo electrónico o al teléfono, más el cansancio de haber estado trabajando, atendiendo a las redes sociales y a las llamadas. Al final acabas durmiendo seis horas nada más”, explica a 20minutos el catedrático de psicología y presidente de Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), Antonio Cano-Vindel.

“Abandonas tu autocuidado y las relaciones con las personas de tu apoyo social”.
Así, “a la hora de dormir no puedes, empiezas a tener dificultades de tipo cognitivo, como problemas para concentrarte o de memoria, problemas fisiológicos, como taquicardias, y puedes terminar teniendo un ataque de pánico”, advierte el experto. Además, te lleva a tener una conducta “en la que abandonas tu autocuidado y las relaciones con las personas más próximas de tu apoyo social”.

Pautas para redefinir nuestra relación con las tecnologías
Una de las pautas principales para adoptar hábitos tecnosaludables es “poner límites digitales e intentar trabajar en monotarea”, indica Mar Cabra. De esta manera, se minimizan las interrupciones y se abren espacios para la desconexión. “En el mundo digital solemos trabajar y tener el correo, las redes sociales o el WhatsApp abierto y cualquiera que nos quiera distraer lo puede hacer porque estamos abiertos a interrupciones constantes”, aclara. Por tanto, en la rutina laboral hay que pensar qué canales puedes establecer y definir los tiempos para revisar el correo electrónico u otra aplicación como, por ejemplo, cada hora o dos horas, mientras el resto del tiempo lo dedicas a la tarea principal.

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“Otra cuestión importante es no pasar tanto tiempo delante de la pantalla porque está demostrado que a partir de los 30 minutos de atención sostenida te empiezas a agotar”, añade. Así, algunas técnicas incluirían no programar reuniones por videollamada seguidas, establecer los canales de comunicación adecuados dentro de la empresa, integrar la ergonomía en el trabajo y, en general, crear una cultura digital idónea que propicie el bienestar individual y colectivo en las organizaciones.

Establecer horarios, crear un espacio saludable y poner límites para no generar un desgaste mental.
Respecto al teletrabajo, resulta fundamental establecer un horario, un espacio óptimo y poner límites porque “si no tienes la sensación de que no paras y de que incluso estás trabajando más horas que en la oficina”, lo que genera “un gran desgaste mental”, advierte la psicóloga Isabel Aranda. Otra recomendación es hacer “pausas activas que impliquen respiración y relajación”, así como practicar ejercicios de concentración mental y pautas para descansar la vista y la mente.

En cualquier caso, si esta situación se mantiene en el tiempo “no hay que dudar en pedir ayuda, porque llega un punto en el que no podemos gestionarlo solos”, recuerda la experta. “Llevamos un año sometidos a una amenaza continua, que no solamente no acaba sino que volvemos a empezar otra ola. Con lo cual, no terminamos de gestionar la catástrofe a nivel mental”. Todo ello, por supuesto, acaba afectando a la salud mental “que se ha convertido en una prioridad en las empresas”, concluye.

 

FUENTE 20 MUNITOS


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