
📌 Investigación especial

Imagen Corte Suprema de Justicia
El llamado Cartel de la Toga no fue un hecho aislado de corrupción judicial, sino la construcción deliberada de un sistema diseñado para garantizar impunidad. Desde despachos de abogados militantes de Cambio Radical se levantó una red con un propósito preciso: frenar los procesos de parapolítica y blindar a su jefe político. Esa estructura terminó convertida en una maquinaria de enriquecimiento ilícito, en la que sentencias, doctrinas y hasta la verdad misma se negociaban como si fueran mercancías de lujo.
¿Por qué la Corte Suprema de Justicia detuvo la investigación sobre la parapolítica? ¿Por qué las víctimas de la Unión Patriótica y del campesinado del norte de Antioquia quedaron atrapadas en el silencio de la impunidad? Las preguntas siguen abiertas y la memoria insiste en recordarlas.
El uribismo, con mayorías electorales aseguradas, consolidó durante décadas un modelo de control territorial armado. El voto no se conseguía con debate ni con propuestas: se obtenía bajo la amenaza de la muerte, respaldado por ejércitos privados del narcotráfico. De manera similar, aunque con otra influencia política, los esmeralderos de Boyacá habían logrado el mismo objetivo. Colombia, aturdida por verdades que deslumbraban, prefirió no ver que muchas de sus leyes estaban escritas por narcos asesinos vestidos de corbata. En lugar de cambiar el régimen, lo aplaudió.
“El treinta y cinco por ciento del Senado terminó en prisión: senadores elegantes, hombres de corbata del uribismo, aliados de los narcos en armas.” Esa frase resume el alcance de un poder que se infiltró en la política nacional con total normalidad, mientras la ciudadanía celebraba discursos de seguridad y prosperidad.
El relato oficial hablaba de Convivir y de seguridad democrática, discursos defendidos por César Gaviria y Álvaro Uribe que transformaron la política de seguridad en un relato de victoria contra la insurgencia. Pero detrás del telón, la realidad era devastadora: seis mil cuatrocientos dos jóvenes inocentes ejecutados extrajudicialmente como falsos guerrilleros, noventa mil campesinos asesinados con sevicia, y un flujo constante de barcos y aviones cargados de cocaína que salían del país. La verdadera dueña de Colombia era la gobernanza paramilitar.
Un solo senador resistió en el Congreso y una Corte Suprema se atrevió a investigar. Pero entre 2012 y 2025 algo ocurrió. La Jurisdicción Especial para la Paz fue creada y de inmediato mutilada; se le prohibió conocer las confesiones de paramilitares y narcotraficantes; la Corte Constitucional enterró el segundo pilar del Acuerdo de Paz. El camino hacia la verdad fue bloqueado una y otra vez.
La justicia se transformó en un tablero de favores donde el clientelismo judicial dictaba las reglas: magistrados designados por cuotas políticas, fiscales que blindaban la corrupción de Odebrecht y la parapolítica, y la marginación de jueces valientes como Iván Velásquez. El fiscal Barbosa heredó el legado de Néstor Humberto Martínez: frenar, ocultar, enterrar. El Cartel de la Toga, lejos de desmantelarse, permaneció intacto, protegido por silencios y complicidades.
“Con el clientelismo judicial se cambiaron las cortes, y las cortes cambiaron la justicia.” La frase describe una verdad incómoda: senadores con puestos elegían magistrados, y magistrados agradecían con sentencias. Así, la impunidad se convirtió en norma, y el Estado Social de Derecho dejó de ser el horizonte de la justicia colombiana.
El saldo es dantesco: noventa mil campesinos asesinados, miles de jóvenes ejecutados, un país atrapado entre la violencia y la corrupción de sus instituciones. Hoy, incluso con algunos procesados, el Cartel de la Toga sigue vivo, incrustado en las altas esferas judiciales. La prueba más clara está en el último nombramiento de la Corte Constitucional, donde ni siquiera se mencionó el término que alguna vez definió la esencia de la democracia: Estado Social de Derecho.
Y entonces, la pregunta se impone con la fuerza de lo inevitable: ¿cómo puede haber justicia en un país donde la justicia misma fue capturada?
