

Desde la antigüedad, filósofos y médicos como Hipócrates y Galeno plantearon la teoría de los cuatro temperamentos clásicos: sanguíneo, colérico, flemático y melancólico. Según la tradición, estos tipos de temperamento surgían del predominio de ciertos fluidos corporales o “humores”, lo que explicaba las diferencias en la manera en que cada persona reaccionaba ante la vida.
Hoy en día, aunque la teoría de los humores ha sido superada, los temperamentos continúan siendo un marco útil para comprender los estilos de comportamiento y personalidad, reconociendo que no son etiquetas fijas, sino predisposiciones innatas que se mezclan entre sí y que se ven moldeadas por la educación, la cultura, la espiritualidad y las experiencias.
Es importante subrayar que ningún temperamento es “bueno” o “malo” en sí mismo. Cada uno tiene fortalezas que potencian el crecimiento y debilidades que, al no gestionarse, pueden convertirse en obstáculos. Conocerlos nos permite desarrollar la inteligencia emocional, fortalecer nuestras virtudes y trabajar en nuestras limitaciones.
Los Cuatro Temperamentos Clásicos.
Sanguíneo:
Causas y origen: Tradicionalmente asociado a la abundancia de “sangre” en la teoría hipocrática, hoy se entiende como una predisposición biológica hacia la extroversión, la energía alta y la búsqueda de estímulos sociales.
Características principales:
- Emocionalmente expresivos, espontáneos y entusiastas.
- Les gusta la compañía, disfrutan hablar, reír y relacionarse.
- Se motivan con la novedad y las experiencias agradables.
Fortalezas: optimismo, alegría, comunicación abierta, capacidad de contagiar entusiasmo y adaptabilidad.
Debilidades: tendencia a la dispersión, superficialidad, falta de constancia y dificultad para mantener compromisos prolongados.
Síntesis: el sanguíneo es el “animador” de los grupos, aquel que transmite energía positiva, aunque necesita cultivar la disciplina y la concentración para sostener sus proyectos.
Colérico.
Causas y origen: Vinculado en la antigüedad al exceso de “bilis amarilla”, se interpreta hoy como una predisposición hacia la determinación, la energía dirigida a la acción y la búsqueda de control.
Características principales:
- Personalidad fuerte, decidida y de gran iniciativa.
- Emociones intensas que aparecen rápido y tienden a expresarse con vehemencia.
- Ambiciosos, con tendencia a asumir el mando y tomar decisiones rápidas.
Fortalezas: liderazgo natural, disciplina, orientación a resultados, compromiso con las metas y valentía para enfrentar retos.
Debilidades: tendencia a la impaciencia, irritabilidad, dominación y dificultad para aceptar la opinión de otros.
Síntesis: el colérico es el “motor” que impulsa cambios y proyectos, pero requiere trabajar la humildad, la empatía y la tolerancia para no desgastar sus relaciones.
Flemático:
Causas y origen: Asociado antiguamente a la abundancia de “flema”, hoy se vincula con un sistema nervioso que responde con baja excitabilidad y gran estabilidad emocional.
Características principales:
- Serenos, pacientes y equilibrados.
- Tienen un ritmo pausado, evitan conflictos y valoran la armonía.
- Prefieren la seguridad y los ambientes estables.
Fortalezas: confiabilidad, diplomacia, escucha activa, capacidad para mantener la calma y generar paz en los grupos.
Debilidades: tendencia a la pasividad, indecisión, conformismo y resistencia a los cambios.
Síntesis: el flemático es el “pacificador” que sostiene la estabilidad, aunque necesita aprender a salir de la comodidad y atreverse a liderar sus propios caminos.
Melancólico.
Causas y origen: Relacionado antiguamente con la “bilis negra”, se asocia hoy a una predisposición hacia la sensibilidad, la profundidad emocional y el pensamiento analítico.
Características principales:
- Reflexivos, perfeccionistas y atentos al detalle.
- Emociones intensas, pero procesadas de manera lenta y duradera.
- Sensibles a la belleza, la justicia y la coherencia.
Fortalezas: disciplina, organización, sentido estético, compasión y capacidad de análisis profundo.
Debilidades: tendencia a la autocrítica excesiva, al perfeccionismo rígido, al pesimismo y a la dificultad para superar heridas emocionales.
Síntesis: el melancólico es el “artista” y “pensador” que aporta visión y sensibilidad, aunque requiere cuidar su equilibrio emocional para no caer en el desánimo.
Combinación de rasgos.
La mayoría de las personas no son “puros” en un solo temperamento, sino que presentan combinaciones, con uno o dos dominantes. Esto hace que la personalidad de cada individuo sea única e irrepetible.
Influencia en la personalidad
El temperamento es la base biológica sobre la cual se construye la personalidad, pero no la determina por completo. Con la educación, la cultura, la espiritualidad y el trabajo interior, es posible moldear las predisposiciones naturales para que se conviertan en aliadas del crecimiento.
Naturaleza heredada y ambiental.
Aunque los temperamentos tienen un fuerte componente genético, también están influidos por el entorno familiar, social y cultural. En este sentido, las experiencias de vida son las que determinan si un rasgo se convierte en fortaleza o en limitación.
Comprender los temperamentos es como descifrar el lenguaje secreto del alma. Nos permite reconocer por qué reaccionamos de cierta manera, aceptar la diversidad en los demás y aprender a convivir en armonía.
Cada temperamento es como un color en la paleta de la vida: por sí solo tiene belleza, pero al combinarse con otros crea matices infinitos que enriquecen la experiencia humana. Aceptar y trabajar nuestro temperamento es, en última instancia, un camino hacia la madurez, el equilibrio y la plenitud.
«Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.» Proverbios 16:32 (RVR1960)
Si necesitas apoyo psicológico especializado virtual individual o terapia de pareja, comunícate conmigo.
Dra. Elizabeth Rondón.
Tlf. +583165270022
Correo electrónico: Elizabethrondon1711@gmail.com
