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La radicación de la nueva reforma tributaria presentada por el gobierno de Gustavo Petro abrió un debate nacional que rápidamente se trasladó a las redes sociales. En cuestión de horas comenzaron a circular listados con supuestos nuevos impuestos que, según esas versiones, golpearían de manera directa el bolsillo de las familias. Sin embargo, buena parte de esa información resultó ser inexacta o francamente falsa, mezclando verdades parciales con afirmaciones que no corresponden a la letra del proyecto.
Una de las noticias falsas más difundidas sostenía que las cuotas de administración en edificios y conjuntos residenciales tendrían un IVA del 19%. La realidad es opuesta: el artículo 3 de la reforma tributaria ratifica expresamente que esos pagos están exentos de ese gravamen. Tampoco es cierto que ir a un restaurante implique un IVA del 19%. La norma no modifica en absoluto el esquema vigente: los servicios de expendio de comidas y bebidas seguirán pagando el mismo impoconsumo del 8% que rige en la actualidad.
El tema del impuesto de renta también fue objeto de confusión. Se dijo que quienes percibieran más de cuatro millones de pesos pasarían a tributar con tarifas del 30% o incluso del 41%. En realidad, las cargas no cambian para quienes ganan entre 4,5 y 7 millones de pesos mensuales, que seguirán aportando el 19%. El impuesto más alto, del 41%, solo se aplicará a quienes superen los 128,6 millones mensuales, es decir, a un segmento reducido de contribuyentes de mayores ingresos.
En materia de vehículos, tampoco es cierto que la reforma encarezca todos los automóviles. Los carros de menos de 30 mil dólares mantienen el impuesto del 8% ya establecido en el Estatuto Tributario. Los ajustes recaen sobre vehículos de mayor valor, cuyo impuesto pasará del 16% al 19%. A ello se suma un cambio relevante: los automóviles híbridos perderán el beneficio especial del que gozaban, pues el IVA subirá del 5% al 19%.
En el sector inmobiliario también hubo malentendidos. Se afirmó que la venta de apartamentos tendría una tributación del 30%. El proyecto no contempla ese escenario. Ese incremento solo aplicará a las ganancias ocasionales derivadas de rifas y apuestas. En contraste, sí se eleva de manera significativa el impuesto a las bebidas alcohólicas: el consumo pasará del 25% al 30%, y el componente específico por grado de alcohol se duplicará, pasando de 456 a 1.000 pesos por litro.
El ámbito cultural y del entretenimiento también tendrá ajustes. Los conciertos, espectáculos deportivos y actividades de esparcimiento que superen los 500 mil pesos en boletería estarán gravados con un IVA del 19%. Esto significa que el impuesto no afectará a todos los eventos, sino a aquellos considerados de alto costo.
Finalmente, uno de los puntos de mayor impacto se centra en los combustibles. La reforma establece una aplicación gradual del IVA a la gasolina y al ACPM. En el caso de la gasolina, se aplicará un 10% en 2026 y un 19% en 2027. Para el ACPM, la tarifa será del 10% en 2026 y 2027, y alcanzará el 19% en 2028.
La discusión en torno a la reforma tributaria trasciende los tecnicismos fiscales. Para muchos analistas internacionales, lo que está en juego es el equilibrio entre la necesidad de financiar la política social del gobierno y el impacto sobre el consumo y la inversión en un país que enfrenta grandes desafíos de desigualdad. El debate sobre quién debe pagar más impuestos y cómo redistribuir esos recursos marcará buena parte de la agenda política y económica de Colombia en los próximos meses, en un contexto donde la desinformación digital puede ser tan influyente como los mismos artículos de ley.
carloscastaneda@prensamercosur.org
