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Bogotá está escribiendo una página inédita en su historia. La llegada del primer tren del Metro al país marcó un antes y un después en la vida de la capital, y el anuncio del alcalde Carlos Fernando Galán de que este año llegarán otros cinco constituye un mensaje de confianza y de rumbo claro en un proyecto que durante más de 80 años se había convertido en una eterna promesa para los bogotanos.
El mandatario, que ha asumido con firmeza y responsabilidad la conducción de la ciudad, destacó que la Línea 1 del Metro avanza en los tiempos previstos y que el objetivo de su administración es que, en marzo de 2028, los capitalinos finalmente puedan montarse en un sistema de transporte que cambiará para siempre la movilidad y la manera de vivir en Bogotá. “Es una promesa de más de 80 años. Por fin tenemos un tren en Colombia con la marca Metro Bogotá”, expresó Galán con la emoción de quien entiende que este logro no es solo técnico, sino profundamente simbólico para una ciudad que ha esperado demasiado.
Las cifras respaldan su optimismo. Solo en agosto se registró el avance mensual más alto de la obra, con un 2,52%, que permitió alcanzar un 62,16% de ejecución. Para Galán, más allá de los porcentajes, lo importante es que el proyecto entró en una dinámica de ritmo sostenido, visible y, sobre todo, irreversible. El metro ya no se mide en promesas de campaña o en discursos políticos: se mide en trenes que llegan al país, en estructuras que se levantan y en ciudadanos que empiezan a creer que la transformación es real.
La gestión de Galán frente a este reto monumental ha sido clave. Heredó un proyecto cargado de expectativas, presiones y escepticismos, y en lugar de replegarse, lo convirtió en uno de los ejes centrales de su mandato. Su capacidad de liderazgo, su insistencia en la transparencia y la rendición de cuentas, y su compromiso por acelerar los tiempos de ejecución lo han puesto en el centro de un proceso que trasciende su figura y lo ubica en el lugar de los alcaldes que marcarán un legado imborrable en la historia de la capital.
El Metro de Bogotá es, en muchos sentidos, la obra que simboliza el paso de una ciudad hacia la modernidad. En un continente donde capitales como Ciudad de México, Santiago de Chile, Buenos Aires o Lima ya cuentan con sistemas ferroviarios urbanos, Bogotá llevaba décadas rezagada. Hoy, con Galán al mando, la ciudad empieza a saldar esa deuda histórica y se prepara para ingresar a la lista de metrópolis que ofrecen a sus ciudadanos un transporte masivo, sostenible y digno del siglo XXI.
Lo que ocurre no es solo un avance en infraestructura: es la recuperación de la confianza en las instituciones y en la política misma. Durante generaciones, los bogotanos escucharon promesas incumplidas y vieron pasar gobiernos sin que nada se concretara. Galán, con hechos visibles y con resultados que se pueden medir, ha logrado que esa incredulidad empiece a transformarse en esperanza.
La llegada de los trenes, el avance acelerado de la construcción y la certeza de que hay un cronograma claro hacia 2028 le permiten al alcalde mayor mirar de frente a la ciudadanía y afirmar que Bogotá está a las puertas de un cambio histórico. No se trata solo de mover millones de pasajeros: se trata de dignificar el tiempo de la gente, de transformar barrios enteros, de reducir la desigualdad urbana y de reconciliar a la ciudad con sus propios sueños.
Carlos Fernando Galán sabe que su nombre quedará inevitablemente asociado al Metro de Bogotá. En él recaerá la responsabilidad de haber encaminado el proyecto definitivo que tantos otros dejaron inconcluso. Y si algo ha mostrado en estos meses de gestión es que asume ese papel con la serenidad del estadista que entiende la magnitud de su tarea, y con la convicción de que la ciudad merece mucho más que discursos: merece resultados.
El Metro de Bogotá ya no es una quimera. Es un tren que llegó, son otros cinco que están por llegar y es una obra que avanza con paso firme. En 2028, cuando los bogotanos se suban por primera vez a ese vagón largamente esperado, no solo estarán cumpliendo un sueño colectivo: estarán viviendo el legado de una administración que decidió no fallarles.
carloscastaneda@prensamercosur.org
