

Este biocombustible es una opción clave para reducir la huella de carbono del transporte aéreo.
Ecuador tiene potencial para incursionar en la producción de alcohol-to-jet (ATJ), un combustible sostenible de aviación derivado del etanol. Este biocombustible es una opción clave para reducir la huella de carbono del transporte aéreo, una industria que hoy representa alrededor del 2,5 % de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO₂) y que, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), podría triplicar su impacto para 2050 si no se adoptan cambios profundos.
El interés en los combustibles sostenibles no es casual. La aviación, a diferencia de otros sectores, tiene pocas alternativas tecnológicas inmediatas para descarbonizarse. Mientras que el transporte terrestre avanza hacia la electrificación, los vuelos comerciales de mediano y largo alcance dependen casi por completo del combustible convencional.
Allí entra en juego el ATJ, un producto que puede mezclarse con el jet fuel tradicional y que, dependiendo del proceso de elaboración, reduce entre un 60 % y 80 % las emisiones de gases de efecto invernadero.
En el caso ecuatoriano, el potencial radica en el etanol que se obtiene principalmente de la caña de azúcar. Con una inversión adecuada en plantas de conversión, el país podría transformar parte de su producción agrícola en combustible sostenible para aviones, lo que abriría un nuevo mercado tanto para el consumo interno como para la exportación.

La relevancia de este debate se refleja en el movimiento de pasajeros que registra el país. Solo en el primer semestre de 2025, por los 22 aeropuertos ecuatorianos circularon 3,8 millones de personas entre vuelos nacionales e internacionales.
A nivel interno, las rutas de mayor demanda son Guayaquil–Quito, Cuenca–Quito, Quito–Baltra, Manta–Quito y Baltra–Guayaquil, todas de alta frecuencia. En el ámbito internacional, las ciudades más conectadas con Ecuador son Bogotá, Panamá, Miami, Madrid, Lima, Nueva York, Atlanta, Ámsterdam, Houston y Medellín.
Actualmente, Ecuador produce Jet Fuel y AV-GAS, que abastecen a la aviación comercial y a la aviación ligera, respectivamente. Sin embargo, estos derivados del petróleo generan una importante huella ambiental. En contraste, el ATJ aparece como una oportunidad para diversificar la matriz energética y cumplir con los compromisos internacionales de reducción de emisiones.

La Agencia Internacional de Energía (AIE) ha señalado que, para cumplir con los objetivos climáticos de 2050, al menos un 65 % de los combustibles de aviación deberán provenir de fuentes sostenibles. Esto significa que países con potencial agrícola como Ecuador pueden convertirse en actores estratégicos en el abastecimiento regional de biocombustibles, especialmente en un contexto donde aerolíneas y aeropuertos se ven obligados a reportar y reducir sus emisiones.
El alcohol-to-jet, además, tiene la ventaja de ser drop-in fuel, es decir, que puede usarse directamente en los motores y sistemas de abastecimiento actuales sin necesidad de modificaciones. Para Ecuador, esa característica facilita su adopción, dado que no se requerirían grandes cambios en la infraestructura aeroportuaria.
Sin embargo, expertos advierten que no basta con la capacidad técnica o agrícola. Se requiere un marco normativo claro, incentivos fiscales y alianzas público-privadas que permitan financiar las plantas de conversión. Pues una de las desventajas actuales es que la elaboración del biocombustible sería más costosa que producir el Jet Fuel.
Países desarrollados como Estados Unidos, Francia, Alemania, Países Bajos y Emiratos Árabes Unidos ya están produciendo Alcohol-to-Jet (ATJ). En América Latina, Brasil y Colombia también se perfilan como líderes en la producción de Combustible Sostenible de Aviación (SAF, por sus siglas en inglés).
En el caso de Colombia, en mayo de este año se anunció que en 2029 comenzarán las operaciones de la primera planta destinada a la producción de ATJ. La meta es que para 2030 se generen hasta 50 millones de galones de este biocombustible.
Para Ecuador, apostar por el ATJ no solo significaría reducir la huella de carbono de sus vuelos, sino también insertarse en un mercado global en expansión. La IATA estima que la demanda mundial de combustibles sostenibles de aviación podría superar los 450 000 millones de galones anuales hacia 2050, lo que abre un espacio significativo para nuevos productores.
En ese escenario, la combinación de una fuerte demanda de vuelos domésticos e internacionales, una base agrícola apta para generar etanol y la urgencia climática global, colocan al país frente a una oportunidad estratégica. Si se desarrollan políticas de Estado y una hoja de ruta energética clara, Ecuador podría convertirse en un proveedor clave de combustibles sostenibles para la región andina y más allá.
ecuavisa.com
