

Un conjunto de trabajos científicos señala que la exposición prenatal al SARS‑CoV‑2 se asocia con un incremento aproximado del 10% en retrasos del desarrollo cognitivo en la infancia, con especial peso en las áreas de memoria y aprendizaje. Las conclusiones ganan fuerza ahora que los menores expuestos en el útero rondan los cinco años, edad en la que estas funciones se vuelven más visibles.
La investigación ha sido impulsada por el Instituto de Neurociencias (CSIC‑UMH) y contrastada por estudios epidemiológicos recientes en varios países. Los datos apuntan a que el riesgo fue mayor cuando las madres cursaron infecciones con alta carga viral y más bajo cuando el embarazo estuvo protegido por vacunación.
Qué revela la nueva evidencia
El equipo liderado por el neurocientífico Salvador Martínez publicó en 2023 resultados clave en Cellular and Molecular Life Sciences, que durante 2025 han sido respaldados por seguimientos clínicos y cohortes de comparación. En conjunto, los análisis indican un aumento del 10% en diagnósticos compatibles con retrasos del desarrollo intelectual entre niños expuestos congénitamente al virus antes de la disponibilidad general de vacunas.
Esta señal no supone determinismo: la mayoría de los menores se desarrollan con normalidad, pero aumenta la probabilidad de dificultades en funciones dependientes del hipocampo. Además, en cohortes de madres vacunadas se observó una tendencia a menor afectación, coherente con la reducción de la carga viral durante la gestación.
Los trabajos comparan nacidos en contextos similares antes, durante y después de la primera ola, reforzando que la diferencia se concentra en quienes tuvieron exposición intrauterina y cuadros maternos más intensos.
Los autores recomiendan vigilancia del neurodesarrollo en la infancia temprana y acceso a apoyos educativos precoces cuando haya señales de alerta en memoria, lenguaje o atención.
Entre los ámbitos monitorizados destacan lenguaje, conducta y habilidades de aprendizaje, especialmente a partir de los 4‑6 años, cuando estas capacidades se evalúan con mayor precisión.

Por qué la semana 20 resulta clave
La semana 20 de embarazo marca un periodo crucial en la formación de la corteza cerebral y en la organización de circuitos que más tarde sostendrán el aprendizaje. En esta etapa, la proteína ACE2 participa en la migración neuronal y en el flujo de oxígeno, y además es la puerta de entrada del SARS‑CoV‑2.
En ese momento del desarrollo fetal todavía no está completada la barrera hematoencefálica, lo que deja a ciertas neuronas inmaduras más expuestas a agentes externos. Esta combinación —alta expresión de ACE2 y protección incompleta— puede facilitar la llegada del virus al tejido nervioso.
Según el equipo del CSIC‑UMH, la fase media de gestación es particularmente sensible para estructuras implicadas en memoria y aprendizaje, reforzando la necesidad de seguimiento en niños con exposición prenatal demostrada.
Los investigadores han incorporado técnicas histológicas y moleculares para precisar qué poblaciones celulares resultan más vulnerables, centrándose en regiones límbicas como el hipocampo.
Estos mecanismos biológicos encajan con los patrones clínicos observados después en pruebas de desarrollo cognitivo y del lenguaje.

Cómo llega el virus al hipocampo fetal
El análisis de cerebros fetales de 20 semanas donados tras abortos espontáneos en 2020 detectó la presencia del virus de forma focal en células de la región embrionaria del hipocampo, núcleo esencial para codificar recuerdos y asentar aprendizajes.
Los casos con carga viral materna elevada —aquellos que requirieron hospitalización— mostraron mayor probabilidad de alteraciones del desarrollo cerebral. Este patrón ayuda a explicar por qué la intensidad del cuadro clínico en la madre es un factor relevante en el riesgo fetal.
Las alteraciones descritas guardan relación con dificultades de atención, hiperactividad y problemas de aprendizaje no sindrómicos, sin implicar necesariamente diagnósticos categóricos en todos los niños expuestos.
El equipo enfatiza que identificar a tiempo señales sutiles en memoria de trabajo o en la adquisición de lenguaje permite dirigir intervenciones tempranas con mayor eficacia.
Este enfoque de prevención secundaria es coherente con la evidencia acumulada en neurodesarrollo y salud pública perinatal.

Qué efectos se observan en el desarrollo infantil
Más allá de los hallazgos de laboratorio, varios trabajos de epidemiología y seguimiento clínico han empezado a cuantificar el impacto. En Aragón, un estudio retrospectivo con registros de 2020 frente a 2017 halló un aumento del riesgo de neurodesarrollo alterado, con diferencias significativas en lenguaje y conducta.
Investigadores en Australia informaron de más metilaciones en el ADN al nacer y puntuaciones más bajas en pruebas de neurodesarrollo a los 12 meses en bebés expuestos intraútero a covid grave, según recogió Molecular Psychiatry.
En Brasil, una cohorte prospectiva observó mayor riesgo de deterioro del desarrollo neurológico, con especial impacto en motricidad fina y el ámbito personal-social; un 10% de los expuestos presentó ecografía craneal anormal, según International Journal of Infectious Diseases.
Estos resultados son consistentes con el incremento del 10% en déficit cognitivo descrito por el CSIC‑UMH, y refuerzan la necesidad de cribado y de apoyos psicoeducativos cuando proceda.
Aun así, los especialistas insisten en evitar alarmismos: el efecto es probabilístico, no universal, y el entorno familiar y escolar puede amortiguar posibles dificultades.

Implicaciones clínicas y prevención
Una de las conclusiones más relevantes es el papel de la vacunación en el embarazo, asociada a menor carga viral y, por tanto, a un riesgo reducido de afectación neurológica fetal. Las campañas específicas para gestantes se alinean con esta evidencia.
En atención primaria y pediatría se aconseja monitorizar hitos de desarrollo, con atención al lenguaje, la memoria y la autorregulación. Si surgen señales de alerta, conviene derivar pronto a estimulación temprana o neuropsicología infantil.
Los equipos de investigación continúan el seguimiento longitudinal de estas cohortes para precisar la persistencia de los efectos y su relación con factores ambientales y educativos.
También se exploran marcadores biológicos que ayuden a identificar a los menores con mayor vulnerabilidad y a personalizar las intervenciones.
La comunicación con las familias debe ser clara y serena: informar de los hallazgos, facilitar recursos y evitar estigmas innecesarios.

Con lo aprendido hasta ahora, todo apunta a que la infección por covid durante el embarazo pudo dejar una huella medible en una minoría de niños, visible sobre todo en memoria y aprendizaje; al mismo tiempo, la vacunación materna, la detección temprana y el apoyo educativo adecuado emergen como las herramientas más útiles para proteger el neurodesarrollo en esta generación.
Postposmo
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/que-sabemos-sobre-los-retrasos-del-desarrollo-cerebral-tras-covid-prenatal/
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