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Desde su cuenta de X, el presidente colombiano Gustavo Petro respondió con dureza a una publicación realizada – y luego eliminada- por la exalcaldesa de Bogotá, Claudia López, en la que insinuaba que el Gobierno estaría protegiendo a Carlos Ramón González, exdirector del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), vinculado a la investigación por el escándalo de corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), y que actualmente estaría en Nicaragua.
La reacción del mandatario no se hizo esperar. Petro desmintió cualquier intento de encubrimiento y aprovechó para recordarle a la exalcaldesa la procedencia política de González. “Señora, deje de insultar. Carlos Ramón González era el presidente de su partido político. Con él hizo todas sus campañas electorales. En esa condición entró al Gobierno”, escribió el jefe de Estado en una publicación directa y sin ambigüedades.
Más allá de la respuesta personal, el presidente trazó un mapa político incómodo: señaló que buena parte de los implicados en el entramado de corrupción llegaron al Gobierno con aval del sector político al que pertenece López. “Casi todas las personas implicadas en la corrupción introducida a mi gobierno vienen de su núcleo político, con excepción de Olmedo”, subrayó.
La polémica se intensificó cuando Petro aseguró que ni el Gobierno ni la Embajada en Nicaragua han tramitado asilo alguno para González. “El senador Freddy Muñoz, a quien nombré en la embajada de Nicaragua después de una gran persecución contra él por parte de las mafias de Bello, ha dicho que no tramitó ninguna residencia para Carlos Ramón, tampoco el Gobierno nacional”, puntualizó.
En un giro institucional, el presidente anunció además que solicitará formalmente el retorno de González al país. “La justicia colombiana requiere a Carlos Ramón González y se solicitará al gobierno nicaragüense que sea entregado a ella, si es residente en ese país”, concluyó.
El cruce entre Petro y López revela las fracturas internas de un sector político que alguna vez fue aliado, y que ahora se disputa el relato sobre la responsabilidad y el origen de los escándalos que han golpeado con fuerza al Gobierno. Mientras la exalcaldesa lanza señalamientos y el presidente devuelve con precisión quirúrgica las acusaciones, lo cierto es que el caso González se ha transformado en un espejo incómodo que refleja las sombras compartidas de la política colombiana.
