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En un escenario mundial marcado por tensiones comerciales, volatilidad financiera y nubarrones geopolíticos, Colombia acaba de enviar una señal inesperadamente positiva: su Producto Interno Bruto habría crecido un 3,2 % en el segundo trimestre, superando de largo las proyecciones iniciales de 2,5 % y el consenso de analistas que apenas alcanzaba el 2,4 %.
El informe más reciente de Corficolombiana confirma que la recuperación económica no es un espejismo pasajero. La mejora en el poder adquisitivo de los hogares, la desaceleración sostenida de la inflación y el alivio gradual en las tasas de interés han creado un terreno fértil para que el consumo privado y el sector servicios —especialmente comercio, finanzas, entretenimiento y administración pública— lideren el impulso. La industria manufacturera, por su parte, consolida un proceso de estabilización tras meses de ajustes y reactivación lenta.
La fotografía económica del país muestra un patrón que ya varios expertos consideran estructural: el sector terciario se erige como motor de crecimiento, compensando debilidades persistentes en la construcción y la minería. La apuesta gubernamental por diversificar la economía y situar el bienestar ciudadano en el centro de la política fiscal encuentra así respaldo en los datos.
El Indicador de Seguimiento a la Economía revela señales consistentes: si en junio la actividad se mantuvo estable frente a mayo, el crecimiento anual llegaría al 4,6 %, con aportes clave del agro, la industria y la administración pública. La serie original del ISE, en cifras anuales, habría crecido un 5,4 %, favorecida por un efecto estadístico y el encadenamiento de sectores que hoy generan más empleo y valor agregado.
Más allá de las cifras macroeconómicas, hay transformaciones culturales que están redibujando el mapa del consumo. Desde finales de 2019, el gasto de los hogares ha crecido un 24,8 %, pero el segmento de entretenimiento se ha expandido a un ritmo siete veces mayor que el PIB. Conciertos multitudinarios, espectáculos en vivo y un auge sin precedentes en los juegos de azar en línea —que multiplicaron por más de cuatro su volumen entre 2018 y 2023— han convertido a este sector en un nuevo protagonista económico, con un valor agregado hoy 92 % superior al nivel previo a la pandemia.
El reto, advierten analistas, será transformar este impulso apoyado en el consumo en un crecimiento más equilibrado y sostenible. La construcción sigue lastrada por el costo del crédito, mientras la minería enfrenta ajustes derivados de la transición energética. Consolidar la actual dinámica exigirá coordinar esfuerzos entre sectores, garantizar estabilidad macroeconómica y mantener políticas que protejan el ingreso familiar sin descuidar la inversión productiva.
Por ahora, Colombia logra lo que pocos esperaban: crecer por encima de las previsiones en un contexto internacional adverso. Un recordatorio de que, incluso en medio de la incertidumbre, las economías pueden encontrar su propio ritmo si se conjugan decisiones acertadas con resiliencia social y empresarial.
