

En España, el viento tiene nombre, carácter y hasta leyenda. La geografía peninsular y archipelágica, con cordilleras que canalizan el aire, estrechos que lo aceleran y mares que lo templen o cargan de humedad, crea un mosaico único de vientos con personalidad propia. Desde el norte hasta el sur y de este a oeste, cada región ha bautizado sus aires dominantes, ha aprendido a convivir con ellos e incluso a aprovecharlos en la arquitectura, la agricultura, la navegación o los deportes.
Este recorrido reúne, ordena y amplía los vientos más famosos y sus curiosidades, integrando su dirección, zonas donde soplan, efectos sobre el paisaje y la vida cotidiana, y los múltiples nombres locales que reciben. También entenderás por qué se forman, cómo se nombran en la rosa de los vientos y cuándo conviene extremar precauciones por sus cambios bruscos.
Qué es el viento y cómo se nombra
El viento es el movimiento de masas de aire entre zonas de diferente presión, desplazándose desde los anticiclones hacia las borrascas. Aunque teóricamente iría en línea recta, la rotación de la Tierra provoca el efecto de Coriolis, de modo que en el hemisferio norte [el flujo se desvía] y suele cruzar las isobaras con un ángulo aproximado de 27° a 30°, entrando hacia las bajas presiones y saliendo de las altas.
Los vientos se identifican por su procedencia mediante la rosa de los vientos, que puede marcar desde 4 hasta 32 rumbos. En el entorno hispano-mediterráneo, las ocho direcciones clásicas se asocian a nombres populares: Tramontana (N, 0°), Gregal (NE, 45°), Levante (E, 90°), Siroco o Xaloc (SE, 135°), Mediodía o Migjorn (S, 180°), Lebeche o Garbí (SW, 225°), Poniente (W, 270°) y Mistral o Cierzo (NW, 315°).
Existen además vientos “planetarios” o constantes, generados a gran escala: alisios del noreste en el hemisferio norte, alisios del sureste en el hemisferio sur, los vientos del oeste y los circumpolares. En España, su influencia se mezcla con la orografía y las brisas locales, dando lugar a un catálogo muy rico de vientos regionales.

Los vientos más famosos de España y dónde dominan
La Península Ibérica y los archipiélagos muestran un puñado de vientos “estrella” por su frecuencia o impacto: cierzo, tramontana, levante, ábrego, poniente, terral, galerna y alisios, a los que se suman siroco/jaloque, gregal, leveche/garbí o bochorno, según zonas y estaciones.
El cierzo es un viento frío, seco y racheado del noroeste que sopla con fuerza en el valle del Ebro (Aragón, Navarra, La Rioja). Su origen está en marcados contrastes de presión entre el Cantábrico y el Mediterráneo, canalizados por los Pirineos y el Sistema Ibérico, lo que explica su vigor y persistencia.
Su huella es física y cultural: ha erosionado y pulido el paisaje, ha impulsado construcciones con muros gruesos y aberturas pequeñas, y se ha colado en el habla popular como sinónimo de dureza. En agricultura es un arma de doble filo: reduce humedad y plagas en cereal y viña, pero sus rachas complican labores. Hay registros de rachas históricas cercanas a 160 km/h (1954).
La tramontana es un viento de norte o noreste, frío y turbulento, que azota el Empordà (Cataluña) y Baleares, especialmente Menorca. Acelera al cruzar entre el Macizo Central francés y los Pirineos, y puede alcanzar rachas altísimas (puntualmente próximas a 200 km/h).
Modela la vegetación y la arquitectura: en el Ampurdán se aprovecharon sus bríos con molinos históricos; en Menorca, las casas blancas, compactas y con cubiertas inclinadas están pensadas para soportarla. Enología y agricultura también se benefician: en la DO Empordà ayuda a mantener la vid más sana frente a plagas.
El levante es un viento del este, cálido y húmedo, que domina el Estrecho de Gibraltar y el litoral sur mediterráneo. Nace en el Mediterráneo central y se acelera al atravesar el paso del Estrecho, pudiendo bloquear puertos como Algeciras, Tarifa, Ceuta o Tánger en episodios de gran intensidad.
Su efecto en el paisaje es llamativo: transporta arena y levanta dunas espectaculares como las de Bolonia (Cádiz). En Gibraltar deja las famosas “barbas del levante” sobre el Peñón. Tarifa, capital del viento, ha convertido sus rachas en motor económico para windsurf y kitesurf. En el lado atlántico occidental del Estrecho suele dejar tiempo seco tras descargar humedad en las sierras gaditanas.

El ábrego (SW) es templado y húmedo, de procedencia atlántica, clave en ambas Castillas, Extremadura y Andalucía. Suele anunciar temporales persistentes de lluvia en otoño e invierno, siendo crucial para trigo, olivo y vid. Su nombre tiene raíz latina (africus/apricus) y ha dejado huella en refranes, poesías y en la vida del campo.
Posee gran riqueza de nombres locales: en Cantabria, castellano o “aire de arriba”; en Asturias, “aire de castañas” porque puede tirar el fruto en otoño. Cuando se prolonga varios días, se habla de abrilada; si sopla demasiado caliente, de abriguna.
La galerna es un cambio súbito de viento al noroeste en la costa cantábrica (País Vasco y Cantabria), más frecuente en días templados de primavera-verano. Llega con desplomes rápidos de temperatura (más de 10 °C en minutos), humedad cercana al 100% y rachas que pueden rondar o superar 100 km/h.
Es un fenómeno marino de alto riesgo: pesca y navegación han aprendido a “leer” sus señales. En tierra firma el paisaje verde por su aporte de humedad y ha condicionado la arquitectura marinera, de cubiertas inclinadas y resistentes a lluvia y viento. En euskera se la conoce como enbata o galarrena; en Cantabria, rabazo o “rabo en tierra”.
Alisios: los moderadores canarios
En Canarias, los alisios del noreste soplan frescos y constantes, creando un clima templado muy estable. Al chocar con el relieve, generan el famoso “mar de nubes” en las vertientes norte, aportando humedad horizontal que sostiene bosques de laurisilva y cultivos en medianías.
Su efecto se nota en casas y cosechas: balcones orientados a la brisa, adaptaciones para ventilación y sombra, y una agricultura que incluye plátanos, papas y viñedos. En sotavento, el giro del alisio produce embata, una brisa del SW local reconocida por los navegantes.
Poniente: del Atlántico al Mediterráneo
El poniente (W) entra por el Atlántico, húmedo y templado, arrastrando sistemas frontales y lluvias hacia el interior. A medida que cruza la Península pierde humedad y se recalienta por efecto föhn, llegando a la fachada mediterránea como viento seco y muy cálido, con riesgo de incendios en verano y con inviernos suavizados en el litoral levantino y Murcia.
Terral: la brisa de tierra “a la malagueña”
El terral es un viento de tierra hacia el mar, de componente norte, debido al contraste térmico entre el suelo que se enfría rápido al atardecer y el mar que conserva el calor. En Málaga el término es muy popular, pero ojo: el “terral malagueño” tiene connotaciones locales que pueden diferir del uso común de terral en otras zonas.

Siroco o Jaloque: el mensajero del Sáhara
El siroco (SE), llamado jaloque o xaloc, llega cargado de polvo sahariano y calor, afectando a Baleares, Cataluña y la costa valenciana; cuando alcanza Canarias se asocia a la calima, reduciendo la visibilidad. En el archipiélago, pese a las molestias, deposita minerales finos que enriquecen los suelos volcánicos y pueden favorecer cultivos como plátano o viña.
Trío mediterráneo: Gregal, Leveche/Garbí y Bochorno
El gregal (NE) se dispara cuando una baja se desplaza al sur de Malta, afectando con fuerza a Baleares en especial en febrero, con carácter frío, seco y mar de fondo importante. Es un clásico de los temporales de levante-noreste en el Mediterráneo central-occidental.
El lebeche o garbí (SW) sopla hacia el este y sureste peninsular, y suele arrastrar polvo en suspensión por su origen sahariano y el paso de borrascas del sur del Mediterráneo. Suele anticipar nieblas en el horizonte y cambios de tiempo. En Cataluña, garbí nombra también la brisa vespertina SW-SSW.
El bochorno es un SE cálido que entra por la desembocadura del Ebro y asciende valle arriba; en verano resulta sofocante y seco, mientras que en estaciones intermedias se comporta más templado y húmedo. En Aragón también se denomina morisco al viento cálido del sur que puede anunciar pedrisco si se combina con cierzo.
Impactos paisajísticos, arquitectónicos y agrícolas
La acción del viento esculpe dunas, pule rocas y orienta la vegetación, como se aprecia en las dunas móviles de Bolonia (Cádiz) empujadas por levante o en el matorral achaparrado del Ampurdán y Menorca castigado por la tramontana. Los árboles a sotavento muestran la “firma” de los vientos dominantes.
La arquitectura vernácula española está llena de adaptaciones: casas compactas y de muros recios en territorios de cierzo; patios interiores en el sur para protegerse de levantes cálidos; cubiertas inclinadas y resistentes en la cornisa cantábrica por las galernas; balcones canarios orientados a los alisios para ventilar y sombrear.
En el campo, cada viento trae consecuencias distintas: el cierzo seca y limita plagas en cereal y viñedo del Ebro; el ábrego aporta los grandes temporales “llovedores” de otoño-invierno en la Meseta y Guadalquivir; los alisios sostienen humedad horizontal para cultivos isleños; el poniente en verano dispara temperaturas y estrés hídrico en el Levante.
La economía y la cultura también han soplado a favor o en contra: Tarifa vive del viento con deportes náuticos; en el Empordà los molinos aprovecharon la tramontana; la toponimia y la literatura popular están salpicadas de nombres y metáforas del viento, y de refranes que aconsejan al labrador y al marinero.
Nombres locales y vocabulario del viento

España es un “diccionario” vivo de vientos locales, con términos que cambian entre comarcas vecinas. Molineros manchegos distinguían vientos por ventanucos orientados; en Campo de Criptana había hasta tres solanos (hondo, alto, fijo) según carácter e intensidad.
- Brisas y airecillos: airín (brisa agradable), vahaje y aura; brisa fresca: bisca/brisca/bisa, sisga o garabisa; en Alto Aragón, brochina; en Asturias, guilordo.
- Familia “or-”: oral (brisa de ríos y playas en Asturias); orajet (brisa de tierra/terral en Levante); orache (brisa en Aragón); en Cantabria, orillada (aguacero con viento fresco o vientecillo frío) y oría (lluvia azotada por el viento).
- Brisas de costa: en Mallorca, embat (virazón diurna de hasta 15 nudos); en Cataluña, marinada; embata en Canarias (giro a sotavento del alisio).
- Remolinos y golpes de viento: brujas o tolvaneras (remolinos de polvo); revolvín (Aragón); en Cantabria, “fogata de viento”. Con tormenta: chuflina o zofrina (Aragón). En nieve: torb (Pirineo catalán) y uxin (Roncal) al arrastre de nieve.
- Viento frío y penetrante: bris/gris; bufa (muy frío) y bufina (brisa fría); bufada (aire/viento en general) y rebufo como derivado.
- Otros localismos fríos: en León, jilsa (viento frío y seco); en Asturias, guilfa (viento helador previo a nevadas).
- Nortadas “con apodo”: carbeso (Ancares), zurrusco (Murcia), pelacañas, matacabras, descuernacabras o descuernavacas. Matacabras puede aludir a viento molesto de cualquier procedencia; no confundir con escañacabras (chubasco frío).
- Cierzo y variantes: muy usado fuera del Ebro para todo viento del norte; variantes: cencio, cercera, ciercera, zarzagán, zaracio (León), siero (Salamanca). En Cantabria y Asturias, cierzu puede significar niebla/neblina; cierzada o cercina, ventisca; “acierzado”, tiempo de niebla fría con norte.
- Verbos y neologismos: cercear (soplar el cierzo con llovizna); zaracear (neviscar/lloviznar con viento), zarracina (ventisca con lluvia).
- Nombres por cuadrantes: NW: regañón o gallego en la Meseta norte; en Cataluña y Baleares, mestral (maestral), “escoba del cielo” en Mallorca. N: tramontana. NE: gregal, guara (Zaragoza) o burgalés (sur de León).
- Vientos cálidos: solano (E/SE), también siroco, leveche o jaloque en el sureste; cuando lleva polvo, “lluvias de barro”. En Burgos y País Vasco, solano es cualquier viento sofocante; con suradas en el Cantábrico Oriental se disparan temperaturas por föhn.
- Del Ebro hacia arriba: bochorno como SE ardiente y seco; morisco para el sur cálido. Poniente “fagüeño/fagoño” (Aragón) ablanda fríos; “fogony” en el Pirineo de Lleida se usa para un norte recalentado por föhn.
- Ábrego y familia: también abrigada; en Cantabria, castellano/campurriano o “aire de arriba”; en Asturias, “aire de castañas”; abriguna si sopla muy caliente; abrilada para varios días seguidos de SW.
Alicia Tomero
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/nombres-del-viento-en-espana-vientos-famosos-y-curiosidades/
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