De las profundidades a la pantalla: la ciencia nacional conquistó el mundo con la exploración en vivo del Mar Argentino

Con una transmisión en vivo que superó los 30.000 espectadores y despertó un interés inusual por una iniciativa científica, la ciencia nacional y el Mar Argentino deslumbran al mundo.

Más de 30 científicos argentinos se encuentran en este momento estudiando la biodiversidad a cerca de 4.000 metros de profundidad. Este equipo multidisciplinario, conformado por investigadores del CONICET y de otras instituciones argentinas, en colaboración con el Schmidt Ocean Institute de los Estados Unidos, están explorando el cañón submarino de Mar del Plata. De esta manera, la expedición “Oasis Submarinos del Cañón Mar del Plata: Talud Continental IV”, utiliza tecnología de punta -e inédita- en aguas argentinas del Atlántico Sudoccidental, a bordo del buque Falkor (too) y con el ROV SuBastian.

Exploración del CONICET: “El mar es un planeta dentro de nuestro planeta”

Ubicado frente a la costa de Buenos Aires, el cañón submarino donde se lleva a cabo la expedición es uno de los muchos que atraviesan el talud continental. “Siempre digo que el mar es un planeta dentro de nuestro planeta. Y hoy, de la mano de los investigadores del CONICET, los argentinos estamos explorando el mar profundo, un hito que transforma la percepción de los fondos marinos, su diversidad, sus especies, su belleza”, relató para DEF Valeria Falabella, directora de conservación costero-marina de WCS Argentina, que hace más de 20 años promueve la protección de nuestra plataforma continental, el talud y “un sistema de cinco cañones submarinos similares en belleza y biodiversidad a los que estamos descubriendo”.

Sobre su formación, Falabella explicó que son originados por “la erosión y el desplazamiento de sedimentos en el fondo marino, en especial por las corrientes de turbidez, especie de pequeños ríos con sedimentos, que desgastan el lecho marino”.

Ecosistemas del Mar Argentino, refugios de biodiversidad y aliados contra el calentamiento global

Argentina es un país enorme, tanto en su superficie continental como marítima, y posee una plataforma continental sumamente extensa. El Mar Argentino es atravesado por distintas masas de agua, entre ellas la corriente de Malvinas, que se desprende de la corriente circumpolar antártica y que, al fluir hacia el norte, mueve los fondos marinos, arrastrando nutrientes y generando las condiciones para la reproducción masiva de algas. “Me gusta decir que tenemos un mar que tiene la energía y capacidad de transporte de más de 200 ríos amazonas, fuerza que genera el frente productivo más importante del hemisferio sur”, sostuvo la especialista.

Hoy, a raíz de esta transmisión deslumbrante, estamos descubriendo que los fondos oceánicos, lejos de ser las mesetas uniformes y aburridas que suponíamos, son ecosistemas llamativos y valiosos que se encuentran a la altura del talud en los cañones submarinos. “Se trata de rutas de transporte y conectividad desde aguas menos profundas a las zonas abisales, que cumplen una función ecológica como refugio de especies. A esto se suma el hecho de que tienen un rol clave en la captura y secuestro a grandes profundidades del dióxido de carbono (uno de los gases de efecto invernadero, responsables del cambio climático)”, señaló la experta. Y agregó que este enorme potencial de mitigación posiciona al océano como el principal aliado en la lucha contra el cambio climático.

De “supermercado del mar” a generadores de oxígeno oscuro

“La expedición Oasis no solo nos permite incursionar en un mundo casi desconocido a través de imágenes increíbles de altísima definición captadas por medio de submarinos no tripulados, que se manejan de manera remota, sino que además recolectan muestras de animales y sedimentos del fondo marino que contribuirán al conocimiento científico”, destaca la investigadora que participó hace unos años de una frustrada excursión al fondo marino que se suspendió por causas climáticas.

“Estoy feliz de festejar hoy la oportunidad de ver tantas especies nuevas, que constituyen un material de estudio único para la ciencia”, reconoció. Estas especies se suman a las ya conocidas, como los tiburones, el elefante marino del sur, mamífero que tiene la capacidad de bucear a más de 1.500 metros de profundidad, y las ballenas francas que vienen a alimentarse en este frente productivo, tanto que “nos gusta llamarlo el supermercado del mar”, comentó la licenciada en Ciencias Biológicas.

Más allá de la fauna, en las últimas décadas, explicó Valeria, se descubrieron a más de 4.000 metros de profundidad unas áreas que producen lo que se denomina “oxígeno oscuro”, un tipo de oxígeno que se genera en el fondo del mar, sin necesidad de plantas ni algas. “Antes se pensaba que el oxígeno solo se producía por la fotosíntesis, pero ahora se sabe que también se genera gracias a unos nódulos polimetálicos que actúan como “geobaterías”, aseguró Falabella.

Estas rocas, conectadas en red, producen energía suficiente para separar el agua y liberar oxígeno, que luego es utilizado por los animales que viven en esas profundidades. Al respecto, agregó: “Se tomaron muestras que se identifican como los mencionados nódulos polimetálicos (formados por cobalto, níquel y manganeso), cuyos componentes tienen el potencial de generar energía (0,9 volts cada uno). En campos de rocas, pueden producir 1,4 o 1,5 volts. Estas “geobaterías” a miles de metros de profundidad explicarían la alta biodiversidad en esos fondos marinos”.

Cómo la ciencia y la protección marina pueden asegurar un futuro sostenible para el Mar Argentino

El Mar Argentino es sumamente productivo y sostiene una importante cantidad de actividades humanas de enorme potencia y con gran capacidad de generar amenazas, si no somos responsables en su manejo.

Entre las más significativas, se destaca la pesca de arrastre de fondo, “inaceptable por su destrucción y descarte masivo”, según remarcó la especialista. En cuanto a las actividades hidrocarburíferas, considera que requieren cuidado e hizo hincapié en la importancia de “invertir en la transición energética de manera responsable, considerando el impacto de las baterías y explorando alternativas como el hidrógeno verde”.

Si hablamos de protección, es inevitable mencionar la zona del Agujero Azul, un área bentónica de 148 kilómetros cuadrados de lecho marino que podríamos cuidar gracias a la extensión de la plataforma continental. “Se trata de una de las zonas claves para la integridad ecológica del océano. Si lográramos declararla Área Marina Protegida Bentónica estaríamos protegiendo un ecosistema vulnerable de alta biodiversidad con potencial valor como reservorio de recursos genéticos que concentra las mismas bellezas que estamos disfrutando hoy, además de una gran biodiversidad y especies desconocidas, muchas seguramente endémicas”, expresó Valeria.

Acerca de cuál es la manera de proteger la región, después de estos descubrimientos, Falabella destacó que, si bien hay un debate internacional, todavía está ganando la posición de manejar el principio precautorio de mantener a nivel exploratorio la minería profunda y solo liberarla en algunos sectores.

“La existencia de áreas protegidas (como el Agujero Azul que lamentablemente perdió estado parlamentario) en los fondos marinos es clave, porque hay especies que hoy están siendo utilizadas para recursos médicos, los corales le enseñan a los científicos la manera de reconstruir huesos, por dar solo dos ejemplos del valor de la ciencia que albergan y que se destruye en segundos con una red de arrastre o a través de pozos de exploración”, dijo.

Más allá de la información recolectada y el conocimiento, la expedición submarina del CONICET tuvo una consecuencia inesperada: conectar a la gente con el océano, permitiéndole descubrir su humanidad y belleza. “Es un camino de ida porque se trata de revelaciones que perduran para siempre. Mostrar que la vida tiene un valor intrínseco que debemos cuidar es un bien incalculable. Ojalá aprovechemos esta oportunidad para transmitir la relevancia de la conservación”, concluyó Falabella.